Durante la pandemia de la covid-19 algunas personas se han infectado varias veces con el virus SARS-CoV-2 mientras que otras no lo han hecho nunca.
La susceptibilidad a la infección ante un virus tiene unas bases genéticas, pero en esta ocasión la pregunta es si la evolución del virus depende también de la genética del hospedador.
Esta es la cuestión que ha guiado un trabajo realizado por el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio), centro mixto de la Universitat de València (UV) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con el grupo de Carla Saleh en el Instituto Pasteur (París).
Sus resultados, publicados en la revista Nature Ecology and Evolution, sugieren que aquello que condiciona la diversidad viral y la evolución de los virus es el sistema inmunitario en su conjunto, y no únicamente las defensas específicas. El estudio, permitirá desarrollar modelos más precisos sobre la evolución de los virus en la población, cuya inmunidad varía dependiendo de los genes y de otros factores como la edad y la nutrición.
Para realizar esta investigación, el equipo empleó un modelo experimental formado por la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster) y su patógeno natural, el virus C.
Se elaboró un experimento sobre la evolución del virus, analizando la intensidad de los síntomas, la patogénesis y la variabilidad genética de los virus ya evolucionados. También se estudiaron las fuerzas evolutivas –mutación, selección natural y azar– que rigen el proceso del virus C en cada genotipo de la mosca.
“En primer lugar, hemos observado cómo el virus optimiza su capacidad de reproducirse e infectar al genotipo del huésped en el que evoluciona, dependiendo de los mecanismos de defensa de este último y de su respuesta a la infección. Además, vimos que la adaptación rápida al huésped suponía una disminución de la severidad de los síntomas”, señala Santiago Elena Fito, que dirige el grupo de Virología Evolutiva y de Sistemas del I2SysBio.
Respecto a si eran resultados esperados, señala que “en parte sí”, ya que “estudios previos de nuestro grupo con virus de plantas, donde analizamos el efecto de la variación genética del huésped para la susceptibilidad a la infección, mostraron una correlación negativa entre la susceptibilidad del huésped y el grado de virulencia que los virus alcanzaban”.
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