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viernes, 13 de noviembre de 2020

"La dignidad humana ha estado por encima de las situaciones de riesgo"

Psiquiatría
raquelserrano
Sáb, 14/11/2020 - 07:00
Apoyando la salud mental del profesional
Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Desde el minuto cero de la primera ola de la pandemia por covid-19, Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), intuyó que había que gestionar los recursos emocionales de los profesionales sanitarios que se estaban enfrentando, no sólo a una enfermedad desconocida, por la que entre los meses de abril y mayo ingresaron en este centro 1.100 personas, sino también a sí mismos, al miedo al contagio, que en algunos casos les paralizaron, a la incertidumbre que supone lo desconocido, a la muerte de tantos pacientes, a la sensación de no llegar a todo, al cansancio extremo.

Sin embargo, esos mismos profesionales, entendieron que “la dignidad humana está por encima de las situaciones de riesgo”, una actuación impagable que se reconoce en esta serie de entrevistas del homenaje #Admirables de Diario Médico y Correo Farmacéutico.

PREGUNTA. Psiquiatras y Psicólogos del Gregorio Marañón fueron de los primeros que se pusieron al servicio de la salud mental de sus compañeros. ¿Qué estaba ocurriendo?

RESPUESTA. Nos dimos cuenta que teníamos que gestionar los recursos emocionales de los profesionales sanitarios expuestos durante un tiempo, entonces indeterminado porque no sabíamos lo que iba a durar la situación, a una demanda excesiva, tanto en la cantidad como en la cualidad del trabajo. Desde el primer momento el mensaje fue “date un respiro”. Los corredores de maratón saben que si se empieza muy fuerte no se termina la carrera. Así, planteamos que era mucho mejor un profesional sanitario al 90% de su tiempo para cubrir 6 meses que al 100%  para un solo mes.

P. ¿Empiezan entonces diferentes programas para atender a sanitarios, pero también a pacientes y a familias?

R. Gestionar la implicación y el desbordamiento que teníamos, desde el minuto cero, fue uno de los motivos por los que iniciamos los grupos de desahogo que empiezan en el mes de marzo y que en el pico más elevado de la pandemia llegaron a funcionar los 7 días de la semana en turnos de mañana, tarde y noche. En los meses de abril y mayo, el Gregorio Marañón era un 'hospital covid,' con más de 1.100 pacientes afectados. Ha sido fundamental actuar de forma preventiva y no reactiva, esperando que la situación explotara, que luego lo ha hecho, ya que a fecha de hoy aún tenemos 400 sanitarios en seguimiento por algún problema de salud mental relacionado con la covid. El reto era intentar que el personal -médicos, enfermeras, celadores, personal de limpieza- no se llevara el problema a casa, que no se desbordara, que se regulara, que compartiera sus sentimientos. Con todos ellos se hicieron grupos de desahogo. También tuvimos un programa en el que, de forma presencial o por videoconferencia, se ofrecía apoyo emocional.

P. ¿Cambió por completo la estructura del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental en esos meses?

R. Se dio la vuelta entera a los recursos. En la interconsulta, que son los profesionales que trabajan con otros compañeros en ingresos no psiquiátricos, tenemos habitualmente 3 psiquiatras y tres psicólogos. En ese momento, llegamos a tener 26 psiquiatras y psicólogos en menos de dos semanas. Tuvimos que reorganizar los recursos atendiendo a la demanda, que estaba en los pacientes ingresados que estaban falleciendo, en los duelos de sus familiares y en los profesionales sanitarios que estaban en primera línea y algunos de los cuales ya empezaban a experimentar síntomas como ansiedad, depresión y estrés postraumático. Por ello, hicimos una apuesta preventiva para evitar, en la medida de lo posible, que eso sucediera.

P. El análisis de estos meses sugiere que la apuesta por la prevención ha funcionado? ¿Habría ahora más profesionales ‘tocados’ si no se hubieran desarrollados estos programas?

R. Estoy convencido que la flexibilidad que tuvimos a la hora de hacer una reorganización o redivisión de los recursos fue y ha sido fundamental para que las consecuencias, teniendo en cuenta que nuestro centro tiene más de 8.500 trabajadores, se hayan minimizado. Aunque han sido importantes, es muy posible que de no haber actuado, hubieran sido más elevadas.

Hicimos una apuesta preventiva por la salud mental para minimizar las consecuencias que, después hemos comprobado, ha supuesto la covid-19. De no haber actuado, es muy posible que las secuelas hubieran sido más elevadas 

P. De hecho, esa reconversión en el Gregorio Marañón se ha puesto como ejemplo en un reciente documento de la ONU.

R. Sí, En un informe sobre Covid y Salud Mental, este organismo cita la experiencia en Madrid al Gregorio Marañón y recoge que tuvo que reconvertir el 60% de sus camas de Salud Mental para pacientes con covid, reduciendo el número de personas que se atendían en Urgencias, hasta un 75%. Fuimos pioneros en esta flexibilidad, pero no hay que olvidar que también fuimos el tercer país del mundo en afectación en aquellos momentos.

P. ¿De todas las experiencias asistenciales que se han vivido, hay alguna que le haya sobrecogido especialmente?

R. Recuerdo, sobre todo, la enorme angustia que vivían los sanitarios cuando se infectaban y tenían que quedarse en casa. Se sentían inútiles y su mayor dolor era la sensación de que abandonaban a sus compañeros. En lugar de preocuparse por su infección, de cómo podía afectarles a ellos y a sus familias, mostraban sensación de angustia de no poder seguir ayudando a sus compañeros. En esta situación, recuerdo a una persona que el primer día de reincorporación al hospital después de pasar la covid, sufrió una crisis tan grande de ansiedad que se quedó paralizada y agarrada al volante de su coche.

P. ¿Qué análisis realiza un psiquiatra, que ha estado también en el frente, de estos comportamientos?

R. Además del miedo a lo desconocido y al contagio, que es completamente normal, se nos ha enseñado que debemos realizar una medicina humanizada que, dadas las circunstancias de seguridad, no se pudo practicar, combinado todo ello con una sensación de fracaso, de haber fallado al paciente, a pesar de que quien realmente falló fue el sistema; no había camas de UCI ni personal. Sin embargo, y finalmente, todo eso se impregna en el profesional: quien se muere es la persona que trata, quien no tenía cama UCI es con quien él ha estado.

P. ¿De entre todos los profesionales sanitarios, ha habido algún grupo con mayor presión y que haya repercutido más en su salud mental?

R. Aunque la presión ha sido similar en todos los profesionales, tal vez la supervisión de Enfermería han sido los que más han sufrido porque tenían una doble carga: la responsabilidad frente a su equipo y la falta de medios de protección. En las supervisoras de Enfermería, que muchas de ellas lo fueron de UCIs pero que procedían de otras especialidades y que trabajaron en condiciones muy precarias, hemos detectado un desgaste emocional muy importante. También en médicos que no estaban acostumbrados a realizar este tipo de trabajo, como sí ocurre con los profesionales de intensivos, por ejemplo.

P. Uno de los programas de mayor carga humana, en el que el Gregorio Marañón fue también pionero, fue el denominado exitus a través del cual los profesionales de salud mental facilitaban el contacto de la familia con un paciente que iba a morir ¿Cómo se planteó esta gestión?

R. Desde el primer momento, el equipo de Psiquiatría y Psicología se planteó qué podía hacer para ayudar y descargar a los compañeros que trataban pacientes covid y que tenían que dar malas noticias. Aquí entra todo lo relativo al proceso de la muerte que pasa por la comunicación e información a los familiares sobre lo que va a suceder, la visita, voluntaria, de despedida una vez que el paciente ha fallecido y el seguimiento posterior del duelo de los familiares de primer grado. Es un programa del que estamos muy orgullosos porque, en un primer momento, se planteó que no hubiera visita para despedidas por todo lo que ello suponía. Pero, los profesionales de este hospital fueron tajantes y respondieron al unísono: “la dignidad humana está por encima de cualquier situación de riesgo, que puede ser perfectamente asumible, pero que supera en beneficios tanto para la persona que muere como para la que se despide, atendiendo a los valores humanos que entraña la medicina. No obstante, el momento de la despedida era complejo y muy triste; la familia debía elegir quién entraba y no podía haber contacto físico. Una sola persona estaba en la habitación y provisto de un EPI. En la mayoría de los casos, el familiar prefería estar a solas, pero también podía estar acompañado de un profesional de la salud mental. En muy poco tiempo había que expresar la pena, hacer un recorrido por toda una vida y en nombre de toda la familia y de los que no podían estar allí. Actualmente, estamos realizando un seguimiento de familiares de primer grado de las 800 personas que han muerto por covid en este hospital para concretar si han hecho o no un duelo complicado. También estamos muy orgullosos de que, en tiempo récord, de horas, y gracias a la colaboración de la Fundación Orange, conseguimos que en el hospital hubiera wifi gratis en todas las unidades, y se repartieran ‘tablets’ a todos los servicios para que los pacientes pudieran comunicarse con sus familias por videoconferencia, lo que disminuyó mucho su angustia.

 

El programa exitus facilitaba la despedida de un solo familiar al ser querido que había fallecido. Ha sido complejo, por la situación de riesgo,  y dramático porque, en muy poco tiempo, tenía que expresar la pena y hacer un recorrido por toda una vida. Pero, ha merecido la pena

P. ¿Los profesionales siguen actualmente demandando asistencia mental. Se mantienen los programas destinados a ello?

R. Mantenemos la terapia grupal e individual a todos los profesionales que lo solicitan, así como el seguimiento de familiares de primer grado de personas fallecidas. Otra iniciativa pionera en España es que formamos parte de un equipo multidisciplinar, formado por internista, neumólogo, rehabilitador, nutricionista y psiquiatra, en el que se valora a todos los pacientes a los que se les da alta en UCI porque vemos que presentan secuelas, físicas  y emocionales.

P. ¿Os consideráis Admirables?

R. No. Lo que estamos es muy orgullosos de haber hecho, lo mejor que sabemos y hemos podido, el trabajo que nos tocaba y el que nos tocará hacer porque este virus se ha cargado la medicina preventiva. La Primaria está colapsada y todas las patologías que van llegando lo hacen con mayor gravedad. La detección y el tratamiento precoces han eliminado la medicina preventiva y la psiquiatría preventiva, aspectos por los que hemos luchado tantos años y que deberemos recuperar de nuevo. 

Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha sido testigo de situaciones dramáticas que han minado la salud mental de sanitarios y pacientes. Anticiparse ha sido esencial para luchar contra este 'efecto secundario' de la covid-19 Admirables Off Raquel Serrano Off

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