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martes, 10 de mayo de 2022

La huella de Ramón y Cajal

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Mar, 10/05/2022 - 09:52
Firma invitada: Jorge Carrión
Anfiteatro anatómico de Barcelona (s. XVIII), en la Real Academia de Medicina de Cataluña.
Anfiteatro anatómico de Barcelona (s. XVIII), en la Real Academia de Medicina de Cataluña.

Santiago Ramón y Cajal fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Medicina de Barcelona hace exactamente un siglo. El 10 de mayo de 1922 se llevó a cabo la ceremonia de homenaje. En la fachada de la institución hay una placa del año 2000 que recuerda que el doctor fue catedrático de Histología de la Universidad de Barcelona entre 1887 y 1892; y en la del número 7 de la cercana calle del Notariat, otra señala que en 1888 descubrió allí la teoría de la neurona. Sobre el icónico anfiteatro de anatomía del siglo XVIII, donde se llevaron a cabo tanto disecciones como demostraciones de máquinas de rayos X, se destacan cuatro apellidos insignes en grandes letras doradas: Mata, Gimbernat, Servet y Cajal. Su figura es fascinante. No hay más que leer Cajal (Alianza Editorial), de Francisco Cánovas Sánchez, para recordar que además de científico, profesor y premio Nobel de Medicina, fue fotógrafo (uno de los primeros de España en hacer fotografías en color e instantáneas, precursor del microfilm y autor de imágenes tridimensionales de las células nerviosas), dibujante (de retratos, caricaturas, paisajes y, sobre todo, células: sus láminas anatómicas siguen siendo pura hipnosis) y pedagogo, escritor e intelectual (cronista, articulista, divulgador, autor de unas excelentes memorias, voz moral junto a Benito Pérez Galdós o Miguel de Unamuno). Bueno, y, por si fuera poco, culturista.

«Cajal tuvo una visión global de la cultura humanista y científica», escribe su biógrafo. El reciente nombramiento de Asunción Gómez-Pérez como académica de la Real Academia Española (RAE) demuestra que ese espíritu sigue vivo. Licenciada en Informática, doctora en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, tiene consolidados treinta y tres registros de software y es la ideóloga del nuevo portal de datos abiertos, con tecnología semántica, de la Biblioteca Nacional. Es una autoridad en la relación de las redes neuronales con el lenguaje. Antes de ella estuvo en la RAE la bioquímica Margarita Salas, que falleció en el 2019 tras realizar importantes aportaciones en el campo de la lectura de la genética. El físico José Manuel Sánchez Ron, en la actualidad, o el médico Gregorio Marañón, en la época de Ramón y Cajal, también son hipervínculos entre las letras y las ciencias.

Son más necesarios que nunca. La educación secundaria significa una escisión, un divorcio. Las carreras universitarias insisten en la especialización. Si quieres seguir aprendiendo en el otro campo tienes que hacerlo, como el descubridor de las neuronas, en tu tiempo libre. Pero hay que persistir. La tecnología y la investigación científica cada vez son más misteriosas y complejas. Si no hacemos un esfuerzo colectivo por entenderlas, narrarlas, convertirlas en ensayo o en poesía o en ficción, estamos condenados a creer en ellas como nuevos dioses fascinantes, terribles, sin sentido.

Jorge Carrión
Nota publicada originalmente en La Vanguardia; reproducida aquí con autorización del autor

El 10 de mayo de 1922, hoy hace exactamente un siglo, Santiago Ramón y Cajal fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Medicina de Barcelona. Off Jorge Carrión Off

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