No es un problema nuevo. Las agresiones a los médicos son demasiado frecuentes (en 2018 se produjeron 490), pero la pandemia ha evidenciado las carencias del sistema en cuanto a personal y recursos, sobre todo de la atención primaria (AP). Ha crecido el nerviosismo en la población, que es más demandante y descarga su frustración en los facultativos, quienes a su vez soportan mayor presión asistencial, trabajando en tensión y disminuyendo su empatía y capacidad de respuesta. “Estamos aplastados entre la Administración, que nos ha mandado a la guerra provistos solo de batas blancas y voluntad, y la población, que tiene la sensación de que los médicos no queremos atenderla”, explica José Alberto Becerra, coordinador del Observatorio Nacional de Agresiones a Médicos de la Organización Médico Colegial (OMC). Todo ello es caldo de cultivo para las situaciones violentas.
Según los datos del Ministerio de Interior, entre enero y agosto del año pasado se registraron 378 agresiones verbales o físicas a sanitarios en general, mientras que este año han sido 446, un 18% más. La mayoría suceden en AP y son más las amenazas e insultos que las lesiones.
Es esencial evitar el enfrentamiento directo, devolver la paz y mantenerse alejado
¿Cuál es la mejor estrategia para afrontar una situación de esta índole? Becerra lo tiene claro: “Lo más importante es evitar el enfrentamiento directo con el paciente. Ante la agresividad, devolver paz”.
El consejo de María José Campillo, de la Comisión Permanente del sindicato CESM y médico de Urgencias en Murcia, es similar: “No es el momento de tener una discusión ni de llevarle la contraria”. Y para conseguirlo recuerda que se trata de mantener el control de la situación igual que cuando se actúa en una emergencia, concienciarse de que el problema es del agresor y no de la labor del médico. Si la virulencia del paciente sigue aumentando, salir de la consulta.
Por otra parte, es conveniente que los profesionales se formen a través de cursos específicos, como el que pronto presentará la OMC. “Para enfrentar un problema, resulta de suma ayuda conocerlo”, dice Becerra.
Otro reto es visibilizar el problema porque sigue siendo fácil agredir a un médico. “Lo hemos normalizado tanto que no se denuncia”, admite la portavoz de CESM. “Si se contabilizaran, pasaríamos de las 500.000 por día. Y no pueden quedar impunes. Además, las sentencias están siendo condenatorias”, recalca Becerra.
Mantener la calma y no discutir, devolver paz a la provocación. Es la principal recomendación frente a amenazas y agresiones. En último caso, denunciar. Off María R. Lagoa Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/31YyOZq
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