Oficina Virtual GRATIS 2 MESES

Oficina Virtual GRATIS 2 MESES
CONSIGUE TU OFICINA VIRTUAL GRATIS

domingo, 13 de junio de 2021

"Abrir un libro era abrir una ventana en los muros de Ifema"

Enfermería
franciscogoiri
Dom, 13/06/2021 - 08:01
Ana María Ruiz, enfermera del Summa 112 de Madrid
Ana María Ruiz, Enfermera del Summa 112, promotora de la biblioteca de pacientes de Ifema y autora de "Libros que salvan vidas" (FOTO: Mauricio Skrycky).
Ana María Ruiz, Enfermera del Summa 112, promotora de la biblioteca de pacientes de Ifema y autora de "Libros que salvan vidas" (FOTO: Mauricio Skrycky).

Enfermera del Summa 112, máster en Cardiología y en Urgencias y Emergencias, estudió Antropología Social y Cultural en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)... y ejerce a tiempo completo como madre de 3 hijos. Se llama Ana María Ruiz, pero podría apellidarse "risa" u "optimismo" y a nadie le extrañaría. Llegó al hospital de campaña de Ifema (Madrid) el 24 de marzo de 2020, apenas abierta la herida de la pandemia, y su personal ejercicio de cauterización tomó forma de libro: un compendio de relatos que, bajo el título de Libros que salvan vidas, le valió el Premio Feel Good. Antes de ponerse a escribir, se empeñó en abrir una biblioteca en Ifema, porque está convencida -y milita a diario en esa certeza- de que "la lectura es terapéutica y recomendar un libro, una cierta forma de cuidar".

Apenas un año después de llegar a Ifema, el 6 de marzo de 2021, se subía al escenario de la Gala de los Goya para entregar el Premio a la Mejor Película a "Las niñas". La Academia de Cine consideró que Ana María Ruiz aunó como nadie en 2020 los dos factores de ese binomio que cura: Sanidad y Cultura. De Ifema a los Goya; de verter en palabras relatos de esperanza a protagonizar un insospechado cuento de hadas que, seguro, no se cansa de contar a sus hijos.

Ana María posa junto al carrito que fue el embrión de la biblioteca de pacientes de Ifema.
Ana María posa junto al carrito que fue el embrión de la biblioteca de pacientes de Ifema.

Pregunta. Usted aterriza en Ifema un 24 de marzo, en pleno momento álgido de la primera ola de la pandemia. ¿Qué impresión guarda en la retina de su llegada a ese macrocentro?
Respuesta.
Los nervios iniciales, sin duda. Yo iba muy nerviosa porque tenía muchas ganas de ir. Desde el Summa 112, ya sabíamos que se estaba preparando algo para atender masivamente a los pacientes y yo estaba loca por ir; de hecho, mandé un correo ofreciéndome voluntaria desde el primer momento. Llego con tantísimas ganas de trabajar que me noto incluso un poco acelerada y me ofrezco sin más demora para el primer turno de 15 voluntarios. El módulo 5 de Ifema parecía, tal cual, una pura distopía. Nada que ver con lo que yo había visto hasta entonces. En el Summa, tenemos una capacidad de adaptación extraordinaria, pero aquello era inaudito. Dando alguna charla en colegios o bibliotecas, he comparado el módulo 5 con las imágenes que todos hemos visto en fotografías o documentales de la pandemia de gripe de 1918.

P. ¿Y si tuviera que tirar de referencia literaria, a qué le recordaría aquel módulo?
R.
Pues hay una primera y muy evidente referencia que también se me vino a la cabeza enseguida. Pensé en una serie española llamada "Tiempos de guerra" que, a su vez, está basada en un libro que se tituta "1921, Diario de una enfermera". Así que nada más apropiado.

P. ¿Cuando llega a Ifema ya tenía en mente la posibilidad de montar una biblioteca o es una idea sobrevenida, desencadenada por algún factor externo?
R.
Pues miré, surgió de forma casi espontánea cuando atendí a mi primer paciente. Me quedé con ganas de hablar un rato más con él, de tranquilizarle, pero veía que me quedaban otros 63 por delante para atender. Le tomé las constantes, le dí la medicación, hablé mínimamente con él…, pero me tenía que ir y me daba cuenta de que necesita compañía. Yo siempre llevo un libro encima y estoy hablando de libros y recomendando libros, así que la asociación de ideas fue casi natural: pensé que los libros podían brindarle, a él y al resto de los pacientes, esa compañía que ni yo ni ninguna de mis compañeras podemos darles en esas circunstancias.

"Los libros te ayudan emocionalmente, te dan consuelo, te cuidan, te acompañan…"

P. ¿Aunque la sustituyan los libros, entiendo que profesionalmente tiene que ser muy frustrante no poder dedicarle a los pacientes el tiempo que necesitan?
R.
No se puede hacer una idea. Me acuerdo que ya la primera noche había un paciente que lloraba y me hablaba de su niña, y yo le hablé de la mía, pero no podía entretenerme mucho más, porque tenía que ir a ponerle el suero a otro, y le dejé casi con la palabra en la boca. Aquella noche volví a casa con la sensación de un trabajo bien hecho técnicamente, pero incompleto desde una perspectiva humana, porque los pacientes necesitan tiempo, y nosotros, los enfermeros, no somos meros pinchadores, por decirlo de alguna manera. Fue esa misma noche cuando pensé que tenía que llamar a las chicas, como yo me refiero cariñosamente a varias compañeras con las que formó un grupo de lectura. Mi idea inicial era intentar movilizarlas para conseguir llevar libros a Ifema. De momento, ésa era la idea, sin más pretensiones.

P. ¿Y las chicas le responden de inmediato?
R.
Al minuto, de verdad. Les pongo un whatsapp esa misma noche y la respuesta es inmediata y abrumadora. Estoy hablando de un maravilloso y encantador grupo de señoras, y digo señoras porque todas están por encima de los 65 años, y hay varias que superan ya los 80. Apenas dí a luz a mi tercera hija, me la llevé conmigo al club de lectura y hoy, ella y yo, somos las más jóvenes de un grupo entusiasta y apasionado al que adoro.

P. Desde ese primer whatsapp que usted manda a las chicas hasta la creación de una biblioteca con miles de volúmenes, pasan apenas unas semanas. ¿Esperaba usted una respuesta tan abrumadora de tantos donantes, individuales y colectivos?
R.
No la esperaba y, como usted dice, fue tan abrumadora que no me canso de contarlo y aún hoy me emociono al recordarlo. La primera piedra de esa biblioteca la ponemos las propias chicas y yo, que cogemos los libros de nuestra biblioteca personal -yo, de hecho, me quedé prácticamente sin ninguno-, los desinfectamos y los dejamos en cuarentena antes de empaquetarlos y prepararlos para enviar a Ifema. Lucía, una de las chicas, había preparado, desinfectado y precintado un manojito de bolis, incluso; eso era entonces casi como preparar un suero. A partir de ahí, meto en mi coche todos mis libros y los que me dan mis compañeras del club, los acumulo allí y cuando recibo el ok de mis jefes para poner en marcha la iniciativa me los llevo todos al hospital de campaña.

P. Entiendo que la complicidad y la comprensión de sus jefes fue clave para poner en marcha la biblioteca.
R
. Vital, claro. Sin ellos sería imposible. Desde José Luis Pérez del Olmo, director de Enfermería del Summa 112, hasta el gerente del Hospital de Ifema, pasando por Verónica Real, coordinadora de Enfermería de Ifema, o Javier Díez-Tendero, que es la persona que está de supervisor la noche que ponemos en marcha la iniciativa. De hecho, yo me ofrecí a empezar a preparar los libros esa misma noche, en mi hora de descanso, y Díez-Tendero me mandó a Rubén, un compañero del Summa, para que me echase una mano con un carrito de la compra de los que utilizaban los bomberos para mover cosas de un sitio a otro. Tenga en cuenta que en esos momentos todo era un caos, había cien mil prioridades y yo tampoco quería molestar mucho, y aun así la predisposición de todos fue maravillosa. Así que el día 30 de marzo se pone al pie de la cama de los pacientes el primer carro de libros que inaugura la biblioteca de Ifema.

"Fui muy selectiva con los recuerdos del libro, porque quería transmitir un mensaje de esperanza"

P. ¿Y a partir de ahí, las redes sociales, los medios de comunicación y el boca a boca convierten su modesta iniciativa en una macrobiblioteca?
R.
Tal cual. Esa primera noche yo subo una publicación a Facebook y a un grupo de whatsapp que tenemos de enfermeros del Summa, con una foto del primer carro y una leyenda tan sencilla como "queda inaugurada la Biblioteca de Pacientes de Ifema". Al día siguiente empiezan a llegar libros de todas partes, desde instituciones públicas y privadas, hasta aportaciones de colegas, de dentro y de fuera de Ifema, y ciudadanos anónimos, pero no sólo de Madrid, sino de toda España… A mi casa llegan libros de los lugares más insospechados; yo, en pleno confinamiento, quedo en el supermercado con madres del colegio de mis hijos para que me den libros. El virus de la solidaridad es tal y tan mayúsculo que aún hoy se me eriza el vello al recordarlo.

P. Que usted elija como título de su obra "Libros que salvan vidas" evidencia por sí solo la fe que tiene en la literatura como bálsamo emocional…
R.
Es que lo creo plenamente; creo que te salvan la vida, si no literalmente, al menos sí de forma metafórica. De hecho, al principio, surgió como un título con resonancias metafóricas, pero luego, pensándolo bien, tomé conciencia de que los libros te ayudan emocionalmente, te dan consuelo, te cuidan, te acompañan… y no sólo a la gente que estuvo en Ifema, sino a muchos, muchos más. De hecho, la tasa de lectura subió de forma espectacular durante la primera ola de la pandemia. El mero hecho de abrir un libro es ya una ayuda y yo sabía que allí, en ese contexto, abrir un libro era abrir una ventana en esas paredes de Ifema.

P. ¿Cree que su biblioteca ha inculcado el hábito lector en pacientes que quizás no lo tenían?
R.
No es que lo crea, es que lo he vivido en primera persona. Recuerdo a un chico joven, enfadado con el mundo y muy huraño, que no había leído nunca y al que le animé a que leyera "El Principito". Ese libro, al menos, le abrió a un mundo que, de no ser por la biblioteca, seguramente no hubiera conocido, y tuvo un efecto medicinal tremendo. Le cambió el estado de ánimo. Además, cuando pasamos del módulo 5 al 7 y al 9, la asistencia ya estaba más organizada, había más personal y podíamos disfrutar de más tiempo con los pacientes, lo que ya me permitía incluso organizar charlas literarias con alguno. Yo les recomendaba libros, pero ellos también a mí y ese flujo bidireccional es para mí uno de los recuerdos más enriquecedores de esta experiencia, porque a mí que alguien me recomiende un libro me parece un auténtico regalo.

Ana María muestra la tarjeta con el nombre de la cinta ganadora al Premio de la Mejor Película, en la última Gala de los Goya (FOTO: Academia de Cine).
Ana María muestra la tarjeta con el nombre de la cinta ganadora al Premio de la Mejor Película, en la última Gala de los Goya (FOTO: Academia de Cine).

P. Cuando Ifema se desmonta, ¿qué pasa con todos esos libros?
R.
Pues mire, como son regalos y donaciones, yo me encargo personalmente de que esos libros lleguen a otras manos, porque estoy convencida de que quien los ha cedido lo que quiere es que se lean, independientemente de que quienes los lean sean pacientes o no. Mire, el 23 de abril, todos los medios de comunicación se hicieron eco de la lectura del Quijote que se hizo ese día en Ifema para conmemorar el Día del Libro. Esa iniciativa es, obviamente, encomiable, pero ese mismo día, Carlos Méndez, un compañero del Summa, me plantea que regalemos un libro a cada uno de los sanitarios que sale de su turno de trabajo en Ifema… y ahí me tiene a mí, llorando y llorando de emoción a medida que mis compañeros van recogiendo su libro de regalo.

P. Así dieron entonces salida a parte de los fondos bibliográficos…
R.
Sí, pero sólo a una parte, porque el caudal era inmenso, como se puede imaginar. El resto los vamos distribuyendo: yo me llevo un cargamento con mi coche al Hospital Gómez Ulla, otro al Ramón y Cajal, ofrecemos a todos los hospitales de la Comunidad de Madrid, a bibliotecas, asociaciones… En mi libro, recuerdo que la Responsable de Catástrofes del Summa me llama una vez aparte y me enseña un palé enorme destinado a residencias de ancianos y centros de jóvenes que habían preparado con gasas, EPIs, material sanitario… y en una esquinita un lote de libros preparado y empaquetado. Así que allí me tiene otra vez llorando sin parar.

P. Usted lleva escribiendo mucho tiempo, pero nunca se había animado a publicar. La primera vez que lo hace, gana el Feel Good. ¿Qué significa para usted este reconocimiento?
R.
De entrada, el nombre del premio, feel good, es para mí la esencia del mejor regalo que me ha dado toda esta historia: conseguir que la gente se sienta bien leyendo mi libro cubre con creces todas mis expectativas. En esencia, yo escribí el libro porque no quería que se olvidaran ni se perdieran la infinidad de experiencias que yo viví en Ifema, y desde luego lo hice con la idea de transmitir un mensaje de esperanza y positividad, de ahí que esos recuerdos sean selectivos y me limite a contar sólo la parte bonita y edificante de esa experiencia.

P. Y para culminar tanta experiencia edificante, el pasado marzo se sube usted al escenario de la Gala de los Goya como estrella invitada. ¿Por qué la Academia de Cine piensa en usted para entregar el Goya a la Mejor Película? ¿Se lo han contado?
P.
Claro, claro. Yo lo primero que hago es preguntarles por qué y advertirles de que a lo mejor se han equivocado de persona. Cuando me llama el vicepresidente de la Academia de Cine, Rafael Portela, y me cuenta que me quieren invitar a la gala, lo primero que le digo es que yo soy enfermera y que lo único que he hecho, aparte de mi trabajo, es escribir un libro. Él entonces me explica que llevan un año siguiendo mis intervenciones y que este año, en una edición tan marcada por la pandemia, para ellos es fundamental unir Sanidad y Cultura, y que habían pensado en mí como la imagen que aúna ambas facetas. Es más, añade, "me ha dicho Antonio que te busque donde sea". En ese momento, yo no caigo que ese Antonio a quien se refiere es Antonio Banderas, así que se puede imaginar mi pasmo.

P. Y aprovecha usted el discurso de entrega del premio para lanzar un homenaje a todos sus compañeros sanitarios, a los profesionales de la cultura y, sobre todo, a las víctimas de la pandemia ¿Lo escribe usted o le asesora alguien?
R.
Lo escribo yo, se lo mando a los organizadores y les digo que me gustaría decir eso o que, si lo prefieren, alguien diga algo parecido cuando me presente. El discurso que finalmente hago sobre el escenario es exactamente el mismo que yo les había propuesto y me dicen, además, que quieren que sea yo quien lo diga. En los días sucesivos recibo muchos mensajes de agradecimiento de compañeros de distintos puntos de España, que me llegan a decir que se sienten muy identificados con mis palabras. Le aseguro que, para mí, no hay mejor Goya que ése.

P. Bueno, imagino que conocer a Antonio Banderas tampoco estuvo mal.
R.
(Se ríe). Por favor, es que este hombre no puede ser más agradable, encantador y natural. Yo hice un pequeño vídeo para mis redes sociales en el que alterno fotos con el maitre del hotel, los camareros, el personal, los técnicos de la gala... con otras con Antonio Banderas, María Casado, Jon Kortajarena. Pero vamos, sí, Banderas es todo lo encantador que parece, o más si cabe.

Enfermera del Summa y voluntaria en Ifema, Ana María se 'inventó' de la nada una biblioteca para el hospital. Luego, convirtió su experiencia en literatura. Admirables Admirables Off Francisco Goiri. Madrid Profesión Off

via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3wgjep0

No hay comentarios:

Publicar un comentario