El último informe de la Comisión Asesora de la Covid-19, de la Organización Médica Colegial (OMC), está dedicado a las residencias. El documento ofrece cinco recomendaciones para mejorar la atención de los ancianos que viven institucionalizados y sobre los que la Covid-19 mostró su rostro más cruel.
El XI documento de este grupo de trabajo parte de destacar lo que, sin duda, constituyó una desigualdad de trato reiterada en los primeros meses de la pandemia: los ancianos que vivían en sus casas pudieron acudir a las urgencias hospitalarias, mientras que los que estaban en residencias, no.
Equilibrar oportunidades
Por eso, en el cuarto párrafo del informe, la OMC advierte: "La aportación más inmediata y tangible de la Sanidad a los Servicios Sociales debe ser cubrir las necesidades de atención sanitaria de los ciudadanos institucionalizados, con igual compromiso que a los demás ciudadanos, pero con una adaptación a sus condiciones, que asegure un trato equitativo que equilibre sus oportunidades para disfrutar del máximo nivel de calidad de vida relacionada con la salud posible".
José Ramón Repullo Labrador, profesor de la Escuela Nacional de Sanidad, director técnico de la Fundación para la Formación de la OMC y uno de los coordinadores de la Comisión Asesora Covid-19 OMC, explica que el informe "incide en los puntos fundamentales de las medidas de prevención, test y medidas de coordinación entre el ámbito sanitario y social. Pero también va más allá, y plantea la necesidad de avanzar en algunos retos que ya teníamos antes de la Covid-19 y que traspasan la tradicional retórica de la coordinación socio-sanitaria".
Repullo considera que "las políticas del Sistema Nacional de Salud (SNS) hacia los mayores institucionalizados merece revisarse a fondo y este informe deja claro que prestarles una asistencia próxima y apropiada es una responsabilidad irrenunciable de la atención primaria, las urgencias y los hospitales del SNS".
El punto de partida de este sector no es el mejor, como recuerda el informe, al estar especialmente "erosionado por lo crisis y con una estructura de prestación de servicios fundamentalmente concertada o privada".
La crisis económica de la última década ha dejado plantillas mermadas y ha afectado "a las condiciones de habitabilidad, espacio, alimentación, limpieza, higiene personal y actividades de los residentes". Reclaman, en este momento, más políticas sociales, claro, pero también sanitarias que den respuesta a esta situación.
Por todo ello, el informe apunta cinco grandes líneas de actuación para mejorar este sector:
1) Medidas de prevención y control tanto para el personal y como para los residentes. Control exhaustivo de acceso a las residencias de mayores y propiciar la comunicación de los familiares a través de videoconferencias o de otros sistemas de visitas seguros. Apuntan, en todo caso, que se intente evitar eliminar las visitas totalmente. Garantizar los equipos de protección para trabajadores y hacer un cribado periódico de pacientes y profesionales.
2) Asegurar de manera prioritaria y ágil la realización de test que permitan diagnosticar los casos e identificar los contactos para establecer sistemas de detección y aislamiento precoces, tanto para residentes como para trabajadores.
"Las políticas del Sistema Nacional de Salud hacia los mayores institucionalizados merece revisarse a fondo", apunta José Ramón Repullo
3) Coordinación constante e inmediata con el Sistema Sanitario: en general, la coordinación de las Residencias debe realizarse con la Atención Primaria, con soporte de la Salud Pública y de los Hospitales, estableciendo flujos claros y bien conocidos de relación y derivación.
4) Desarrollar sistemas de diagnóstico y detección precoz, así como de seguimiento no presencial mediante telemedicina.
5) Por último, consideran esencial desarrollar un plan de refuerzo de la atención sanitaria a los ancianos que viven en residencias, mediante refuerzos de equipos de Atención Primaria, creación de equipos provinciales o territoriales específicos para estos centros, etcétera.
Metidos de lleno en la segunda ola, ¿es posible que el SARS-CoV-2 vuelva a concentrar su letalidad en las residencias de ancianos? José Ramón Repullo responde: "En esta segunda oleada los sanitarios están protegidos, hay más medios diagnósticos y los centros diferencian circuitos de atención. Por ello, la propagación socio-sanitaria es menor. Además, las residencias de mayores tienen más medios y sistemas de protección para evitar que el virus entre en ellas".
"La mejor manera de proteger a nuestros mayores es enfriando la trasmisión comunitaria que hoy existe", dice José Ramón Repullo
Sin embargo, no hay que relajarse, pues según reconoce el profesor de la Escuela Nacional de Sanidad, "el problema es que con cifras de incidencia acumuladas, como las que ahora tenemos en España, es muy difícil blindar las residencias de mayores (o sus domicilios) para evitar la exposición al virus. Por eso hay brotes y debemos extremar la precaución. La mejor manera de proteger a nuestros mayores es enfriando la trasmisión comunitaria que hoy existe".
La pandemia ha dejado en evidencia las debilidades del sistema sociosanitario centrado en la institucionalización de los más mayores. Ahora, debería ser una prioridad subsanarlas con cambios profundos en este modelo como pide la OMC y antes han reclamado el Defensor del Pueblo y la ONG Médicos sin Fronteras, en un exhaustivo informe sobre cómo funcionaron un puñado de estos centros en los peores momentos de la pandemia.
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