Las enfermeras tienen aproximadamente el doble de probabilidades de suicidarse que la población femenina en general y un 70% más de probabilidades que las médicas, según un estudio de la Universidad de Michigan que se publicó en la revista JAMA Psychiatry y que examinó el suicidio entre médicos y enfermeras. No obstante, entre los enfermeros el riesgo de suicidio no es mayor que el de la población masculina en general.
El estudio no incluyó datos de la pandemia, lo que significa que estos números podrían ser aún más altos ahora, asegura Matthew Davis, profesor asociado de la Escuela de Enfermería des esta universidad y uno de los autores del estudio.
Turnicidad y ‘burnout’
En las enfermeras los factores de riesgo para el suicidio se ven potencialmente exacerbados por las largas horas y la menor autonomía. Desde la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (Aeesme) también explican que a pesar de que las enfermeras tienen tasas de mortalidad menores que la población general, la tasa de suicidio es mayor.
“Una revisión de la literatura científica sobre el tema demuestra que las enfermeras encabezan el ranking de suicidios. Esto es argumentado por las situaciones estrés, ansiedad y depresión que padece este colectivo como consecuencia de jornadas de trabajo interminables, a veces de 12 horas, la turnicidad a la que son sometidas, la elevada carga de trabajo que asumen, etc. En todo ello tiene que ver también los conflictos laborales no resueltos, los casos de burnout y de acoso laboral, así como las agresiones verbales y físicas por parte de algunos usuarios y/o familiares a las que se enfrentan y a la alta carga emocional del trabajo que desarrollan”, explica a este periódico Francisco Megías-Lizancos, presidente de Aeesme.
"Las enfermeras encabezan el ranking de suicidios"
Añade que estos conflictos se podrían evitar muchas veces con una gestión efectiva, “gestionando no solo sobre los usuarios, sino también de manera más eficiente sobre el personal de enfermería”.
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Peor las de urgencias y oncológicas
Dentro del colectivo enfermero, las enfermeras de urgencias son las peor paradas. “Está comprobado que las situaciones límites o extremas son las que dan lugar a mayor estrés en las personas, ya que se someten a un estado de alerta que los prepara para enfrentar el acontecimiento que se ha percibido como amenazante. Uno de los servicios en los que se pueden encontrar escenarios que ponen en marcha el temple del ser humano, del profesional, son las Unidades de Urgencias y Emergencias, en donde a cada segundo puede ocurrir un evento en que se pone en juego la vida de las personas, ”asegura Megías-Lizancos.
En su opinión, esto también es aplicable a la enfermera oncológica. “Actualmente, existen múltiples investigaciones que abordan la presencia de estrés laboral crónico o burnout en profesionales de Enfermería y todas ellas concluyen con que la etiología es el resultado de un cúmulo de factores estresantes asociados al desempeño de la profesión y que sobrepasan los recursos de afrontamiento personales. La actividad laboral es por sí misma generadora de estrés, ya que determina exposición en este caso, a ciertos estresares; pero también la vulnerabilidad juega aquí un papel importante, ya que según como sean vividos, afrontados y resueltos, determinan la respuesta individual, sea adaptativa (aprendizaje, adaptación) o desadaptativa (desgaste e insatisfacción)”.
Afectación de la pandemia
Las enfermeras llevan bastante más de un año sufriendo un gran desgaste emocional por la labor que están desempeñando en la lucha contra la pandemia de la covid-19. “Soportan una carga de ansiedad, estrés e impotencia aún mayor que la que venían aguantando antes de la pandemia. Se han enfrentado a penosas condiciones laborales de sobrecarga y tensión, pero además están en permanente contacto con el sufrimiento, el dolor y la muerte. Han tenido que atender a pacientes tumbados a los pasillos y enfrentarse a muchos fallecimientos en un corto espacio de tiempo, viviendo muy de cerca la impotencia y la pena de los familiares que no ha podido acompañar a su ser querido en ese momento tan crucial”, recuerda.
A este estrés laboral extremo al que se han visto sometidas, Megías-Lizancos explica que se añaden los desafíos a los que se han enfrentado en sus hogares, “con sus familias, con la información sesgada con la que contaban, intentando evitar los posibles contagios de sus seres queridos separándose de ellos por el hecho de trabajar con pacientes contagiados, aislándose, quedándose solas en sus casas, cambiando roles, desconcertadas...”
El presidente de Aeesme también recuerda que este cúmulo de circunstancias hace que lo que la OMS ha denominado “fatiga pandémica”, que afecta al conjunto de la ciudadanía, “tenga unas consecuencias aún más pronunciadas en el colectivo enfermero”.
Soluciones
Megías-Lizancos asegura que la profesión enfermera es de riesgo y que la formación y el entrenamiento se debe iniciar en las facultades de Enfermería.
“Desde la formación hay que proveer de las competencias para el afrontamiento de las situaciones a las que se van a enfrentar en los diferentes escenarios de desarrollo profesional. Igualmente, considero que el trabajo en equipo interdisciplinar debe ser fuente de apoyo en las decisiones que se han de tomar en el lugar de trabajo, lo que da cierta seguridad a los profesionales a la vez que genera confianza, seguridad y consuelo ante la dificultad”.
Añade que la pandemia, además, ha hecho visible una necesidad ya existente, muchas veces encubierta, del desarrollo de programas de apoyo para dar respuesta a las necesidades de atención en el ámbito de la salud mental de los profesionales de Enfermería. “Aquí, las enfermeras especialistas de Salud Mental tienen un trabajo importante que desarrollar con otros profesionales del ámbito sociosanitario y los propios gestores de centros y servicio ignoran este detalle”, concluye.
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