Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2020 hubo 341.315 nacimientos. En 2019, 360.617 y el año pasado, con datos provisionales, 338.532. Con estas cifras, más de un millón cuarenta mil niños han vivido toda o más de la mitad de su vida en una situación excepcional de la que no sabemos si saldremos 100% algún día. Se les ha denominado niños pandemials. La falta de relaciones sociales, el miedo al contagio de los adultos, las mascarillas... todo influye en los pequeños cerebros que están comenzando a desarrollarse y para los cuales los estímulos son imprescindibles para crear las conexiones neuronales que faciliten el aprendizaje.
"Nos estamos encontrando con niños de año o año y medio que presentan síntomas parecidos a los Trastornos del Espectro Autista (TEA) sin serlo, como consecuencia del aislamiento que han tenido durante la pandemia", comenta Fernando Martín, neuropediatra de la Asociación Española de Pediatría y coordinador del grupo de trabajo de Trastornos del Neurodesarrollo de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP). Estos niños tardan más en desarrollar el lenguaje que los menores de la misma edad antes de la pandemia. Al principio reconoce que es difícil diferenciar un mero retraso en el desarrollo del lenguaje de un TEA, por eso se recurre a la historia clínica y se buscan factores que pueden haber influido. "El diagnóstico final nos lo da la evolución, pero lo más importante es ponerse a trabajar en cuanto se detecta cualquier problema de este tipo", dice Martín. Mari Luz Falcó, neuropediatra del Hospital Niño Jesús, de Madrid, coincide. "A lo largo del segundo semestre del 2021 fuimos conscientes de que nos llegaba a la consulta un tipo de niño de unos 20 meses remitido por el pediatra que consulta porque notan que no desarrolla el lenguaje". Estas familias donde el embaraza se produjo en pleno confinamiento, lo vivieron de forma diferente, con miedo y ansiedad y tras el nacimiento, dichos bebés vivieron en una burbuja. "Esto ha sucedido en varios ambientes sociales, no solo en personas con pocos recursos, sino con todo tipo de nivel económico", afirma Falcó.
Pero aunque desde las consultas pediátricas no han lo han notado, a nivel motor, tanto grueso como fino, también está habiendo retrasos, según Carolina Martínez, fisioterapeuta pediátrica, experta en terapia manual y neurodesarrollo y directora de Fisioacuna. "Me estoy encontrando un desastre en el desarrollo motor de los niños", comenta. En su opinión, el miedo que ha generado la pandemia en las familias, el miedo al contagio desde el embarazo y cómo podría afectar al bebé ha hecho que sean "niños muy sobreprotegidos, que no salen de casa, donde no se permiten visitas y eso hace que el niño perciba el mundo como un peligro. Esto provoca que el niño no se quiera mover, no se quiera despegar de su madre, son más irritables y se paralizan ante cualquier cambio, a veces el bloqueo es físico". Asegura que antes había niños así, pero ahora el número ha crecido. "En el fondo está el miedo", dice.
Al miedo también hace referencia José Luis Peña, presidente de la Federación Estatal de Asociaciones de profesionales de Atención Temprana (GAT), que ha comprobado que estos niños que han nacido durante la pandemia, han tenido "sus primeras experiencias vitales marcadas por el miedo y el estrés de los padres". La escasez de sus relaciones sociales han hecho que hayan establecido apego a pocas figuras de referencia y pueden mostrar miedos y dificultades a la hora de entrar en las esculeas infantiles y reconocer nuevas figuras de referencia.
La relación con los demás es el mayor estímulo para los niños
El desarrollo tanto motor como neurológico de los niños es variable en cada uno de ellos, pero siempre se habla de ciertos parámetros temporales de normalidad. "Cuanto más estimulados estén los niños, más se van a estimular las redes neuronales que necesitamos para desarrollar nuestras capacidades. Si no lo están, sobre todo precozmente, pueden acabar dejando alteraciones, que no se desarrollen ciertas capacidades o que necesiten mucho más trabajo para recuperarse. Pero se sabe que si hay una repercusión orgánica y que si se trabaja pronto se puede revertir", explica Martín.
No hay perder de vista el desarrollo motor y su influencia en el neurodesarrollo de los más pequeños. Aunque innato, el movimiento también debe entrar dentro de unos márgenes de desarrollo. "Si no tengo la destreza motora para desenvolverme en el medio que tengo lo voy a percibir todo con más miedo", dice Martínez. "Si no tengo esa destreza motora me estoy perdiendo el poder, primero propioceptivamente, conocer mi cuerpo, luego conocer mi cuerpo en relación con el medio, y más tarde a mí mismo en relación con los demás". Considera el desarrollo motor "la base de la casa" y en su experiencia no se le ha dado la importancia que requiere y se ha rebajado respecto al desarrollo neurológico. "Se da por hecho que si un niño va más retrasado desde el punto de vista motor, si no hay lesión neurólógica, pues ya lo hará y da igual cuándo. Pero no es así, porque es tiempo que está perdiendo ese niño".
Aislameinto social
Los problemas derivados de la falta de socialización son los que más preocupan a Martín. "El aislamiento es lo que más ha afectado a los niños. No ir a las escuelas infantiles, el cierre de parques, reducir las relaciones sociales... ", dice Martín. Y es que muchos niños, no han acudido a escuelas infantiles en los primeros meses de vida ni en el primer año de pandemia. "Cuando detectamos problemas de desarrollo, una de las primeras cosas que decimos es que escolaricen al niño y con eso, a pesar de que los profesores de las escuelas infantiles lleven mascarilla, mejoran mucho, lo que nos hace pensar que sobre todo el retraso se produce por la falta de estimulación".
En palabras de Martínez, "la relación es el mayor estímulo". Con el miedo que tienen las familias, el primer paso es que ellos mismos se quiten esa sensación para que el niño se relacione. "Somos animales sociales, vivimos en familia, en comunidad, y eso es clave".
Falcó también está de acuerdo: "Hay que estimular la socialización con otros iguales. Para eso el retomar el mundo de los coles, los parques, las guarderías y los jardines sin que las abuelas se tengan que cambiar de banco porque ha venido otra abuela con otro nieto".
¿Ha influido el uso de mascarillas?
Sobre el uso de mascarillas, se ha hablado de la dificultad que supone para los niños en el desarrollo del lenguaje por no poder escuchar bien los sonidos ni ver la cara y bocas de los adultos para poder imitar los movimientos de los labios. En opinión de Martín, esto no les ha afectado tanto como el aislamiento. "No he visto ningún estudio que indique una alteración en el desarrollo del lenguaje, sí que produce dificultad para escuchar los sonidos y eso puede ser una traba, pero no creo que sea lo más importante con toda la pandemia". Añade, además, que no dificultan la intención comunicativa en sí.
Sin embargo, para Martínez sí tiene un fuerte impacto en el habla y la intención comunicativa. "El lenguaje es innato pero también se aprende por imitación", y apunta que la mascarilla impide la expresión facial, de las emociones, la vocalización y la entonación. Recuerda también la inmadurez a nivel respiratorio de los bebés. "¿Qué niño menor de dos años en escuela infantil no está con mocos día sí día también? El moco impide la audición, así que si además del moco el adulto lleva mascarilla que dificulta el sonido y oculta la cara, provoca mucho retraso en el desarrollo del lenguaje".
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/TGncqDB
No hay comentarios:
Publicar un comentario