Se ha evitado la tala de más de 165.000 árboles (el equivalente a diez parques de El Retiro, de Madrid) y más de 47 millones de toneladas de CO2. Además, se han ahorrado más de 300 millones de litros de agua, más de 350 millones de kilowatios y más de 55 millones de litros de petróleo. Este es el balance de veinte años de andadura de Sigre, que comenzó su actividad en 2001 con un doble propósito: uno medioambiental, de evitar que los restos de medicamentos y sus envases se tiren a la basura o al desagüe y dar un tratamiento medioambiental adecuado a los envases y restos de medicamentos, y otro sociosanitario, de retirar de los hogares los restos de tratamientos ya finalizados, los medicamentos caducados o que estén en mal estado así como evitar accidentes, sustracciones, tráfico ilícito y falsificaciones.
En este vigésimo aniversario de Sigre, su director general Juan Carlos Mampaso destaca en esta entrevista con CF cuáles han sido los grandes hitos alcanzados en estas dos décadas y qué retos de futuro tienen.
PREGUNTA: ¿Cuál ha sido el mayor logro de Sigre en estos veinte años?
RESPUESTA: Hacer realidad el compromiso social y medioambiental del sector farmacéutico de crear este sistema ylograr que reciclar los medicamentos fuera un hábito de los ciudadanos.
P: Sigre es un ejemplo de proyecto colaborativo. ¿Cree que en los próximos veinte años se podría sumar algún otro agente?
R: Están todos los que son y esto es parte del éxito de Sigre. Están todos porque somos un modelo Scrap, siglas de Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor, que es una política ambiental liderada por Europa, que se está extendiendo a todo el mundo, y que de alguna manera hace responsable al productor/fabricante de hacerse cargo del residuo de su producto una vez utilizado y finalizado su ciclo de vida, y no solo se refiere al productor sino que hay una responsabilidad compartida por todos los que actúan en la cadena. En nuestro caso está muy claro y está muy definido.
P: ¿Echa en falta a la Administración?
R: La Administración cumple un papel de control, supervisión y autorización. En este caso, tenemos, por un lado, la Administración medioambiental de la que dependemos y es la que nos autoriza, nos controla y nos supervisa. De momento, aunque la tendencia es que haya una autorización única, en estos 20 años la licencia de funcionamiento y la supervisión se hacen en cada una de las comunidades autónomas, con lo cual estamos autorizados en 17 comunidades y 2 ciudades autónomas a las que tenemos que reportar periódicamente con un informe anual muy exhaustivo y con unas renovaciones periódicas cada cinco años. Esto, aunque es penoso para Sigre, porque, a veces, los requisitos no son homogéneos, de cara al ciudadano supone tranquilidad porque estamos vigilados por 19 autoridades ambientales. Por otro lado, tenemos la Administración sanitaria, en este caso la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), que ha estado siempre muy cerca de Sigre. Desde el principio autorizó algo insólito entonces, como introducir el símbolo de Sigre en los envases de los medicamentos junto a otros símbolos. Además, es obligatorio que todos los laboratorios antes de la comercialización del producto presenten un certificado de adhesión a Sigre. También hizo que en el prospecto de todos los medicamentos se introdujera una leyenda tan importante como la obligación de deshacerse correctamente de todos los medicamentos caducados y no utilizados y sus envases a través del Punto Sigre.
“Todo el circuito de sigre está controlado y es imposible que se desvíe ni un medicamento”
P: ¿Cuáles son las innovaciones tecnológicas realizadas en la planta de Sigre en los últimos años?
R: Inauguramos la primera planta en Cerceda (La Coruña) hace veinte años y era una planta semiautomática, con bastante intervención manual. Luego la sustituimos en 2012 por otra situada en Tudela de Duero, (Valladolid), que ya tenía muchos automatismos. Pero la última renovación ha sido aumentar el grado de automatización e introducir herramientas de inteligencia artificial y robótica. Así, tenemos un robot que hace la clasificación automática de medicamentos y de impropios, y con eso hemos agilizado y optimizado el proceso de selección de reciclado y mejorado todas las fracciones que hacemos. Otro tema que nos preocupa mucho es el control y la trazabilidad. En España, aunque menos, siempre ha habido una preocupación por un posible tráfico ilícito, falsificaciones… Nosotros queremos dar la máxima tranquilidad porque todo el circuito de Sigre está controlado y trazado y es prácticamente imposible que se desvíe ni un medicamento de ese circuito. Aquí se ha introducido todo el tema de trazabilidad con etiquetas de radiofrecuencia y actos de control.
P: La sociedad cada vez está más concienciada con el medio ambiente, pero ¿en qué grupos de población habría que incidir más?
R: Los colectivos que van más a la farmacia están muy sensibilizados. En el último sondeo, hay uno muy asiduo a las farmacias que es el de las madres con hijos pequeños y el 94% de este grupo lo conoce y recicla; lo mismo pasa con los mayores polimedicados. Incluso en los mayores de 40, el conocimiento es muy alto, del 92%. Quedaría un sector, que es el de la gente más joven, de menos de cuarenta, en los que es menos conocido porque no son usuarios habituales de la farmacia. Pero estamos haciendo un esfuerzo de información y formación en redes sociales, con módulos educativos para Educación Primaria y Secundaria, entre otras acciones. A nivel colectivo, la asignatura pendiente para todos es llevar los envases vacíos no solo cuando haya restos de medicamentos sino cuando lo han terminado, porque siempre hay restos de medicación.
“En general, el cumplimiento de los tratamientos es una asignatura pendiente”
P: Además de su objetivo medioambiental, Sigre persigue que se haga un uso adecuado de los medicamentos. ¿Cree que la sociedad española ha avanzado en este sentido?
R: El cumplimiento de los tratamientos es una asignatura pendiente y Sigre contribuye en la medida de sus posibilidades a que se apruebe. Nosotros tenemos un objetivo de salud pública, fomentando la revisión periódica de los botiquines, que no haya acumulación de medicamentos, haciendo hincapié en el cumplimiento de las prescripciones y evitando la automedicación incontrolada. Hacemos, en este sentido, un gran esfuerzo de comunicación al ciudadano con mensajes de salud pública, ya que el cuidado medioambiental está muy asimilado y existe lo que llamamos efecto pila, y es que la gente ya no tira los medicamentos por el retrete o el lavabo porque le da cargo de conciencia. También colaboramos en el Plan de Resistencia a los Antibióticos y en el Plan Nacional de Salud y Medio Ambiente. Sigre también es un recurso que lo utilizan las autoridades para fomentar el uso correcto de los medicamentos.
P: Uno de los objetivos futuros será internacionalizar el modelo Sigre. ¿Cómo lo van a hacer?
R: El hito más importante en este sentido es la creación de la Red Iberoamericana de Programas Postconsumo de Medicamentos, porque allí están siguiendo las normativas europeas y están en un momento de explosión de legislación que les falta cuajar. Esta red, que presidimos, es una forma muy interesante de exportar, enseñar y aplicar nuestras experiencias.
P: ¿Van a seguir haciendo acciones pensando en reforzar la formación de los farmacéuticos?
R: El farmacéutico es nuestro embajador frente a los ciudadanos, es nuestra cara visible y es fundamental que esté motivado e informado. Tenemos unos módulos formativos de gestión de residuos en la farmacia y en la industria y hemos actualizado la Guía práctica del Punto Sigre. Además, tenemos Ecofarmacia, una web interactiva que facilita al farmacéutico hasta 77 actividades que puede realizar en pro del medio ambiente. Está teniendo bastante éxito de visitas e interacciones y queremos mejorarla y potenciarla de cara al futuro.
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