Un estudio publicado en Environment International concluye que la exposición prenatal al bisfenol A podría tener consecuencias negativas sobre la salud respiratoria de las niñas durante la edad escolar. La investigación, liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que acaba de darla a conocer, se ha realizado sobre las muestras de más de 3.000 madres y sus respectivos hijos e hijas de seis países europeos, entre ellos España, recogidas entre 1999 y 2010 y datos relativos a la salud respiratoria de los pequeños recopilados años más tarde mediante cuestionarios y espirometrías.
Los resultados del trabajo han revelado que la concentración de bisfenol A en la orina materna se asociaba con un mayor riesgo de que sus hijas presenten asma y sibilancias en edad escolar (un aumento del doble en la concentración de bisfenol A implicaba un 13% más de riesgo). Sin embargo, esa asociación no se observó en el caso de los varones. "Nuestros resultados están alineados con los de estudios previos que atribuyen un papel negativo al bisfenol A sobre la salud respiratoria en la infancia. Pensamos que puede deberse a la capacidad de los bisfenoles para atravesar la placenta e interferir con los sistemas respiratorio e inmunitario cuando están en fase de desarrollo", explica Alicia Abellán, investigadora del ISGlobal y primera autora del estudio.
Pero, ¿qué es el bisfenol A y dónde se encuentra? Los bisfenoles son sustancias químicas presentes en la fabricación de plásticos y resinas presentes en infinidad de productos de consumo diario. El más conocido de ellos es el A, usado desde hace más de 50 en envases de alimentación como las latas de conservas, donde separan el alimento del metal, o en biberones y garrafones reutilizabes. Está considerado un disruptor endocrino.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha señalado que pequeñas cantidades de esta sustancia química pueden migrar de los materiales que la contienen a los alimentos y bebidas que estén en contacto con ellos, pudiendo dañar los riñones, el hígado, las glándulas mamarias y el sistema inmunológico. Precisamente, según informa la EFSA, "fruto de estudios publicados entre 2013 y 2018, especialmente los que indican efectos adversos de esta sustancia en el sistema inmunitario", han hecho que la autoridad europea en la materia decida modificar la recomendación de ingesta tolerable diaria, fijándola en 0,04 nanogramos por kilo de peso corporal, muy por debajo de la que estaba establecida anteriormente (año 2015) y que marcaba 4 microgramos.
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