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jueves, 25 de noviembre de 2021

El clamor de los decanos: "Una facultad de Medicina no se puede improvisar"

Grado
nuriamonso
Vie, 26/11/2021 - 08:00
Menos profesores permanentes
Un profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid siendo grabado mientras da clase (Foto: Mauricio Skrycky)
Un profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid siendo grabado mientras da clase (Foto: Mauricio Skrycky)

Las universidades de Almería y Jaén han anunciado su intención de abrir en los próximos dos años sus respectivas facultades de Medicina. Con estas ya serían 46 universidades que imparten estos estudios entre públicas y privadas, a pesar de que la profesión médica lleva años insistiendo en que aumentar el número de estudiantes no tiene sentido frente al número de candidatos que se queda fuera del MIR. Pero los decanos defienden que las facultades que ya existen tienen problemas para conseguir profesores y recursos.

"Nos llama la atención la escalada de número de grados, con las dificultades que tenemos las facultades existentes por los recursos humanos y materiales que necesitamos", observa Pablo Lara, presidente de la Conferencia de Decanos de Medicina.

"Queremos que cuando se hable de crear nuevos grados de Medicina, que sean de calidad, que se cuente con profesores... ¿o es que no hacen falta profesores acreditados, con su formación en docencia, su actividad investigadora...? Un grado de Medicina no se improvisa", advierte.

Precisamente el principal problema de las facultades ya consolidadas es el de personal docente, sobre todo en cuanto al profesorado funcionario permanente (titulares y catedráticos), que es el que ha pasado por el proceso de acreditación de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) y puede dar más horas de docencia teórica. 

Para empezar, Ciencias de la Salud es la segunda rama con la mayor ratio de alumnos por profesor, según datos de 2019: tocan a 16,8 estudiantes por docente, similar a la de Ciencias Sociales y Jurídicas (17,5). "Por nuestros índices de experimentalidad nos parecemos más a la rama de Ciencias, donde la ratio es de 5,7 alumnos por profesor", defiende Lara.

El grueso de los docentes son profesores asociados de Ciencias de la Salud, de carácter temporal y que cobran unos 300 euros al mes

El profesorado de Ciencias de la Salud se acredita por tres ramas de conocimiento: Ciencias Biomédicas, Medicina Clínica y Especialidades Sanitarias. La segunda es la que supondría el principal sustento de la formación de los futuros médicos y, no obstante, es la rama que más problemas da a la hora de captar docentes.

Según información del curso 2019/2020, habría unos 9.291 profesores de las asignaturas de Medicina Clínica, con una edad media de casi 53 años. No obstante, sólo 1.168 (12,57%), son funcionarios como tal. También hay otros 253 que son contratados doctores, cuyo contrato también tiene carácter permanente aunque son personal laboral. 

El grueso de los docentes de esta rama, 6.280 (el 67,59% del total), son profesores asociados de Ciencias de la Salud, una figura de carácter temporal, que cobra unos 300 euros al mes y que puede dar 90 horas de clase al año.

Lara señala que "la edad media del catedrático vinculado [un tipo de plaza especial en los hospitales universitarios que depende administrativamente de la facultad y donde hay un reparto de las funciones] es de 65 años, y de 60 años en el caso de titulares vinculados". 

Es decir, que la universidad cuenta, al igual que los servicios sanitarios, con unas plantillas envejecidas, con el añadido de que los docentes universitarios permanentes deben pasar por una criba 'extra' mediante la acreditación de la Aneca, el llamado programa Academia.

Dos alumnas de Medicina en la Sala de Disección de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)
Dos alumnas de Medicina en la Sala de Disección de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)

Aunque el número de profesores sólo en Medicina Clínica ha aumentado, con 9.291 en 2019 frente a los 8.595 de 2015, el incremento ha sido a costa del profesorado temporal, según datos oficiales del Ministerio de Universidades.

Sólo en asociados de Ciencias de la Salud ya hay 6.280 frente a los 5.630 de dicho curso. En cambio, el número de profesores funcionarios sí ha bajado, de los 1.358 de 2015 a los 1.168 de ahora. Y aunque el número de matriculados en las universidades públicas ha bajado, la ratio actual es de 29,8 alumnos por profesor funcionario, frente a los 26,8 de ese año.

Carlos F. Sánchez, decano de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), explica que en su facultad "se ha reducido de forma muy significativa el número de profesores clínicos en los últimos diez años. Hay varias áreas en las que sólo tenemos un profesor permanente en las cuatro unidades docentes clínicas y en algunos departamentos, si no se remedia con urgencia, habrá áreas sin ningún profesor permanente en muy pocos años".

"Venimos de una época en la que la tasa de reposición fue de cero”, explica Julián Álvarez-Escudero, decano de la Facultad de Medicina la Universidad de Santiago, la más grande del país. “Con el tiempo, hay comunidades con más recursos que han podido reponer, pero hay otras que no, y también ha habido un incremento de alumnos por presiones del sistema sanitario, que está empeñado en que faltan alumnos, cuando lo que faltan son especialistas".

Clase sobre el aparato digestivo en la Sala de Disección de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)
Clase sobre el aparato digestivo en la Sala de Disección de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)

Ninguna facultad, ni siquiera las nuevas, lo tiene fácil para conseguir profesores acreditados. Miquel Roca, decano de la facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares, grado que empezó su andadura en 2016, explica que, como la facultad está en un hospital y tienen un centro de simulación de reciente creación, tienen facilidades para la formación práctica. En cambio, casi todos los profesores de su facultad, salvo tres -incluyéndose a sí mismo- son profesores asociados.

"Hay muchos catedráticos de las materias básicas como Bioquímica, Psicología, Física, etc., y no ha habido problema porque ya estaban en la universidad, pero en las clínicas hay muchos asociados". Su facultad, con el sexto curso aún por desarrollar, tiene más de 150. "Nuestros asociados tienen mucha investigación, pero les faltan horas de docencia, que están consiguiendo ahora", explica Roca. 

Para los docentes asociados, explica, el mayor beneficio de pasar a ser profesores acreditados y con plaza, además del económico, es la estabilidad, puesto que "cada año tenemos que renovar a los asociados”.

Por otra parte, Lara reconoce que “afortunadamente tenemos tutores clínicos y colaboradores honorarios que, sin recibir retribución ninguna, están soportando la formación práctica de los estudiantes”. Calcula que hay unos 26.000 en toda España.

En algunas regiones obtienen algunos méritos para cuestiones como la carrera profesional, pero los decanos defienden que esta función tenga más compensaciones debido a su importancia. “Sin ellos no podríamos subsistir, pero en muchos casos es una actividad voluntarista".

Un baremo docente no adaptado al clínico

Una de las causas de la falta de profesores permanentes en Medicina, que los decanos llevan años denunciando, es que los criterios de la Aneca penalizan al sanitario con vocación docente que se dedica a la actividad asistencial. A juicio de los que lideran las facultades, se valora de forma escasa, pese a lo enriquecedor que precisamente es para el alumno esa experiencia. También señalan que debería valorarse adecuadamente la obtención del título de especialista.

Eso podría ajustarse próximamente, si bien queda por ver el efecto real en las plantillas, que podría tardar incluso con una normativa más amable. Una comisión de expertos creada por Aneca, que incluye a varios decanos de Medicina, lleva meses reuniéndose en busca de un nuevo baremo docente tras la reforma del año 2017.

En teoría, dicho baremo estará vigente hasta diciembre, cuando deberían publicar uno nuevo. Según Lara, la agencia aún está estudiando las propuestas.

"Estamos intentando concretar cómo mejorar los criterios y adaptarlos a las posibilidades reales investigadoras y docentes. Tanto por el porcentaje de docentes acreditados como por el número de solicitudes están bastante preocupados", apunta Lara, que agradece a la Aneca que haya contado con ellos para los nuevos criterios. Pero hasta que no salgan negro sobre blanco publicados, prefiere mantenerse prudente a la hora de pronunciarse sobre si será el baremo ideal.

El presidente de los decanos de Medicina reconoce que un problema de fondo es que "la investigación tanto en nuestra universidad como en el mundo sanitario se realiza a base de horas extra", lo que en consecuencia dificulta que los profesionales puedan acreditarse.

No obstante, defiende que el proceso debe ser exigente “y se ha de acreditar una docencia y una investigación adecuada a la plaza que se quiere ocupar. Lo que queremos es que se valore más la actividad asistencial, que quien enseñe Medicina sea un experto en la asistencia". 

En cuanto a los aprobados por la Aneca, en el año 2020 en Medicina Clínica se tramitaron 54 expedientes, de las cuales fueron evaluados positivamente un 65%. En la rama de Especialidades Sanitarias pasaron la criba un 89% de los 70 expedientes y en Ciencias Biomédicas, hubo un 95% de aprobados entre 85 personas.

En el tercer trimestre de 2021, las cifras han mejorado, sobre todo para Medicina Clínica, con 84% de aprobados de 32; Especialidades Sanitarias, el 100% de 43 expedientes y 92% de 24 en el caso de Ciencias Biomédicas.

"Queremos es que se valore más la actividad asistencial, que quien enseñe Medicina sea un experto en la asistencia"

Otra dificultad añadida es la lentitud de la Aneca a la hora de tramitar las solicitudes. Según datos de la agencia del tercer trimestre de 2021, como publicó DM, el proceso se alarga 10,6 meses de media en la comisión de Medicina Clínica, frente al máximo de seis meses que tiene la institución como objetivo.

En Especialidades Sanitarias tardan bastante menos, 7,6 meses, y la de Ciencias Biomédicas, 3,4 meses de media. Y los plazos han mejorado ligeramente en comparación con 2020, cuando tardaban una media de 12 meses para Medicina, entre 10 y 11 meses en Especialidades y 7 y 8 meses en Ciencias Biomédicas, respectivamente.

"La Aneca valora exclusivamente la carrera científica, no que, por ejemplo, un cirujano haya montado un programa de trasplantes de pulmón con resultados fantásticos si sólo hay una publicación al respecto. La labor asistencial, imprescindible para el alumno, no la valora y los cargos de gestión se valoran muy poco”, añade Álvarez-Escudero. “Si yo fuera titular y pretendiera acreditarme como catedrático, tendría muy poquitos méritos por gestionar la facultad de Medicina más grande de España".

No obstante, como Lara, no es partidario de “bajar el nivel en investigación, sino en valorar de forma colateral otros aspectos. Lo contrario me parecería muy mala noticia".

Estudiantes de Medicina en la biblioteca de la facultad de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)
Estudiantes de Medicina en la biblioteca de la facultad de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)

“La carrera docente se ha convertido en algo poco atractivo para los clínicos, especialmente en algunas áreas, como las quirúrgicas”, comenta Sánchez. “En la Comunidad de Madrid, además, no existe todavía la figura del Profesor Contratado Doctor Vinculado, cuya implantación se está discutiendo ahora y eso facilitaría la incorporación de profesorado joven en Medicina y Enfermería". 

Y aún así, recientemente la Conferencia de Decanos apuntaba que la obtención de plazas de Ayudante Doctor, que funciona como paso previo a la figura del profesor contratado doctor, resulta muy compleja para en Medicina por diversos motivos.

Primero, porque los profesionales optan mayoritariamente por la formación MIR. En segundo lugar, la acreditación y el concurso de estas plazas se decide fundamentalmente por méritos investigadores. Además, en el caso de que obtuvieran esa plaza, dejarían de trabajar para el sistema sanitario.

En ese sentido, han instado a que se cree una nueva figura docente, el ayudante doctor vinculado “o bien programas de acompañamiento que faciliten la acreditación a especialistas que trabajen en el sistema sanitario”.

Desmotivación

Álvarez-Escudero recuerda que un profesor asociado de la salud, que no necesita ni el doctorado, puede dar hasta 90 horas de clase teórica, prácticamente una asignatura, frente a las 240 de un catedrático. "Tenemos facultades 'low cost': hay muy pocos profesores numerarios y en cambio muchos profesores no numerarios están dando clase voluntariamente”.

La Aneca tiene su parte de responsabilidad en cuanto al proceso de acreditación, que para este anestesista "es un plus, denota que has pasado un filtro", pero las facultades también tienen su culpa, argumenta.

“Muchos asociados son magníficos profesores y de hecho están acreditados como profesor contratado doctor o titular, pero es que muchas universidades no convocan las plazas o lo hacen tarde, porque no hay presupuesto", lamenta el decano de Santiago. 

Opina que el problema de la falta de docentes es multifactorial y no tiene una solución fácil: también pesan la falta de interés de los profesionales sanitarios en aumentar su compromiso con la docencia, por un lado, y, por otro, los posibles conflictos entre la función docente y asistencial que podrían darse en algunos servicios.

"La docencia muchas veces interviene con la asistencia y es complejo. Universidad y Sanidad son partes que conviven, pero con objetivos distintos"

“Hay gente con el mismo currículum que yo, porque hemos investigado juntos, y no se acreditan porque no quieren pasar la vida corriendo del hospital a la facultad y viceversa”, reconoce el decano. “Hay gente que no quiere, que le gusta dar clase pero no quiere hacerlo todos los días, y hay gente que no puede”. 

Y es que “si te dan una asignatura entera y no puedes atender a tus pacientes porque todos los días tienes que ir a la universidad y no hay sustituto… la docencia muchas veces interviene con la asistencia y es complejo”. En última instancia, Universidad y Sanidad "son partes que conviven, pero con objetivos distintos. No todo es tan fácil y no todo es culpa de la Aneca", explica.

"Yo en mi centro no tengo problema, pero soy anestesista y obviamente si voy a dar clase no puedo estar en el quirófano. Y si quiero investigar de verdad, no me da tiempo. Los hospitales quieren más médicos, pero no quieren que esos profesionales dejen a los enfermos sin ver. Les encanta ponerse el apellido de universitario, porque viste, pero la otra parte les gusta menos hacerla", critica.

Una clase en el Laboratorio Habilidades Clínicas y Simulación de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)
Una clase en el Laboratorio Habilidades Clínicas y Simulación de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (Foto: Mauricio Skrycky)

Problemas materiales

Volviendo al ámbito estrictamente universitario, los decanos también señalan que mantener la calidad de la docencia en Medicina exige buscar fondos para pagar aspectos más materiales. Aunque Lara reconoce que el problema es general y no sólo en este grado: "A ver qué rector piensa que recibe la financiación que necesita... lo digo en el buen sentido, por todos los proyectos que tenemos para mejorar la docencia".

"Medicina es un grado más entre los 42 que tiene la Universidad de Málaga y hay competencia entre los distintos centros por un único presupuesto. Todos piden profesores y recursos materiales, así que a ver cómo defiendes que Medicina necesita 40 profesores asociados y a Ingeniería sólo le pones dos", observa.

En cuanto a la financiación, Álvarez-Escudero critica que, para empezar, “el precio de las matrículas es muy variable según la autonomía, cuando se supone que tiene que financiar el 15% de los créditos. Hay alguna comunidad en donde me parece imposible que sea así. El precio en la privada tampoco es el mismo...hay una disparidad tremenda de criterios”.

¿Y en qué se gasta dinero la universidad que imparte el grado de Medicina, además de las nóminas de los profesores? Por ejemplo, en los equipos de simulación, que es un recurso docente muy apreciado porque es una forma de que el alumno haga formación más práctica antes de enfrentarse a los pacientes como tal.

No obstante, “los equipos de simulación son muy caros en general, aunque tienen un nivel de complejidad variable. Un modelo de adulto con posibilidad de parto son 80.000 euros, un modelo avanzado de un niño de 7 años, unos 60.000 euros. Son equipos que se deterioran por el uso continuado, así que hay que reponerlos”, explica Lara. 

Y no todo es el maniquí, advierte:  “Esa simulación debe estar acompañada por la grabación de esas sesiones, para hacer luego el análisis y que sea una actividad realmente formativa. Para la simulación clínica necesitas profesores y además te exige tiempo, no es sólo ir a dar una clase ni que los estudiantes te acompañen mientras estás en el hospital”. 

Alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid aprendiendo cómo hacer un vendaje (Foto: Mauricio Skrycky)
Alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid aprendiendo cómo hacer un vendaje (Foto: Mauricio Skrycky)

Por otra parte, los recursos online de bases de datos, de vídeos, de atlas anatómicos, revistas, etc., requieren suscripciones y pagos, recuerda Lara. “Y los hospitales no están sobrados de espacio...no sólo acogen estudiantes de Medicina, sino también de Enfermería, Ingeniería, formación profesional, residentes..."

"Se ha incrementado el número de estudiantes en la UAM con la incorporación de nuevos grados, además de Medicina. Tenemos nueve másteres oficiales y múltiples títulos propios y otras actividades docentes. Todo esto se ha hecho con el mismo espacio disponible que había hace diez años, a pesar de que el número de estudiantes se ha duplicado", explica Sánchez. 

"A veces parece que asistimos a una especie de competición por incluir alumnos en los hospitales, con una capacidad limitada”

“La enseñanza de la Medicina y Enfermería, y otras Ciencias de la Salud, es cara y requiere de instalaciones y, sobre todo, de personal cualificado. Esto no se puede improvisar si queremos docencia de calidad”, critica el decano de la UAM.

“Un aspecto que no se suele contemplar es que la realización de prácticas clínicas requiere de hospitales y centros de salud, generalmente de carácter público, que estén acreditados para la docencia y en los que se preserve la calidad y el rigor en las rotaciones clínicas de los estudiantes", recuerda Sánchez. "Se trata de un factor limitante crucial, y a veces parece que asistimos a una especie de competición por incluir alumnos en los hospitales, que tienen una capacidad obviamente limitada”.

"No se necesitan más facultades de Medicina. Lo que pasa es que las universidades cuentan con que son facultades que añaden mucho prestigio y eso va a venir acompañado de financiación, pero son facultades caras", argumenta Álvarez-Escudero. "Sólo mantener la sala de disección de cadáveres requiere de unas infraestructuras... Incluso si contamos con que las prácticas clínicas se hacen en los hospitales, para eso hace falta un número de profesores elevado. La financiación no es la adecuada y la prueba de ello es que hay déficit de profesores por todas partes".

Lamentan la apertura de nuevas facultades mientras se enfrentan a la falta de profesores permanentes y al gasto que supone la compra y renovación de material.
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