El Gobierno de Sánchez no quiere que en la priorización de la futura vacuna frente al Covid-19 ocurra como pasó con los respiradores en las semanas más críticas de la pandemia: se llegó sin un criterio consensuado de triaje.
Para evitar esa improvisación, el Ministerio de Sanidad ha convocado a un grupo de expertos para constituir un equipo técnico. Así lo anunció el ministro de Sanidad, Salvador Illa, el pasado viernes y esta semana, desde la Dirección General de Salud Pública, han salido los primeros correos hacia las instituciones y expertos invitados a participar en este grupo. Tienen días para responder al correo electrónico, hasta el 10 de septiembre, en algunos casos, según ha podido saber DM. Sanidad tiene prisa.
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La invitación, según aparece en el correo, es para participar "en un grupo de trabajo técnico sobre la vacunación frente a la Covid-19 con el objeto de proponer actividades fundamentales a realizar de cara a la disponibilidad de las vacunas". En estos momento, el grupo se está constituyendo y su composición es previsible que se conozca en los próximos días. Según anunció Illa estarían bioeticistas, expertos en vacunación y miembros de sociedades científicas.
Sanitarios y mayores, primeros
La pregunta a la que deben responder es relativamente sencilla: ¿Quiénes deben ser los primeros en vacunarse? El ministro de Sanidad italiano, Roberto Speranza se ha pronunciado abiertamente sobre el tema, asegurando que serán los sanitarios y los ancianos lo que primero reciban las dosis de la vacuna contra el Covid-19. Unas prioridades en las que parecen estar de acuerdo los expertos consultados en España.
En esta misma dirección se manifestó recientemente Javier Díez Domingo, pediatra, jefe de área de investigación en vacunas en Fisabi y, además, asesor externo de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en sus siglas en inglés), durante su participación en los cursos de verano de la UIMP. "Cuando diseñamos una vacuna debemos tener muy claro cuál es nuestro objetivo: evitar la infección (el contagio) o la enfermedad, pues no es lo mismo". La opción que se tome determinará cuáles son los colectivos prioritarios en ser inmunizados. En el caso de la Covid-19, Díez Domingo adelantó que la prioridad lógica será la de evitar la enfermedad y, por tanto, además de priorizar a los profesionales que están en la primera línea de batalla de lucha contra el patógeno, como son los sanitarios, habría que vacunar de manera preferente a los ancianos.
¿Hay que vacunar a quien ha pasado la enfermedad?
Pero, dentro de esos dos grandes colectivos, que son los sanitarios y los ancianos caben concretar aún más las prioridades. Por ejemplo, para Íñigo de Miguel, investigador distinguido de la UPV/EHU, "aquellos que hayan pasado la enfermedad y tengan esa presunción de inmunidad, ¿para qué se van a vacunar?"
"La vacuna no te va a dar nada que no te haya dado haber pasado la enfermedad", insiste y considera que, desde un punto de vista socio-económico, que incluiría trazar las prioridades para vacunar, no puede obviarse que haya personas inmunes al virus. "Lo más razonable es que el profesional sanitario que es inmune (que ni padece la enfermedad, ni la transmite) tenga mayor atención a pacientes que el que no lo es". Por esa lógica, el que no es inmune deberá tener un más rápido acceso a la vacunación. "No tiene sentido vacunar a gente que haya pasado la enfermedad", insiste.
"Cabría establecer patrones genéticos de riesgo de la enfermedad"
En todo caso, lo que queda claro es la necesidad de fijar criterios de priorización únicos para todo el territorio nacional. Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España, hace dos meses advertía sobre esta necesidad: “Si hemos podido perder tiempo hace unos meses, creo que no deberíamos perderlo ahora y empezar a hablar ya de priorización en la vacunación". Recordó lo ocurrido con la inmunización de la hepatitis C “que generó unas tensiones enormes”.
Sin concluir una fórmula, De Montalvo adelantó por dónde podría ir ese triaje: “Cabría la posibilidad de establecer patrones genéticos de riesgo de la enfermedad, porque aquí hay algo raro. Y es que un compañero que está sentado en el despacho de al lado ha pasado la enfermedad, tiene anticuerpos y no se ha enterado. Mientras que yo, pensaba que me iba a morir. Hay algo que debe explicar esa enorme diferencia”.
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