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jueves, 5 de noviembre de 2020

La paralización asistencial de la pandemia por covid hizo 'desaparecer' la cirugía de cataratas

Oftalmología
soniamoreno
Vie, 06/11/2020 - 08:00
El daño colateral del coronavirus
Cirujana se prepara para un procedimiento oftalmológico.
Las cirugías programadas se suspendieron durante la primera ola pandémica.

En la primera ola pandémica, un grupo de oftalmólogos de varios países europeos estableció contacto telemático para intercambiar experiencias y conocimientos sobre el manejo de las enfermedades oftálmicas en esos momentos inciertos.

Así nació el grupo European COVID-19 Cataract Group (Eurocovcat) constituido por especialistas europeos con experiencia en la gestión de la asistencia oftalmológica (Francia, Reino Unido, Italia, Rusia, Portugal, Polonia, Irlanda, Turquía, Finlandia y España), entre los que se encuentra el jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias (HUPA) y catedrático de Oftalmología de la Universidad de Alcalá (UAH), Miguel Ángel Teus.

Algunas de las conclusiones de este grupo se acaban de publicar en European Journal of Ophtalmology, en un editorial que analiza en profundidad los posibles “daños colaterales” de la situación de emergencia vivida la primavera pasada.

Los servicios de Oftalmología, recuerda el editorial, perdieron el 81% de su actividad anual de pacientes en periodos de 2 semanas a lo largo de marzo y abril de 2020 respecto al mismo periodo en 2019. Los hospitales sufrieron una “reducción del 97% del volumen de la cirugía de cataratas -la mayor reducción de cualquier procedimiento de rutina quirúrgica-“, escriben los autores.

La cirugía de cataratas es -probablemente tras los procedimientos dentales- la intervención quirúrgica más común en los países desarrollados. Pese a ese gran volumen de operaciones, en España el sistema nacional de salud no llega a todos los pacientes que la necesitan, como indica la existencia de listas de espera. Al anularse las cirugías en la primera ola, los cirujanos tendrán que recuperar a los pacientes no operados, así como a aquellos que no recibieron la indicación por la paralización en la atención clínica, tanto primaria como hospitalaria.

En España, entre 2008 y 2015 la cirugía de cataratas aumentó en un 30% (se pasó de operar 244.000 pacientes a 335.000). Las causas, expone Teus, se encuentran en el envejecimiento de la población y en que “las necesidades visuales de nuestros abuelos son hoy en día mayores que las de hace décadas”.

Sin embargo, el número de procedimientos prorrateados por habitantes revelan que dentro de la Unión Europea, “En España no hacen suficientes operaciones para llegar a todos los pacientes que lo necesitan: en 2018, la media en la UE es de 824 casos por 100.000 habitantes y año, mientras que en España se sitúa en 721 casos. Por ello, a la población española le afecta más ese parón en la actividad quirúrgica”, comenta a DM el catedrático.

Además, “la cirugía de cataratas suele efectuarse en personas que están en la séptima década de vida; el retraso de la lista de espera al que se acumula la paralización sanitaria de la pandemia puede implicar una limitación en el 10% de la esperanza de vida de estos pacientes”, reflexiona.

El consenso de este grupo, en la línea de lo observado por otras sociedades y entidades científicas, es que si bien cada hospital tiene sus peculiaridades –relacionadas con el tamaño, arquitectura y distribución del centro-, “el objetivo es diseñar circuitos limpios para que los pacientes sin covid puedan acudir a la consulta y a la cirugía, disminuir la aglomeración en la salas de espera, mediante la reorganización de las citas, y con estas premisas, mantener la actividad oftalmológica siempre y cuando se pueda en condiciones de seguridad”.

La población no puede permitirse “estar sin atención oftalmológica por el covid otra vez”, enfatiza Teus: “Tenemos que ser proactivos. Y, de alguna manera, lo estamos consiguiendo. Ahora, a pesar de la presión del covid, mantenemos un nivel de asistencia por debajo del óptimo, pero aceptable”.

El efecto de retrasar el tratamiento en otras patologías oftalmológicas

En otras patologías oftalmológicas como las alteraciones maculares tratables –la degeneración macular asociada a la Edad (DMAE) y el edema macular diabético- un retraso de dos meses del tratamiento, generalmente basado en inyecciones de antiangiogénicos, puede provocar una disminución de la función visual.

Por este motivo, la recomendación de este grupo de expertos es “priorizar y mantener el tratamiento en pacientes con DMAE (especialmente en los primeros 2 años de tratamiento), glaucoma neovascular, nuevos casos con pérdida significativa de visión, nuevos casos de oclusión de la vena central de la retina y pacientes monoculares o cuasi monoculares”.

También sugieren que los pacientes con edema macular diabético (EMD) y los afectos de oclusión de rama venosa retiniana tienen menos probabilidades de sufrir una pérdida de visión irreversible a corto plazo y se puede considerar posponer las citas para pacientes no monoculares (excepto para pacientes con pérdida de visión por EMD reciente y pacientes en la fase aguda de oclusión de la vena retiniana). Por estas razones, especialmente en el caso de maculopatía secundaria a la neovascularización coroidea, podrían ser clasificados dentro de los casos urgentes, ya que provocan ceguera irreversible en el caso de los tratamientos pospuestos.

Glaucoma

En glaucoma, el grupo Eurocovcat considera demostrado que “un retraso de semanas o meses en el tratamiento de los pacientes que requieren un procedimiento de cirugía filtrante puede conducir a una pérdida de visión irreversible”. 

Los pacientes con glaucoma, especialmente con daño avanzado, a menudo no son completamente conscientes de las consecuencias de una cirugía tardía. “Están acostumbrados –explican en el editorial publicado en European Journal of Ophtalmology- a los medicamentos, tienen cierto miedo al procedimiento quirúrgico y a sus complicaciones y creen que la correcta administración de gotas podría ser suficiente para prevenir la progresión del daño”. 

Los expertos también recalcan la necesidad de un manejo correcto de estos pacientes, que requiere controles programados de la presión intraocular y del campo visual para intervenir rápidamente en caso de progresión del daño. Los pacientes con pérdida avanzada de función o pacientes más jóvenes con glaucoma manifiesto requieren un tratamiento más agresivo e intervalos y métodos de control más estrictos que los pacientes con bajo o incluso ningún riesgo (por ejemplo, pacientes con hipertensión ocular o pacientes ancianos con baja pérdida del campo visual y valores bajos de presión intraocular).

Desprendimiento de retina

El artículo también se refiere al tratamiento del desprendimiento de retina regmatógeno (DRR), que tiene una incidencia anual de aproximadamente 10 por 100.000 personas. A este respecto, este grupo de oftalmólogos avisa de que, “si no se trata, la mayoría de las DRR progresarán hasta un desprendimiento completo y, posteriormente, provocarán la pérdida de la visión del ojo afectado. De hecho, un retraso, advierten, “en la provisión de los tratamientos quirúrgicos para las enfermedades de la retina puede producir consecuencias dramáticas sobre la discapacidad visual por ceguera irreversible”.

La cirugía de cataratas, una de las más más habituales en los hospitales, prácticamente desapareció durante la primera ola. Oftalmólogos europeos advierten de los riesgos de que vuelva a ocurrir. Off Sonia Moreno Off

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