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domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Hablamos ya de minimizar la tercera ola?

Carmen Fernández
carmenfernandez
Dom, 15/11/2020 - 11:00
Covid-19
Una gran ola rompe contra la costa de Portocolom, en Mallorca.
Una gran ola rompe contra la costa de Portocolom, en Mallorca.

Una de las cuestiones que más inquietud produce en la gestión nacional de la pandemia de covid-19 es la aparente falta de un plan preconcebido que ponga el foco no en la situación que se vaya dando en cada momento (algo que podríamos llamar método ‘a salto de mata’) sino en la posible evolución de la pandemia y en cómo evitar o minimizar su progresión en diferentes fases, etapas u olas.

Es un asunto científicamente controvertido pero, atendiendo a lo que suele pasar en epidemias de alcance internacional similares a esta, parece lógico esperar que tenga una evolución por oledas, con subidas y bajadas, aunque con diferencias más o menos marcadas por continentes, países y/o territorios. Que sepamos, no hay motivos para esperar que la pandemia del SARS-CoV-2 se comporte de manera diferente a otras, entre ellas la de la gripe mal llamada española de 1918; otra cosa es la magnitud de sus diferentes olas.

La trágica primera ola de la pandemia acabó finalmente dándonos un respiro, exceptuando zonas con brotes importantes principalmente vinculados a colectivos de temporeros. Pero, tal y como se esperaba, con el otoño llegó la segunda ola a España. El sistema de Vigilancia de los excesos de mortalidad por todas las causas ( MoMo, del Instituto de Salud Carlos III) ya refleja dos claras olas de exceso de mortalidad este año en nuestro país: del 10/03/2020 al 09/05/2020 y desde el 20/07/2020 al 10/11/2020. La segunda llegó primero a España y luego, al resto de Europa. Ahora Francia, Reino Unido e Italia registran lo que podrían ser sus picos máximos, mientras que aquí la situación, aunque territorialmente heterogénea, parece estabilizarse y esperemos que comience pronto a bajar.

La presión por reactivar en lo posible la economía provoca que las comunidades autónomas, sin esperar a tener una tasa óptima de casos positivos por cada 100.000 habitantes durante los últimos 14 días, empiecen a suprimir restricciones o a planteárselo para dentro de unos días.

Pero, ¿por qué no estamos hablando ya de evitar o minimizar el impacto de la tercera ola? Está ahí, a la vuelta de al esquina; en Estados Unidos hay expertos que creen que el país ya ha entrado ella.

Cuando la segunda ola pase, ¿repetiremos exactamente lo mismo que hicimos este verano, tras la primera: relajarnos y ya veremos? Además, con el agravante de que ahora, con el frio y el mal tiempo, ya no estamos buena parte del día al aire libre ni ventilamos los espacios cerrados todo lo que sería conveniente.

¿Van las comunidades autónomas a levantar el pie de sus respectivas restricciones para, seguramente, dentro de unas semanas volver a ellas o a otras peores para la economía? ¿No sería mejor mantenerlas un poco más y tratar de evitar una tercera y una cuarta ola este invierno? Éstas son, además, las que podrían coincidir con la, más temida que nunca, epidemia estacional del gripe.

Un vecino propietario de un restaurante con media docena de empleados en Barcelona, que como todos está cerrado estos días por decreto de la Generalitat, me dijo esta semana: “Las estamos pasando p____ , pero voy a intentar ser optimista y no pensar en cerrar definitivamente sino en volver a empezar, tal y como hice hace 15 años. Lo que no quiero es abrir solo para unos días. Que nos digan lo que hay y lo que habrá y qué hay que hacer, cueste lo que cueste, para salir antes de esta pesadilla”.

Podemos ser radicales o podemos ir trampeando a la espera de una vacuna; la de Pfizer, si nos queremos creer la nota de prensa de la compañía de esta semana, llegaría relativamente pronto, pero presenta inconvenientes más allá de su efectividad y seguridad, que ya veremos cuáles son finalmente: ya ha dicho la OMS que “ningún sistema de salud en el Caribe, en América del Sur, en los Estados Unidos y en Europa está listo para manejar estas vacunas porque para ello se necesita tener un almacenamiento a -70ºC. Si los países van a utilizar esas vacunas tendrán que preparase. Las otras ocho vacunas que están en fase 3 sí se pueden manejar en las cadenas de frío que encontramos hoy en cualquier país”.

En conclusión: ¿por qué no hablamos ya de cómo vamos a intentar evitar o al menos tratar de minimizar los efectos de la tercera ola?

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