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domingo, 28 de noviembre de 2021

Salud mental: más recursos y mejor financiación y encaje en el SNS

Editorial
saradomingo
Lun, 29/11/2021 - 08:00
Bienestar emocional
La pandemia covídica ha impactado en la salud mental.
La pandemia covídica ha impactado en la salud mental.

La Proposición de Ley General de Salud Mental, presentada en el Congreso de los Diputados por el Grupo Parlamentario Confederal de  Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común (se publicó en el Boletín Oficial de las Cortes Generales el pasado 17 de septiembre), reza en su exposición de motivos: “Asumiendo que la salud mental presenta un componente social importante y que las personas tienen reconocido a nivel interno e internacional el derecho al más alto nivel de bienestar físico, mental y social, no parece razonable relegar la salud mental al ámbito privado y familiar, sino que es necesario generar normas, programas y políticas públicas convenientes, practicables y evaluables que den respuesta a las necesidades reales de las personas beneficiarlas. Asimismo, es necesario regular qué profesionales van a intervenir y desde qué ámbitos, contemplando  competencias y atribuciones, de manera que la respuesta sea eficaz, científica, multidisciplinar y completa. (…) el desconocimiento hacia  dónde dirigirse y la falta de recursos públicos provoca que buena parte de la población con problemas de salud mental no solicite ayuda”.

Este proyecto entró en la cámara baja tiempo después de que, en mitad de una sesión de control al Gobierno, el diputado del PP Carmelo Romero le gritara "vete al médico" al portavoz de Más País, Iñigo Errejón, cuando este preguntaba al presidente, Pedro Sánchez, por la salud mental de los españoles tras la pandemia y el confinamiento. Y hay que aplaudir que, en la misma sede de la soberanía popular, ahora se vaya a debatir un proyecto tan relevante para la ciudadanía, los pacientes con problemas de salud mental y la sanidad pública. La enfermedad mental es desde hace ya demasiadas décadas la cenicienta del Sistema Nacional de Salud (SNS).

También hay que aplaudir que el pasado 9 de octubre Sánchez, junto con la ministra de Sanidad, Carolina Darias, presentase el nuevo Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y Covid-19, en un acto celebrado en La Moncloa con motivo del Día Mundial de la Salud Mental. En su intervención, el presidente manifestó que la salud mental es "una prioridad para este Gobierno" y "solo mediante la concienciación social y el compromiso sanitario y político podemos afrontar este gran reto que tenemos por delante".

Ese plan de Acción complementa la Estrategia de Salud Mental aprobada en 2006 y cuenta con una dotación de 100 millones de euros. Desde 2019, el Gobierno impulsa la renovación de esa estrategia con la participación de expertos y de pacientes. Busca lograr la mejora de la atención a la salud mental en todos los niveles del SNS -tanto en atención hospitalaria como primaria-, junto al impulso a la Formación Sanitaria Especializada en salud mental, la sensibilización y la lucha contra la estigmatización, la prevención de las conductas adictivas, la promoción del bienestar emocional -poniendo el foco en la infancia, la adolescencia y otros grupos vulnerables como las mujeres o los mayores- y la mejora de la prevención, la detección y la atención de la conducta suicida.

España, hay que insistir, arrastra un largo problema con la salud mental, evidenciado más que nunca por la pandemia de covid-19, y no cabe atrasar más su solución por parte de las administraciones competentes.

La pregunta clave es si deben hacerlo de la mano de una ley específica o, por el contrario, de una estrategia ambiciosa, que precise recursos para atender de manera integral todo tipo de patologías mentales, al margen de su nivel de gravedad, y defina una dotación económica suficiente  que no dependa de los vaivenes de los presupuestos anuales de Gobierno central y comunidades autónomas.

De entrada, no parece lógica una ley para patología psiquiátrica, como tampoco la tendría una norma específica para patología oncológica, cardiovascular, endocrina o pulmonar.

La solución es integrar mejor la salud mental en el sistema sanitario, dotarla de recursos humanos y técnicos suficientes, invertir en investigación y en formación y, especialmente, confiar más en sus especialistas. “No existe ningún punto de partida si no se sabe bien a donde ir” es una frase célebre de Sigmund Freud (1856-1939, médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX).

No se pierdan el diálogo entre  el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York Luis Rojas Marcos y el presidente de la Sociedad Española de Psiquitría, Celos Arango, con el que abrimos esta edición.

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