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miércoles, 28 de octubre de 2020

Enseñar a maquillarse al paciente oncológico también puede ser un buen consejo farmacéutico

Autocuidado
gemasuarez
Mié, 28/10/2020 - 17:00
Mejora la autoestima
Paciente con cáncer antes y después de ser maquillada.
Paciente con cáncer antes y después de ser maquillada.

Los tratamientos oncológicos tienen un gran impacto en la imagen del paciente que repercute en su calidad de vida y en su autoestima. La pérdida de cejas, pestañas y cabello, la aparición de eczcemas en los párpados, las ojeras, tener un tono apagado de piel, sufrir picores, erupciones o rojeces, así como sequedad cutánea intensa, grietas en los labios, erupciones acneiformes, manchas o coloración en las uñas son algunas de las alteraciones del la imagen más comunes, como detalló Alejandro Gil More, maquillador profesional y experto en maquillaje terapéutico, que participó ayer martes en una de las sesiones incluidas en las I Jornadas de actuación dermofarmacéuticas en el paciente oncológico, que se celebran on line y que están organizadas por el COF de Ciudad Real, de la mano de La Roche-Posay.

Ante esta situación, el farmacéutico tiene a su disposición herramientas que puede ofrecer a los pacientes para que se sientan mejor, y es el maquillaje corrector o terapéutico, cuyos objetivos son "normalizar el aspecto del paciente, respetando su personalidad; que sea capaz de aceptar su nueva imagen; fomentar que cuide sus relaciones sociales e interpersonales; aportar seguridad y autoestima, y mejorar su calidad de vida", explicó Gil More.

Características propias

Pero antes de ponerse "pinceles" a la obra, el primer consejo que se debe dar es ofrecer un maquillaje específico, pues el denominado corrector, no tiene las mismas características que otros que puede usar cualquier persona. Así, es importante que el profesional sepa que el maquillaje corrector debe reunir tres característica: que sea cubriente, natural y modulable.

Respecto al primer rasgo, detalló que todos los maquillajes tienen un porcentaje de pigmento: uno normal tiene entre un 8 y un 10% de pigmentos mientras que un maquillaje corrector está entre un 25, 30 e incluso 50%. "Eso no significa que sea como aplicar una capa de cemento en el rostro sino que va a cubrir más con un efecto igual de natural, de tal manera que no se note", aclaró.

¿Y qué significa que sea modulable? Esto permite que "si hay alguna imperfección (mancha, cicatriz o eczema), con el maquillaje corrector se puede insistir más veces en esa zona, aplicando más producto, sin que con ello se suba el tono escogido".

Otras de las características que destacó el maquillador que deben tener estos productos son "ser resistentes al agua, no oclusivos, tener componentes de alta pureza y seguridad, ser de fácil aplicación y de fácil desmaquillado, no tener perfumes ni conservantes, llevar pigmentos de máxima pureza y tolerancia y estar testados en pieles sensibles, en pacientes dermatológicos y oncológicos y oftalmológicamente".

Paso a paso

La teoría de Gil More estuvo acompañada por un taller en el que mostró cómo los farmacéuticos pueden maquillar a un paciente oncológico o explicarle cómo hacerlo con trucos prácticos para obtener los mejores resultados. Para ello, maquilló a Montse Hernández, que ejerció de modelo (respetando todas medidas de seguridad por el coronavirus) para ir viendo los resultados.

Antes de maquillar, el experto aplicó sobre el rostro de la modelo la bruma de agua termal de La Roche-Posay, haciéndolo en forma de T. "Hay que dejar actuar unos 15 o 20 segundos y luego retirar el sobrante con un almohadilla de algodón". David Garduño, responsable de Oncología de La Roche-Posay, aclaró por qué hay que proceder así: "El sobrante se debe retirar porque de no hacerlo se puede modificar el pH natural de la piel, pasando a ser un 5,6 o 5,8, y provocando que esa sensación de confort que aporta el agua termal desaparezca. Además, el agua termal tiene muchos oligoelementos, por lo que, si se deja secar, se sedimentan en la piel y eso no interesa".

Tras el agua termal usó un sérum. "Es muy importante hidratar previamente la piel para que el maquillaje no se cuartee", aconsejó.

Después procedió a es escoger el tipo de base de maquillaje (La Roche-Posay ofrece dos texturas, compacto y fluido) y el tono adecuado a la piel del usuario. Para ello se puede hacer una prueba bien en el canto de la mano en la zona entre el pulgar y la muñeca o en el mentón. Una vez elegido el tono se aplica sobre el rostro en la cantidad suficiente, a pequeños toques y con una esponja, desde el centro hacia fuera de la cara, insistiendo en las zonas donde haya imperfecciones, aplicando más producto.

"El sobrante que queda en la esponja se puede usar en el contorno de ojos y en el párpado móvil, lo que servirá de base para lo que se vaya a aplicar después, como el corrector y las sombras", recomendó.

Preguntado por la necesidad de utilizar una esponja, dijo que es una opción, pues se pueden utilizar los dedos, pero él la prefiere porque así llega mejor a determinadas zonas.

El siguiente paso es utilizar el lápiz corrector para la parte inferior de los ojos. Así, una vez se haya puesto una cantidad sobre la mano, con el dedo se va cogiendo y aplicando a toques desde el lagrimal hacia la mitad del ojo, que es la zona más oscura y necesitará más producto. Después se unifica todo. "También se puede aplicar un poco en la zona del párpado móvil pero con cuidado con no poner en exceso porque de hacerlo aparecerá una línea muy antiestética".

En el caso de que la paciente tenga bolsas, advirtió que "la bolsa no se maquilla, solo la línea de profundidad que ésta deja en el pómulo".

Hecho esto, llegó la hora de usar los polvos matificantes y los polvos de sol. Los primeros aportan luminosidad y se aplican con una brocha -"con la brocha sobre el producto, se dan tres vueltas en sentido de las agujas del reloj para impregnarla bien"- y los segundos sirven para marcar las facciones y conseguir un rostro más ovalado. "Para los polvos de sol también se usa una brocha y se aplica sobre el rostro desde la línea del pelo de la mitad de la frente por el lateral de la cara, haciendo la forma de un tres". Si la persona tuviera una nariz ancha, se podrían echar los polvos de sol sobre los laterales y a lo largo para hacerla más delgada.

Marcando la mirada

Es el turno de los ojos, para los que se puede emplear un lápiz negro o marrón. Para hacer la raya superior del ojo no hay que estirarlo, como se suele hacer, sino levantar con el dedo el párpado superior, y hacer la línea de fuera a dentro, maquillando la raíz de las pestañas. "No importa si no queda una línea perfecta, porque después con el pincel biselado se difuminará y ya no quedará tan intensa", mostró.

Respecto a la raya inferior, él no recomendó hacer lo que se denomina línea de agua (por dentro del ojo) porque si los ojos son pequeños los empequeñecerá más, por eso aconsejó hacerlo en la raíz de la pestaña.

El toque de color vendrá de la mano de las sombras de ojos, que en este caso escogió un tono marrón, que aplicó con un pincel marcando toda la cuenca del ojo desde fuera hasta el final, para posteriormente difuminar con otro pincel, eso sí, limpio. "Con el sobrante que queda en el pincel se puede poner en la parte inferior del ojo", dijo, para tener un efecto ahumado.

¿Y qué ocurre con las pestañas? ¿Es adecuado maquillarlas? El maquillador dijo que depende del momento del tratamiento. "Si está en la fase en la que se están cayendo, es mejor que no, pues desmaquillar podrían caerse y lo que interesa es que se conserven. La máscara estaría indicada cuando las pestañas están saliendo. Es más, la máscara de La Roche-Posay tiene un sérum con arginina que las fortalece", comentó.

Una de las cosas que más miedo dar al maquillar es hacer las cejas, porque entraña cierta dificultad. En este punto, Gil More y Garduño insistieron en que hay que dibujar las cejas que el paciente tenía antes de perderlas por los tratamientos, "no las que nos gustaría que tuviera, porque en las cejas está la identidad de las personas", hizo hincapié. Por ello, recomendaron decirle al paciente que antes de que inicie un tratamiento se haga una foto para recordar cómo las tenía.

Para marcar una ceja, se han de fijar tres puntos, uno en el nacimiento de la ceja (sobre la nariz), otro en la mitad, que esta ligeramente superior, y otro en la terminación. Pues bien, con un lápiz se van uniendo estos puntos, pero no haciendo una línea, sino marcar haciendo pequeños trazos, como si fueran los pelos de la ceja.

Un toque de color

En cuanto al colorete, el experto optó por los tonos rosas, ya que da sensación de candidez y salud. Importante, en este caso, dónde se pone: "en la manzanita que sale en el pópulo al reírse", aclaró.

El coral fue el tono escogido para el pintalabios, que debe ser muy hidratante, ya que suele ser muy común que estas personas sufran grietas. El pintalabios no lo aplicó directamente sino que, con un pincel, primero perfiló y luego con ese mismo pincel fue rellenado.

El COF de Ciudad Real está celebrando sus I jornadas de actuación dermofarmacéuticas en el paciente oncológico. En esta ocasión ha intervenido Alejandro Gil More, maquillador profesional. Off Gema Suárez Mellado Farmacia Comunitaria Off

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