El abordaje de la enfermedad cardiovascular en jóvenes, mujeres y nonagenarios es problemático porque puede tener un comportamiento diferencial, su detección no es fácil, está infravalorada y es preciso disponer de más estudios que aporten más datos. El 42º Congreso de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) ha querido arrojar luz sobre una realidad clínica que preocupa cada vez más a los especialistas dedicando una mesa redonda al riesgo cardiovascular en estas poblaciones especiales, que ha sido moderada por Miguel Camafort Babkowski y Emilio Sacanella Meseguer, ambos del Hospital Clinic de Barcelona.
Los expertos han coincidido en demandar atención para estos colectivos aunque sin caer en el nihilismo preventivo o terapéutico. La detección precoz de la hipertensión arterial (HTA) en los jóvenes para evitar lesiones graves en órganos diana, valorar el riesgo cardiovascular de las mujeres jóvenes para que no estén infradiagnosticadas e infratratadas, y fundamentar el manejo clínico de los nonagenarios en su capacidad funcional y no en su edad, son otras de las conclusiones destacadas.
Tanto los moderadores en declaraciones a DM como Pedro Armario García, ponente en la mesa y facultativo en el Hospital Sant Joan Despí Moisés Broggi de Barcelona, han destacado la importancia de no subestimar valores altos de hipertensión arterial y de no demorar el tratamiento. “Hay que confirmar si las subidas puntuales responden a una situación anormal o no, no darle importancia puede significar después complicaciones como un ictus”, han comentado Camafort y Sacanella. Por su parte, Pedro Armario ha asegurado durante su intervención que el retraso diagnóstico y del tratamiento de la hipertensión en los jóvenes “comporta más afectación de los órganos diana y mayor riesgo cardiovascular”.
A tenor de los datos que ha aportado en el congreso, la prevalencia global de la hipertensión arterial en los jóvenes de entre 18 y 39 años es en Estados Unidos y España de alrededor del 7-12%, pero se incrementará debido al aumento de la obesidad y de los estilos de vida menos cardiosaludables. Armario ha detallado que existen tres factores que pueden contribuir a un aumento de la presión arterial (PA), que son antecedentes de hipertensión en familiares de primer grado, factores perinatales como bajo peso al nacer, historia de HTA gestacional o preeclampsia en la madre, y causas ambientales como la alimentación o el sedentarismo.
Debut a edad joven de la HTA
Las consecuencias en la salud cardiovascular pueden ser graves. Con respecto a las personas con PA óptima, las que tienen una PA normal-alta presentan un aumento del riego cardiovascular del 75% y las que tienen HTA establecida triplican dicho riesgo. Los sujetos con inicio de HTA en la edad joven presentan un riesgo mayor de desarrollar lesiones en uno de los órganos diana: el corazón; La hipertrofia ventricular izquierda, la disfunción diastólica o la calcificación coronaria son algunos ejemplos.
La detección precoz es la estrategia para reducir el riesgo: “Permite introducir precozmente cambios favorables de estilo de vida con la finalidad de prevenir la lesión de algún órgano diana o complicaciones cardiovasculares o renales”. El experto ha recordado los dos tipos distintos de HTA, la secundaria a otros problemas de salud o medicaciones, y la HTA esencial, que es mucho más frecuente y que en el adulto está determinada por factores que ocurren muchos años antes.
Para prevenir lesiones en órganos diana y/o complicaciones cardiovasculares o renales importantes, la HTA secundaria debe identificarse en tres situaciones: ante signos o síntomas de sospecha de esta HTA, si se inicia entre los 30 y 35 años, especialmente si debuta de repente, y en casos que no haya antecedentes familiares de primer grado. Tienen especial relevancia la HTA de grado II, aquella con cifras de PA ≥ 160/100 mm Hg, y sobre todo, de grado III, con cifras de PA establecida ≥ 180/110 mm Hg.
En los casos de HTA esencial de grado I (PA sistólica 140-149 mm Hg y PA diastólica 90-99 mm Hg), es preciso confirmar el diagnóstico mediante medidas ambulatoria como el MAPA e iniciar pronto cambios en el estilo de vida; si persiste la HTA establecida después de 6-12 meses, hay que iniciar el tratamiento farmacológico. Cuando existe una HTA de grado II o grado III, es recomendable derivar a los pacientes a una unidad especializada.
Cuidado con IECAS y ARA2 en mujer en edad fértil
Pedro Armario ha matizado que cuando se prescribe un tratamiento farmacológico, se debe tener en cuenta que los fármacos IECAS y los ARA2 están contraindicados en el embarazo, lo que es esencial tenerlo en cuenta en mujeres en edad fértil, ya que algunos estudios han cifrado en un 50% los embarazos no planificados.
El riesgo cardiovascular en mujeres jóvenes es inferior al de varones jóvenes, pero hay condiciones que lo aumentan como algunas enfermedades ginecológicas y obstétricas (hipertensión en el embarazo, diabetes gestacional, ovario poliquístico, etc.), o el hecho de que las enfermedades reumatológicas crónicas inflamatorias son más prevalentes en las mujeres que en los varones, tal y como ha puesto de manifiesto José Ignacio Cuende Molero, del Complejo Asistencial de Palencia.
“Es fundamental valorar adecuadamente el riesgo cardiovascular porque según sea ese nivel de riesgo, hay que tomar determinadas medidas terapéuticas como la antiagregación o la toma de hipolipemiantes. Si no se valora bien el riesgo cardiovascular en las mujeres puede haber un infratratamiento y una infrautilización de técnicas diagnósticas en ellas”, ha advertido.
En nonagenarios
Los nonagenarios han sido el tercer polo de atención del debate. Carmen Suárez Fernández, del Hospital Universitario La Princesa de Madrid, ha destacado que, según el Instituto Nacional de Estadística, son un grupo etario que se ha multiplicado en un 250% entre los años 2000 y 2021. Pero su principal causa de muerte no es la enfermedad cardiovascular, sino las infecciones.
Suarez ha subrayado que la edad per se no es una razón para prescribir o desprescribir un tratamiento; el médico debe valorar la funcionalidad y las preferencias del paciente: “No es lo mismo iniciar una terapia preventiva que retirarla, y es importante generar información sobre el beneficio de la prevención cardiovascular en este grupo etario”.
En este sentido, ha señalado que mientras existen evidencias que apoyan el tratamiento de la hipertensión y la utilización de anticoagulantes para la prevención del ictus embólico, en presencia de fibrilación auricular, no existe certeza clara que apoye el beneficio del tratamiento para descender el colesterol.
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