La cruz verde nunca se apaga, ni en pandemia ni en una guerra como la de Ucrania, que comenzó hace 19 días, el 24 de febrero. Hoy, con las tropas rusas a menos de 30 kilómetros de la capital, las farmacias (anteka, en ucraniano y en ruso) siguen en pie, con los farmacéuticos enfundados en chalecos antibalas sobre sus batas blancas, tras el mostrador; aunque no sea más que para dar ánimos y decir: "Lo siento, no nos queda insulina". Y es que el transporte de medicamentos y productos sanitarios cada vez es más arduo. Especialmente, como claman desde Ucrania, porque "la ayuda humanitaria puede llegar a las regiones que están bajo control ucraniano, pero llevarla a los territorios ocupados por invasores es casi imposible".
Así lo viene denunciando desde el 3 de marzo Oleg Klimov, presidenta de la Cámara Farmacéutica de Ucrania, a través de la Federación Internacional Farmacéutica (FIP): "Hay una escasez aguda de medicamentos, causada por la incapacidad de los distribuidores para entregar, debido al constante bombardeo de todos los vehículos que se desplazan en dirección a las ciudades y pueblos. Sin embargo, los farmacéuticos ucranianos muestran, por sus actos diarios en sus lugares de trabajo, que la farmacia es uno de los lugares más accesibles para la población en general, donde es posible recibir primeros auxilios".
Pese a que en Kiev hay muchas farmacias 24 horas, cada vez son más las que cierran: unas porque han sido destruidas y otras porque no cuentan con plantilla suficiente para abrir. Las que están abiertas suelen estar atendidas por mujeres farmacéuticas que, además, deben hacerse cargo de sus hijos, ya que los maridos están combatiendo. En muchos casos, duermen incluso en la misma botica, según ha podido saber este periódico. Eso sí, cuando suenan las sirenas cierran y corren a esconderse en los refugios, ya que las farmacias suelen estar construidas a pie de calle.
Un servicio también muy extendido en las farmacias ucranianas es la dispensación a domicilio, ahora suspendido por razones obvias, como indican algunas boticas en sus mismas páginas web.
Con objeto de mejorar el trabajo de los trabajadores sanitarios, el ministro de Sanidad de Ucrania, Viktor Liashko, tomó algunas decisiones el pasado 8 de marzo. Una de ellas, proporcionar "una base legal para involucrar a los estudiantes en las farmacias a fin de cerrar las brechas de personal existentes que surgieron en relación con la agresión militar de la Federación Rusa contra Ucrania".
A su vez, aprobó el marco legal para el inicio de la adquisición de medicamentos bajo programas centralizados. Del mismo modo, recomendó a los ucranianos comprar medicamentos en función de su ingrediente activo y disponibilidad en las farmacias, en lugar del nombre comercial del medicamento; compró y entregó a Ucrania más de 700.000 unidades de medicamentos utilizados en instituciones médicas para anestesiar a los heridos, entre otras medidas, y dijo estar trabajando con las empresas farmacéuticas y fabricantes de equipos médicos "para que suspendan sus labores en el país agresor".
Un día antes el el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, anunció que iban a monitorear los precios de los medicamentos, aparte de combustibles, en un trabajo conjunto de las administraciones militares regionales, la Policía Nacional y el Servicio Estatal de Ucrania sobre Medicamentos y Control de Drogas.
Objetivo: enfermos crónicos
A las dificultades en el transporte se une el cierre de almacenes y compañías farmacéuticas, como las oficinas que el mismo 24 de febrero clausuró en Kiev la suiza Novo Nordisk, líder en el segmento de las insulinas y cuidados de la diabetes en general, precisamente uno de los medicamentos con mayor carestía.
"Estamos haciendo todo lo posible para mantener el suministro de medicamentos esenciales a los pacientes que viven con enfermedades crónicas en Ucrania"
Así anunciaba la situación esta compañía en un comunicado: "Estamos haciendo todo lo posible para mantener el suministro de medicamentos esenciales a los pacientes que viven con enfermedades crónicas en Ucrania. Hemos donado un suministro de hasta dos meses de medicamentos vitales para la diabetes y la hemofilia de nuestras existencias actuales en Ucrania al Ministerio de Salud. Estamos en diálogo con varias organizaciones humanitarias internacionales para evaluar la necesidad de donaciones de productos. Estamos buscando diferentes formas en las que podamos contribuir positivamente, incluso a través de nuestra propia capacidad y experiencia en la cadena de suministro".
Si bien las organizaciones humanitarias demandan principalmente ayuda económica, que la FIP está canalizando de sus organizaciones miembro, también publica una lista con los medicamentos y productos sanitarios más demandados, facilitada por el Ministerio de Sanidad de Ucrania. Ahí figuran diversidad de antibióticos y también viales de insulina. En cuanto a productos, la lista es también innumerable: vendajes no estériles, vendas elásticas de fijación, jeringuillas con agujas, sistemas de transfusión, cilindros de oxígeno portátil, kits de lavado de estómago, set de caterizaciones de vejiga...
"Está todo canalizado a través de los Ministerios de Sanidad e Interior de Ucrania para que no entren mafias. Una pastilla de paracetamol cuesta 20 euros"
Ángel Huélamo, presidente de Farmacéuticos Sin Fronteras, confirma también a este medio que está recibiendo peticiones de tiroxina, para el tratamiento de trastornos tiroideos, por parte de hospitales.
Por su parte, la ONG Farmacéuticos Solidarios ha enviado, en solo tres semanas, tres tráileres y dos autobuses desde Madrid a Polonia con donaciones para Ucrania, facilitadas por más de 200 farmacias de Madrid que están colaborando. Ahí incluyen fármacos delicados, como cajas de insulina, que cubrían con mantas para protegerlas del sol. La ida es con fármacos y productos sanitarios y la vuelta con ucranianos que salvan del horror de la guerra.
Penélope Gámez, su presidenta, explica cómo son los envíos: "Enviamos todo lo que se necesita, sobre todo para hospitales. Sueros intravenosos, alargadores de vías, catéteres... pero nosotros apenas tenemos intravenosos en farmacias, como el mitamizol y poco más. Ha habido farmacias que han ido comprando a empresas de material sanitario y nos los han donado".
Gámez añade que se ha repartido entre varios hospitales de Ucrania: "Uno era el de Mariúpol, que lo bombardearon dos días antes de que llegáramos, con lo que se ha ido derivando a un hospital militar y a otros decididos por la Embajada y el Ministerio de Sanidad de Ucrania".
"Antes había más libertad entre fronteras, pero ahora nos está costando mucho que lleguen los envíos dentro de Ucrania"
¿Cuál es el recorrido de estos autobuses? "Van hasta Cracovia; de ahí hasta la frontera con Ucrania y, desde allí, con furgonetas, se hacen los envíos. En la frontera hacemos los albaranes de los medicamentos, una carta destinada al Ministerio de Sanidad y de Interior para que miembros de los Ministerios se personen en aduanas, reclamen lo que estamos metiendo, recojan la documentación (con los datos también de los conductores) y vaya directamente a hospitales. Todo se tramita a través de estos ministerios y de las asociaciones humanitarias para que no entrara en mafias. Allí una pastilla de paracetamol cuesta 20 euros". Y añade que han llegado a perder algunos envíos, por lo que es necesario hacer estos trámites y que los envíos vayan escoltados: "No nos podemos arriesgar; no ya por la carga, sino por la pérdida de vidas".
Gámez comenta que debe estar todo muy atado, porque los envíos son complicados "y a los tres días te cambia la normativa. Antes había más libertad entre fronteras, pero ahora nos está costando mucho que lleguen los envíos dentro de Ucrania".
El grito de la industria farmacéutica ucraniana
La industria farmacéutica ucraniana también ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional, como Andrey Tolmachov, CEO y fundador de Enamine, que comienza así su comunicado: "Cuando comencé la empresa después del colapso de la URSS, solo había un par de laboratorios en el instituto académico. Hoy en día mi empresa es bien conocida en todo el mundo [...]. Todos los meses entregamos miles de compuestos novedosos y, por lo tanto, simplificamos y aceleramos la búsqueda de nuevos medicamentos". Tolmachov se refiere a su compañía y a otra ucraniana, Otava Chemicals, como dos empresas que contribuyen en gran medida al stock mundial.
Si bien agradece "el apoyo financiero, las armas, las medicinas", pone un pero: "no es suficiente". Y acaba así: "Los países occidentales deben asumir toda la responsabilidad sobre sus hombros. De lo contrario, Rusia no se detendrá aquí. Continuarán destruyendo Europa y puede que nuevamente sea demasiado tarde".
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