La escabiosis o sarna, lejos de ser una enfermedad del pasado, siempre ha estado presente y ha sido y es motivo de consulta en dermatología. Lo cierto es que en los últimos meses se ha detectado un repunte de casos, aunque no se sabe a cuánto asciende ese aumento, puesto que no hay un registro oficial que los aglutine, ya que no es una enfermedad de obligada notificación, como señala a Correo Farmacéutico Eliseo Martínez García, coordinador del Grupo de Epidemiología y Promoción de la Salud de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Según este experto, los dermatólogos siempre han visto casos de sarna, “lo que pasa es que el número de pacientes en los últimos años se ha incrementado”. De hecho, apunta que hay algunos estudios que sugieren que desde 2014 el número de afectados se estaría incrementando y algunos artículos hablan de que la pandemia lo ha propiciado. “La percepción en la consulta -añade- es que sí estamos viendo más”, constata el dermatólogo.
Almudena Monteagudo, jefa del Servicio de Dermatología del Departamento de Salud de Denia, confirma también esta tendencia: “Desde el inicio de la pandemia hemos visto un aumento exponencial de casos. Lejos de ser algo del pasado es algo que ha vuelto con fuerza”.
Virginia Ortega Lorenzo, vocal de Dermofarmacia del COF de Granada, apunta a este medio que “el confinamiento por la pandemia (con sus largos periodos de encierro en casa, la limitación en la vida al aire libre y convivencia en lugares poco ventilados), los colapsos sufridos en atención primaria (consultas telefónicas donde a los facultativos les resulta complicado el diagnóstico), la estigmatización y vergüenza que produce al paciente contraer sarna (no declaran los casos, no se trata la patología y los contagios se aceleran retrasando y complicando los tratamientos) y el aumento de incidencia en grupos de riesgo (residencias de ancianos, asentamientos marginales…), podrían explicar el aumento”.
Esta situación ha motivado al COF de Granada a impartir un curso para sus colegiados con el fin de aclarar todas las dudas que pudieran tener sobre la sarna y, así, poder asesorar mejor a los pacientes. Ortega Lorenzo ha sido una de las ponentes junto a Francisco Rodríguez Muñoz, vocal de Oficina de Farmacia.
Como recuerdan los expertos, el responsable de esta patología dermatológica es el ácaro Sarcoptes scabiei. Ortega Lorenzo afirma que se asemeja a una pequeña araña: “Con cuerpo ovoideo, cuenta con cuatro pares de patas que se adaptan a su cometido, que no es otro que cavar túneles superficiales en la capa cornea de nuestra piel. Por eso se le atribuye el nombre de el arador de la piel, especifica.
Este patógeno, como dice Martínez García, “vive en la piel de la persona”, y el síntoma más característico que produce es el picor. Pero esto no ayuda en su reconocimiento, puesto que el prurito “es la principal manifestación de casi cualquier patología dermatológica; de hecho, es la causa más frecuente de consulta en Dermatología”, reconoce el portavoz de la AEDV. Así, Ortega Lorenzo constata que la escabiosis podría confundirse con “dermatitis atópica, dermatitis de contacto, dermatitis herpetiforme, picaduras de insectos, foliculitis, impétigo (aunque pueden coexistir) y urticaria, entre otras”.
Signos de alarma
Aunque Monteagudo hace hincapié en que para distinguir esta enfermedad “se precisa de la valoración de un dermatólogo”, puede ser útil que el farmacéutico conozca cuáles son los signos de alarma para derivar a un paciente atendido en la botica con posibles síntomas y que sea el médico el que diagnostique y frenar la cadena de contagios. Así, en lo que se debe fijar es en cómo es ese prurito y cómo se manifiesta. Como describe Martínez García, en la escabiosis “el prurito aparece en una persona que previamente no tiene antecedentes dermatológicos (dermatitis atópica, psoriasis...) y, además, ese picor, aunque puede estar presente durante todo el día, se intensifica por la noche”. Y otro dato relevante que apunta el dermatólogo: “No solo va a estar afectado el paciente por el picor sino que, normalmente, va a referir que otros miembros de su familia con los que convive también lo sufren, porque se transmite de persona a persona”.
También es un signo diferencial que “este parásito no afecta a la cabeza, salvo en los lactantes. También suele ser muy característico el picor localizado entre los dedos, pero puede aparecer en otras partes del cuerpo, como la zona íntima, donde también pueden aparecer nódulos”.
La vocal de Dermofarmacia añade que la enfermedad causada por este ácaro “no cursa en brotes, como ocurre en otras afecciones dermatológicas; no responde a tratamientos con corticoides y/o antihistamínicos; no es de evolución espontánea como en el caso de las picaduras de insectos, y no hay eritema”.
Casos resistentes
El dermatólogo de la AEDV, en la línea de lo que dice Monteagudo, constata que, tras la derivación, “lo ideal es una evaluación médica”, porque para el diagnóstico cuentan con la dermatoscopia, “que es una lupa con luz poralizada con la que se puede ver la presencia del parásito en la piel”.
Por otra parte, es beneficioso el seguimiento médico, ya que en los últimos años están viendo, “aunque no sabemos bien el motivo”, reconoce, casos resistentes al tratamiento. “El paciente puede empezar con la permetrina, pero en algunas ocasiones vemos que se está quedando corta y hay que pautarle ivermectina oral, que antes no estaba autorizada su comercialización en España y lo hacíamos con fórmula magistral, pero hace unos meses ha aparecido un marca comercial, Ivergalen, y es otra opción. Por todo ello, afirma que los farmacéuticos deben transmitir la importancia de “no automedicarse e ir al médico”.
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