Hasta un 15% de todos los pacientes con covid-19 pueden presentar sintomatología persistente semanas o incluso meses después de la infección inicial, según varios estudios recogidos en un informe publicado esta semana por el Grupo Colaborativo Multidisciplinar para el Seguimiento Científico de la Covid-19 (GCMSC), promovido por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB), con el apoyo de la Asociación Catalana de Centros de Investigación (ACER).
En ese documento proponen usar el término Síndrome de Covid postagudo (PACS, por sus siglas en inglés), que incluye dos subgrupos no excluyentes: covid prolongado, de síntomas más allá de las cuatro semanas que podían estar o no presentes desde la fase aguda o aparecer posteriormente en sujetos asintomáticos y que no son resultado de un mal orgánico irreversible; y secuela, mal orgánico irreversible después de 12 semanas desde la infección y que puede representar diferentes grados de disfunción permanente y síntomas relacionados.
Instan asimismo al uso de un código CIE específico para este síndrome y sus fenotipos clínicos, para facilitar su identificación y permitir un seguimiento adecuado y la realización de estudios comparativos que permitan una evaluación de impacto a nivel mundial.
Son varios los expertos y entidades que han recomendado organizar circuitos para los afectados y varios también los centros que han abierto o están creado unidades específicas para estos pacientes. Entre ellos, el Instituto Guttmann de Barcelona, que dispone de un programa de detección precoz y tratamiento de secuelas post-covid que incluye rehabilitación funcional, neurológica-motora, cognitiva-conductual, emocional y respiratoria.
Un estudio de este centro entre ingresados con covid-19, el 52% de los cuales estuvo en la UCI una media de 40 días, que sumados a ingreso en planta fueron de media 76 días en total, concluye que el motivo de consulta por secuelas al alta es básicamente el de la persistencia de la fatiga (87,5%), que afecta a la autonomía y a la calidad de vida. El 65% refiere sensación de falta de aire y el 40%, problemas cognitivos. Con su programa han visto que “hay mejora y que la repercusión es muy positiva para el paciente, que también encuentra un lugar donde le hacen caso, le explican lo que le está pasando, y eso, le quita ansiedad y depresión”.
La Sociedad Española de Medicina y Seguridad del Trabajo (SEMST) dispone de la Guía Clínica para la Atención al paciente COVID persistente / Long COVID, en la que han participado un total de 48 sociedades científicas, asociaciones científico-médicas y asociaciones de pacientes. También hay una guía elaborada por los colectivos de pacientes Long Covid ACTS y la Sociedad de Médicos Generales y de Familia (SEMG), con la colaboración de diferentes sociedades científicas, entre ellas la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), y otras entidades de pacientes.
Un estudio publicado precisamente por SEMG, de la Gerencia del Área Sanitaria de Lugo, A Mariña y Monforte de Lemos (Lugo), indica que al menos un 10 % de los contagiados pueden presentar síntomas que persisten más allá de las 12 semanas y que, “el reconocimiento está lejos de alcanzarse debido, en gran parte, a dudas respecto al diagnóstico de partida”. Y añade: “Exigir una PCR positiva en la orofaringe en algún momento del curso clínico de los pacientes con LC en la primera ola de la pandemia en España constituye una incoherencia con lo sucedido, y una penalización de los afectados a los que en un primer momento se negó la prueba y ahora se les niega un diagnóstico por no aportar un resultado positivo de la misma”.
La Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa), que también dispone de un documento para la atención integral al paciente post-covid, defiende, entre otras medidas, que hay que diseñar los protocolos necesarios para que los pacientes que han superado la infección por covid-19 tengan acceso a una atención multidisciplinar capaz de atender sus necesidades clínicas así como prevenir posibles eventos posteriores; desarrollar los mecanismos necesarios para asegurar la coordinación asistencial entre especialidades, entre niveles asistenciales y entre la esfera sanitaria y la social, y poner en marcha las acciones adecuadas para asegurar la equidad y reducir la variabilidad asistencial en la atención y seguimiento clínico a los pacientes post-covid en el conjunto del SNS (protocolos y modelos asistenciales consensuados, listas de verificación, guías clínicas...).
Los gobiernos de algunas comunidades autónomas, por su parte, también disponen de planes y protocolos. Hay ya, por tanto, ríos de tinta al respecto. La pregunta es si los miles de afectados, especialmente los que han visto mermada su calidad de vida hasta el punto de no poder realizar actividades cotidianas y mucho menos trabajar, están recibiendo la atención que precisan o no.
“Si tienes alguno de estos síntomas de manera prolongada tras el diagnóstico o la sospecha de haber pasado la covid-19 puedes consultar con tu médica/o de Atención Primaria”, dice en una infografía al respecto el Ministerio de Sanidad. Pero estamos en las mismas: ¿tiene recursos y está preparado este nivel asistencial en todas las autonomías para afrontar la demanda asistencial por este problema?
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