Los primeros meses de la pandemia estuvieron marcados por la incertidumbre ante un virus nuevo. “Estábamos preparados para una pandemia de gripe, tipo gripe aviar, pero no para que el 100% de la población fuese vulnerable”, según Margarita del Val, viróloga, inmunóloga e investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, de Madrid.
A su juicio, “esta vulnerabilidad se mantendrá, al menos, durante todo el invierno”, según ha explicado durante el primer encuentro Gestión sanitaria en tiempos de pandemia, organizado por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa).
Y es que el problema está, precisamente, en la novedad del coronavirus: “Frente a este virus, casi nadie contaba con el papel fundamental de la inmunidad celular, que protege a ciertos grupos de población que han pasado muchas gripes pero que no sirve para el SARS-CoV-2”.
Desigualdad
Ahora que ya se va sabiendo más sobre el virus, cómo prevenirlo, detectarlo y tratarlo, la segunda ola se ha visto marcada “por la pugna política, que ha puesto y pone en peligro el cumplimiento de las medidas de prevención. La polarización política y no tener unidad de acción han dificultado una respuesta rápida”, según Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP).
Otra diferencia con los primeros meses de la pandemia es, en opinión de March, que “en esta segunda ola la enfermedad ha desarrollado un alto nivel de desigualdad, con una relación inversamente proporcional entre nivel de renta y la incidencia”, a lo que se suma “una segunda pandemia: los pacientes crónicos, los grandes olvidados y abandonados”.
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