Guardería, infancia, adolescencia, formación profesional, universidad, formación continuada... Varias generaciones y qué generaciones. Nuestro presente y los seres humanos que se encargarán del futuro.
Tenemos miedo a confundirnos con las soluciones ante la crisis sanitaria y la crisis económica. Pero no olvidemos la posible crisis educativa que se puede generar si no acometemos ya la pendiente e imprescindible reconversión del sistema educativo.
La Covid-19 ha echado un pulso a nuestra salud, nuestra economía, y también nuestra educación.
Las familias, siempre las familias, están haciendo un gran esfuerzo para que los niños no hayan sufrido demasiado física, psicológica y a nivel educativo, en esta pandemia.
Los profesores en todos sus ámbitos de ejercicio profesional, al inicio de la pandemia, apostaron por la necesidad de incorporar clases online y en estas fechas poderlo hacer compatible con las clases presenciales, siempre bajo las imprescindibles medidas de seguridad, y así poder evitar una mayor brecha, un mayor daño colateral, que el Coronavirus nos quiere producir.
A nivel mundial y según informes de UNESCO, “la pandemia de Covid-19 esta provocando trastornos sin precedentes en el ámbito educativo con más de 1.200 millones de alumnos y de jóvenes afectados por el cierre de las escuelas y universidades en todo el mundo”.
Esta situación ha puesto en evidencia la fragilidad de los servicios públicos tales como la educación y la salud para hacer frente a la crisis, y también nos ha enfrentado a importantes dudas sobre el impacto de la misma en los derechos humanos, ahora y después de la crisis.
El Secretario General de las Naciones Unidas, advirtió en un informe publicado en abril de 2020 que “la crisis económica y social podía convertirse rápidamente en una crisis de los derechos humanos, pues todas las medidas de urgencia tomadas deben ser legales, necesarias para la protección de las personas, equilibradas y no discriminatorias. Las medidas de emergencia y legislativas adoptadas rápidamente durante una situación cambiante podrían usurpar los derechos más allá de los límites necesarios”.
Por todo lo anterior, UNESCO ha presentado la Coalición Mundial de Educación como una iniciativa multisectorial para responder a las necesidades urgentes de la educación.
Según sus documentos y cito textualmente: “trabajan conjuntamente con el objetivo de cubrir la brecha existente entre educación y justicia, y así permitir que los niños y jóvenes comprendan y ejerzan sus derechos, piensen de manera crítica, tengan criterios éticos sólidos, actúen con integridad, combatan las injusticias y promuevan las sociedades justas. La educación es un aliado clave en la defensa de los derechos y en la protección del estado de derecho, así como un elemento esencial en las situaciones de crisis. Pues, como podemos defender nuestros propios derechos cuando desconocemos cuáles son”.
Recordemos también, la reciente alerta la OMS sobre que “los niños, y en particular las niñas, que aprenden -desde su más temprana edad en la escuela- sus derechos para protegerse contra los abusos y la violencia sexual, son menos vulnerables a verse afectados por esta situación. Estas cuestiones se vuelven más importantes durante el periodo de epidemias, como sucede con la violencia contra las mujeres que tiende a aumentar durante las situaciones de emergencia“.
Volviendo al plano nacional, ahora toca a nuestros políticos asegurar que la vuelta a la educación presencial de nuestra infancia y juventud, se haga con medidas de Estado y cogobernanza autonómica, para que se implante un nuevo modelo educativo acorde a estos nuevos tiempos.
Ahora, la educación presencial reinicia su actividad, y tiene que hacerse con inteligencia, apoyándose en los expertos reales, sin politiqueos ni sectarismos, y con el objetivo prioritario de asegurar este derecho y deber fundamental que es la educación de las siguientes generaciones.
Debemos entender lo que nos jugamos.
Hemos perdido vidas y vida por esta crisis sanitaria, hemos perdido economía, pero por favor, no perdamos la capacidad de educar mejor a las nuevas generaciones. Es un gran compromiso, un gran reto y una nueva gran oportunidad de mejorar los fallos del pasado y poder acometer una reconversión, también en Educación.
Una nueva educación que refuerce a nuestra juventud, entre otros, en los valores éticos del altruismo, la solidaridad y la generosidad.
Menos crispación y más educación.
Off Carmen Peña. Farmacéutica Opinión Opinión Opinión Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3h6d7et
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