"Y mírome en los ojos do el alma se trasluce" (Dante). Estamos acostumbrados a ver en esta series de artículos una cornucopia de pseudociencias ofertadas como restauradoras de salud o preventivas de enfermedades (ficticias o reales). Pero en este zoo de fraudes en el terreno de la salud existe toda una categoría enfocada al primer paso del proceso del tratamiento de una enfermedad: su diagnóstico.
Desde el clásico diagnóstico por imposición de manos, hasta la rimbombante 'Biorresonancia Mora', hay todo un enjambre de propuestas que se arrogan poder diagnosticar enfermedades (de nuevo, ficticias o reales). El cajón de sastre de la Naturopatía cuenta con un buen puñado de ellas, como el Arolo Tifar, que es una suerte de versión de 'diagnóstico energético' emparentado con el Reiki, o la Iridología, que pretende que toda dolencia se ve reflejada en el iris.
En esta vertiente reflexológica se encuadra también la Auriculoterapia, que además de usar el pabellón auditivo como lugar de tratamiento acupuntural (o digitopuntural, o hasta electropuntural o laserpuntural, en un intento de lavado de cara de estas técnicas digno de novelas distópicas de corte tecnopunk) también lo usan como, de nuevo, lugar de diagnóstico donde ver reflejados cualquier desequilibrio corporal. No está de más recordar que toda la base que tiene esta supuesta reflexión biunívoca entre cuerpo y pabellón auditivo se basa en que este último recuerda a un feto en el vientre materno. La magia por simpatía hace el resto.
Hay propuestas más o menos integradas en otras corrientes, pero algunas cuentan con entidad propia por su profusión, como la Kinesiología Aplicada (o su variante Holística), que no hay que confundir nunca con la Kinesiología sin apellidos, que es el nombre que recibe la Fisioterapia en algunos países. Esta propuesta es especialmente absurda e interesante, en tanto que propone que al estar en contacto con un producto que nos resulta perjudicial, este producto nos producirá una debilidad muscular apreciable en el momento del contacto. Quizá alguno tenga en la cabeza la imagen de alguien con el brazo extendido hacia el frente, sosteniendo un tubito que contiene el producto a 'testar', y el supuesto terapeuta intentando bajarle el brazo aplicando presión, tal y como se hacía también para demostrar las ventajas de la 'Powerbalance'. No considero que haga falta explicar mucho del nulo sentido de este otro sesgo de magia por simpatía, pero si algún lector gusta, puede encontrar en YouTube un capítulo del gran James Randi donde explica y pone en práctica un experimento simple para desmantelar este supuesto método diagnóstico.
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