No es extraño que los profesionales de las unidades de hospitalización breve de psiquiatría se enfrenten a gritos, amenazas e insultos, episodios de agitación en los que puede haber agresiones, con la tensión que esto conlleva. “No son pocos los profesionales, principalmente de enfermería, que resultan lesionados durante una agitación o contención y tampoco son despreciables las bajas laborales”, señala el presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría, José Ramón Silveira Rodríguez.
La agitación psicomotriz constituye la principal dificultad debido a su frecuencia y a la repercusión sobre el paciente y el profesional, siendo la contención mecánica una decisión terapéutica a veces ineludible pese a su complejidad. La primera consecuencia es el sufrimiento del paciente, se siente vulnerable y tiene miedo: “Cualquier exceso en el abordaje puede hacer que se sienta agredido, lo que empeora el cuadro. Es fundamental la proporcionalidad en la indicación, la intensidad y la duración”.
Son situaciones en las que se debe favorecer un ambiente neutro para la exploración, con espacios cómodos, temperatura adecuada, evitando la mala iluminación y los ruidos excesivos, transmitiendo calma y bienestar. Hay que intentar identificar a las personas con mayor riesgo según sus antecedentes y signos de alarma en el afecto (ira, irritabilidad, ansiedad extrema), el lenguaje (grosero, sarcástico, demandante) y la motricidad (tensión muscular, contracción de labios, puños, mirada desafiante, búsqueda de objetos arrojadizos).
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