Las evidencias sobre la carga mundial de morbilidad y mortalidad atribuibles a factores medioambientales son cada día más robustas. En Europa se estima que 1,4 muertes al año se deben a causas relacionadas con el medio ambiente. Uno de los elementos que más preocupa son los contaminantes orgánicos persistentes (COP) cuya concentración en niños de 4 años se ha visto que depende en más de un 60% de la concentración que tenía la madre durante el embarazo.
Este ha sido uno de los datos destacados por Adonina Tardón, catedrática y directora del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo, en la conferencia inaugural del 44 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP), en Oviedo y el que presentaron los datos de la Cohorte INMA Asturias, de la que es investigadora principal.
Este estudio de cohorte sobre infancia y medio ambiente se está desarrollando en el área sanitaria III de Asturias, con cabecera en Avilés, desde el año 2004 y tiene como objeto el seguimiento de mujeres gestantes a partir de la semana 12 de embarazo y de sus bebés a los 18 meses, al año y después a los 4,8 y 11 años, para la determinación de diversos parámetros relacionados con la salud medioambiental.
Y es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que un 24% de la carga mundial de morbilidad y un 23% de la mortalidad son atribuibles a factores medioambientales, según se puso de relieve en la inauguración del congreso de la SEEP, cuyo comité organizador está presidido por Isolina Riaño, endocrino pediatra del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Este congreso, en el que están participando más de 500 pediatras, se ha organizado este año con el objetivo de dar a conocer los nuevos avances científicos y tecnológicos en el área desde una mirada global del niño y su familia, según ha destacado Isolina Riaño.
El efecto sobre la salud de los factores ambientales es especialmente destacado en las primeras edades de la vida. El estudio de la cohorte INMA Asturias ha servido para evaluar su asociación con ganancia de peso materno, crecimiento fetal, peso al nacer, distancia anogenital, obesidad y perfil lipídico, según ha explicado Adonina Tardón.
Contaminantes orgánicos persistentes
Uno de los tipos de elementos a los que se está prestando más atención en los últimos años es el de los contaminantes orgánicos persistentes, conocidos internacionalmente por su acrónimo inglés POP (Persistent Organic Pollutants) y que son sustancias químicas que suponen una amenaza para la salud humana y el medio ambiente de todo el planeta, ha señalado Tardón.
Los COP son compuestos químicos, la mayoría sintéticos, que incluyen pesticidas químicos, plásticos, productos químicos industriales y algunos metales, entre otros elementos.
Bioacumulación y biomagnificación
Y una de sus principales características es que son persistentes en el medio ambiente, lo que hace que sean resistentes a la degradación y perduren en el tiempo, con un efecto de bioacumulación, sobre todo, en tejido adiposo, porque son difíciles de metabolizar, y además la bioacumulación se ha visto que conduce a la biomagnificación, según ha explicado Tardón, lo que refuerza su peligrosidad "y hace que resulten ya tóxicos a dosis bajas".
Estos compuestos se han relacionado con daños en el sistema nervioso central, a nivel endocrino y reproductor, con malformaciones fetales, diabetes, obesidad, trastornos del comportamiento y carcinogénesis.
Actúan como disruptores endocrinos
También se ha visto que los COP actúan como disruptores endocrinos, alterando el equilibrio hormonal del sistema de la hormona con la que se mimeticen.
"Y además de bioconcentrarse y biomagnificarse a través de las cadenas tróficas también hemos visto que se heredan", explica Adonina Tardón.
Así se ha visto que durante el embarazo los COP almacenados en el cuerpo de la madre a lo largo de su vida pueden ser movilizados y transferidos al feto causando efectos adversos sobre la salud infantil y adulta.
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