Tengo claro que quienes se escandalizan y claman «¡¿cómo puede ser que los médicos de cabecera sigan recetando antibióticos para un resfriado?!» no han ejercido jamás en un centro rural de salud ni se han enfrentado a un paciente que, erre que erre, repite tozudo una y otra y otra vez: «yo es que hasta que no me recetan el antibiótico no mejoro». Describe la situación con meridiana claridad, en la mísera Sicilia de la posguerra, Giuseppe Bonaviri. Reproduzco un pasaje de El enorme tiempo (traducido del italiano original por Pepa Linares):
En fin, con la llegada de la primavera aumentaban los clientes en mi casa. No eran ni las ocho cuando ya veía aparecer a las habituales madres jóvenes, demacradas, con la cara del color del limón.
—¿No ve usted cómo está mi niño? —me decían.
Niños de uno o dos años, de ojos legañosos, manos traslúcidas como el mármol y costillas torcidas, espolonadas de granos de cartílago debido a la mala osificación.
—¿Qué tiene? —preguntaba yo.
—¿Cómo? ¿Usted me lo pregunta?
—Naturalmente, tos, diarrea...
—¿No ve que crece flaco y amarillo? Si parece un cadavercito.
—Dele bien de comer: huevos, carne y fruta.
—¿Huevos, carne y fruta? Mi marido trabaja pocos meses al año. ¿Quién nos da esa bendición de Dios?
Me entraban ganas de decir: «¿Y yo qué puedo hacer? ¿No tengo mis propios problemas?», pero me quedaba callado, con un silencio meditabundo.
—¿Qué piensa? ¡Recéteme las inyecciones reconstituyentes!
Las primeras veces explicaba que las inyecciones solo ayudan a reaccionar al organismo en ciertos casos, pero a falta de alimentación, ¿qué sacaban aquellos niños de las inyecciones?
—¡Ah!, sí —me decían—. Usted es como los otros médicos. Está de acuerdo con la Mutualidad y se busca artimañas con tal de no recetar las inyecciones reconstituyentes.
Confieso que al principio critiqué en mi fuero interno la actuación de los otros dos médicos que compartían conmigo el exilio profesional de Mineo, pero luego, poco a poco, me fui arrepintiendo y tuve que reconocer que el equivocado era yo. No resultaba fácil cambiar la mentalidad de un pueblo suspendido siempre en el péndulo del desempleo y la miseria.
—Bien —decía, ya escarmentado—. Le recetaré las medicinas.
Fernando A. Navarr
En su novela 'El enorme tiempo', el médico escritor Giuseppe Bonaviri describe el ejercicio de la medicina rural en la posguerra mundial, en algunos aspectos no tan diferente de la actual. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3bE3CC5
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