Patricia Barber, una de las autoras del estudio de necesidades de especialistas médicos explica que, más allá de las cifras, el gran debate sobre cómo afrontar el déficit de facultativos se resume en si España prefiere importarlos o producirlos. El equilibrio está en combinar ambas cosas: a corto plazo una de las propuestas del informe es "regular bien el proceso de homologación de títulos para que se sea más flexible en las especialidades que nos puedan hacer falta y menos en las otras. A largo plazo, se podría ir incrementando el numerus clausus hasta un punto, pero no es una cuestión de hacer cambios in aeternum", advierte Barber.
De momento, la Comisión de Recursos Humanos se ha inclinado por solicitar a la Conferencia de Política Universitaria un aumento del 10% de las plazas de grado de Medicina y de Enfermería. En el caso de los facultativos, las plazas autorizadas pasarían de 7.169 a 7.886 (717 más). También las comunidades han pedido medidas para conseguir más flexibilidad y agilidad a la hora de poder homologar a los extracomunitarios, como ocurrió durante la pandemia, o también plantear un aumento del cupo de extracomunitarios del MIR, ahora en un 4%.
Cada una de esas medidas tiene diferentes implicaciones. Importar, es decir, recurrir a médicos de origen extranjero ofrece más flexibilidad, según consta en el propio informe. España tiene la ventaja de que tiene mucha capacidad de atracción, particularmente entre los profesionales hispanohablantes.
También las comunidades han pedido medidas para conseguir más flexibilidad y agilidad a la hora de poder homologar a los extracomunitarios
Pero Barber advierte que también tiene dos puntos negativos: se importan médicos cuando "tenemos a muchísima gente joven deseando hacer Medicina [el curso pasado cada plaza pública tenía 11 preinscritos, si bien el dato está inflado por no existir un listado de inscripción único] , prácticamente igualando el número de extranjeros que vienen al número de egresados", y además es una medida que "descapitaliza de profesionales a otros países".
La alternativa, producir médicos, implica subir el numerus clausus de las plazas de grado de Medicina y coordinarlo con el aumento de plazas MIR, puesto que -sobre el papel- con excepciones temporales es obligatorio especializarse para trabajar en el SNS Se trata de una inversión a 10 años vista en el mejor de los casos: los seis de la carrera universitaria y otros 4 ó 5 más si consigue plaza MIR al primer intento.
Falta de medios
Pero subir el numerus clausus no casa muy bien con la falta de medios y personal que llevan denunciado los decanos de Medicina. Sobre todo están faltos de profesorado permanente en las asignaturas clínicas y además la edad media de los funcionarios es de 53 años. Los criterios de acreditación -con mucho peso de la investigación y no tanto la asistencia- y el farragoso proceso echa para atrás a los profesionales.
También hay miedo a generar un cuello de botella entre los egresados y plazas MIR. María José Campillo, representante de CESM, recuerda que "somos el segundo país del mundo en número de facultades de Medicina [46], pero luego llega el MIR y sigue haciendo de embudo. ¿Cuántos egresados se quedan anualmente sin optar a una plaza MIR? ¿Cuántos optarían por formarse en especialidades deficitarias?".
Es cierto que a partir de 2015-2016 la proporción entre plazas MIR y egresados fue prácticamente de uno. Teniendo en cuenta la alta demanda de extranjeros para participar en el examen, eso supondría más presión para los licenciados en España.
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