Tiriez es una pedanía del municipio de Lezuza, en Albacete, que supera por poco los 400 habitantes. Allí, su farmacéutico comunitario, Luis Martínez, realiza servicios profesionales protocolizados que evidencian cómo éstos, además de aportar un importante valor asistencial, ayudan a poner el foco en aquellos pacientes que sufren alguna descompensación ligada a sus patologías o cualquier otro problema vinculado a sus enfermedades; y más aún en un contexto de crisis sanitaria como el actual.
Según explica a CF, los servicios asistenciales que ofrece son el de indicación farmacéutica, el de elaboración de sistemas personalizados de dosificación (SPD) y el de seguimiento farmaterapéutico. Los datos de estos servicios quedan recogidos en un registro telemático detallado que incluye a cerca de un centenar de pacientes. “El perfil medio de estos pacientes es mayor de 65 años, polimedicado y pluripatológico”, apunta.
A raíz del estado de alarma y del confinamiento decretados en España en los primeros meses de la pandemia de la covid-19, muchos de estos pacientes vieron limitadas sus visitas a la farmacia y al centro de salud -el más cercano de Tiriez está a unos 12 kilómetros- y evitaron salir a la calle para prevenir contagios, salvo en casos muy excepcionales. A pesar de estas circunstancias, Martínez asegura que los servicios no dejaron de prestarse: “Ha sido una situación complicada, pero se ha conseguido. Ha tocado desplazarse a los domicilios y hacer muchas llamadas telefónicas, pero se ha logrado adaptar los servicios a las circunstancias y seguir dándolos”.
Voz de alarma
Pero no es solo esto. En un momento en el que buena parte de la atención está puesta en la covid-19, Martínez, gracias al registro que lleva de sus pacientes, puede detectar variaciones en los valores que recoge que evidencien un empeoramiento o alguna alteración que requiera actuar o derivar al médico.
“Revisando los datos que tengo recogidos de tres patologías bastante comunes como son la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia, he visto como durante estos meses de pandemia ha habido pacientes que han tenido descompensaciones en algunas de ellas, siendo en la diabetes en la que más se han producido”, cuenta Martínez.
En concreto, apunta que en este tiempo, en lo que respecta a diabetes, ha detectado siete registros de pacientes en los que, en el control de las glucemias, ha tenido algún tipo de descompensación o problema. En hipertensión arterial ha percibido tres situaciones similares; y en hipercolesterolemia, otras tres.
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Gracias a estos datos recogidos con rigor se consigue poner el foco en el problema, e introducir ajustes y cambios en la medicación que permitan solventarlos. “Este registro es una gran herramienta para mejorar y optimizar el seguimiento”, recalca.
Para hacer posible esta optimización del control que realiza de sus pacientes, Martínez cuenta con una importante baza a su favor: la estrecha relación que tiene con su médico rural. “Viene tres días a la semana y la comunicación que tenemos es muy fluida. Cuando detectamos en algún paciente alguna interacción o algún problema potencial con la medicación, levantamos el teléfono y hablamos; e igual ocurre con Enfermería. Tener esta comunicación tan próxima es fundamental”, subraya.
Aumento de la demanda
Además de los pacientes a los que lleva tiempo ofreciendo sus servicios profesionales, Martínez ha detectado como en los últimos meses se ha incrementado notablemente la demanda de alguno de ellos. En concreto, señala que el de indicación farmacéutica y, sobre todo, en lo que a síntomas respiratorios se refiere: “Ahora, con la covid, hay más pacientes que te preguntan, te consultan y te piden consejos”.
Por todo esto, defiende que la “cercanía” que tiene la farmacia, sumada a los servicios que ofrece, la convierten en un agente sanitario primordial para incidir en el bienestar de la población y obtener resultados en salud.
Acceso a la historia clínica
A pesar del valor que tienen los datos recogidos en su registro, Luis Martínez asegura que permitir a la farmacia acceder a parte de la historia clínica del paciente facilitaría conocer aspectos “como alergias o intelorancias”, que evitarían errores y posibles interacciones.
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