Una mutación el gen de la Transportina 3 provoca, por un lado, una resistencia a la infección por el virus del VIH pero, al mismo tiempo, confiere un riesgo más elevado para el desarrollo de distrofia muscular de cinturas tipo D2 (LGMDD2), considerada enfermedad rara: la cara y la cruz de la misma moneda que, no obstante, viene a aclarar nuevas estrategias de abordaje para ambas patologías.
Los nuevos datos aparecen en Frontiers in Cell and Development Biology y son el resultado del trabajo realizado por un equipo del ISCIII y del Ciber de Enfermedades Infecciosas (CiberINFEC), coordinado desde la Unidad de Inmunopatología del Sida del Centro Nacional de Microbiología, que dirige José Alcamí.
Los nuevos hallazgos están precedidos por otro trabajo, publicado en 2019 en Plos Pathogens, en el que el equipo de Alcamí describía el segundo defecto genético conocido que protege de la infección por el virus VIH: la mutación en el gen de la Transportina 3, una proteína implicada en el transporte del virus VIH al núcleo de las células infectadas, se asocia con una protección frente a esta infección.
Paralelamente, la mutación también causa una enfermedad muscular rara denominada distrofia muscular de cinturas tipo D2 (LGMDD2). Esta patología afecta a un centenar de pacientes, la mayoría registrados en España.
Este hallazgo, según se señalaba en el artículo, proporcionó un modelo de resistencia a la infección por el VIH que abría la puerta a la identificación de nuevas dianas terapéuticas frente a la citada enfermedad rara y para la infección por VIH.
Patogenia y marcadores
La nueva investigación, cuyas autoras principales son Sara Rodríguez Mora y Francisco Díez Fuertes, ambos del CNM y el CiberINFEC, y en la que ha colaborado el equipo de Juan Jesús Vilchez, del Hospital Universitario La Fe de Valencia, profundiza en los mecanismos patogénicos por los que esta mutación provoca la enfermedad muscular, así como la resistencia a la infección por VIH. Identifica, además, biomarcadores que pueden ayudar a monitorizar el pronóstico y progresión de la distrofia muscular, facilitando su manejo clínico.
Según los investigadores, para este llevar a cabo este estudio, se reclutó a diez pacientes LGMDD2 de una familia española única de la cual dos pacientes pertenecían a la tercera generación, cuatro pacientes a la cuarta generación y cuatro pacientes a la quinta generación.
La mayoría eran mujeres (un 60%) con una mediana de edad de inicio de 10,88 años. Los síntomas más comunes de LGMDD2 fueron debilidad proximal a nivel pélvico-femoral (en un 80% de casos), escápulo-humeral (en el 50%), debilidad distal en la pierna (en un 70%) y atrofia de la mano (en el 50%).
El análisis del transcriptoma de los pacientes afectados por la enfermedad rara indica que los niveles de linfocitos en sangre periférica tenían un estado inflamatorio que afecta distintas rutas inmunológicas.
"Este incremento del nivel inflamatorio puede ser consecuencia de los daños provocados por la enfermedad muscular y, además, puede contribuir a agravarla. Además, este estado inflamatorio, y más concretamente la activación de las rutas de otro tipo de moléculas del sistema inmunitario -las proteínas interferón clase I-, representan una barrera frente a la infección por el VIH.
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