
En mayo de 2020, el Centro de Especialidades José Marvá del Hospital La Paz (Madrid) puso en marcha una consulta de Enfermería para mejorar la calidad de vida de los pacientes con incontinencia urinaria -esta patología afecta al 6,25% de la población española, provocando un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes- donde las enfermeras de práctica avanzada (EPA) son claves para su desarrollo y cumplimiento de objetivos.
“En mayo de 2020, la Dirección de Enfermería del Hospital La Paz me propuso realizar un protocolo de actuación de la consulta de Enfermería en incontinencia urinaria, teniendo presente las competencias enfermeras en relación con las técnicas que se pueden realizar esta en el ámbito de la consulta de Urología bajo la Resolución número 15/2018 del Consejo General de Enfermería, y formarme en urología funcional”, explica a este periódico Vanesa García-Astillero, enfermera experta en Urología del CEP José Marvá.
Se incorporaron los planes de cuidados NANDA-NIC-NOC y se mejoró la formación con técnicas específicas. Hay que tener en cuenta que, en la actualidad, el diagnóstico y tratamiento de esta patología suele realizarse en el hospital, con los consiguientes tiempos de espera que superan el mes para la primera consulta y los tres meses para la revisión, prolongando innecesariamente el sufrimiento del paciente.
El proyecto tomó forma tras una conversación con un urólogo de La Paz, que sugirió crear una consulta especializada en Enfermería Urológica
“Una vez iniciada la consulta hicimos unos cuestionarios de satisfacción para ver si teníamos que modificar algo y fueron muy favorables. Desde enero de 2021 hasta la actualidad se han visto 83 pacientes (80 mujeres y 3 hombres) que han seguido tratamientos enfermeros específicos con una duración de entre 6 y 12 semanas. La satisfacción de los pacientes ligada a los tratamientos ha sido muy alta y se ha medido por cuestionario CRES-4:252.5/300”, explica.
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Además, el 73,4% de los pacientes que han finalizado el tratamiento ha conseguido la continencia total, el 26,6% han visto disminuidas las pérdidas y nadie se ha quedado igual o ha empeorado, según los datos recogidos de enero a junio de 2021.
“Con la instauración de la consulta se ha conseguido disminuir el número de visitas necesarias, ya que el paciente es derivado desde atención primaria directamente a la consulta especializada donde se realizan la mayoría de las pruebas diagnósticas, se establece el diagnóstico y se comienza con el tratamiento. De hecho, se ha disminuido un 75% el número de consultas necesarias (desde un primer contacto hasta la instauración del tratamiento) y con ello se ven incrementadas la adherencia y la satisfacción del paciente, y también mejora la calidad asistencial”.
Añade que las enfermeras que ejercen en esta consulta (de momento son dos) son el nexo entre el médico y el paciente y llevan una continuidad de los cuidados: “Hacemos muchas pruebas diagnósticas, instauramos un tratamiento y lo ponemos una vez que el médico ha diagnosticado la patología, y realizamos el seguimiento de los casos con el objetivo de ahorrar tiempo y traslados innecesarios. Actualmente, en la consulta se trata la incontinencia urinaria en hombres y en mujeres”, indica.
Formación en otros centros
García-Astillero recuerda que, además de la atención al paciente, hay mucho trabajo de fondo en este proyecto, donde la formación es una de las piedras angulares del proyecto. “Presenté el protocolo de actuación en septiembre de 2020, que incluía un plan de cuidados estandarizado que recoge las actuaciones a realizar en pacientes con un mismo diagnóstico. También sirve como instrumento para documentar y comunicar la situación del paciente, los resultados que se esperan, las intervenciones a llevar a cabo y para evaluar todo ello de forma sistemática. Para esto se emplea la clasificación NANDA-NIC-NOC. Usar el proceso enfermero nos permite, basándonos en una valoración individual de cada paciente, elegir los diagnósticos, establecer resultados y las prioridades, planificar las intervenciones y actividades descritas en el plan de cuidados y realizar una evaluación continua”, señala.
A partir de ahí comenzó la formación específica durante siete días. Para ello, la dirección de Enfermería del Hospital La Paz coordinó la formación con distintos centros de la Comunidad de Madrid, ya que no existe ninguno donde se realicen todas las técnicas que se están desarrollando en la nueva consulta.
“La formación consistió en la reeducación de suelo pélvico masculino (Centro de Especialidades Emigrantes dependiente del Hospital Ramón y Cajal); electroestimulación vaginal y neuromodulación del nervio tibial posterior (en consultas externas de Urología del Hospital del Henares), e instilaciones de ácido hialurónico, interpretación de cuestionarios específicos, adiestramiento en autocateterismo intermitente femenino y colocación de pesarios vaginales(en la unidad de suelo pélvico del Hospital La Paz)”, indica.
El valor de la EPA
Vanesa García-Astillero es enfermera de práctica avanzada y ha ampliado su formación y competencias para ejercer funciones que van más allá de las que tradicionalmente realiza una enfermera.
“En la consulta de Enfermería realizamos una anamnesis de la paciente (antecedentes personales, síntomas y desde cuando los parece, medición de peso, talla, IMC y perímetro abdominal,...). Posteriormente realizamos una exploración exhaustiva (presencia de prolapsos, aspecto general de los órganos pélvicos, Test de esfuerzo de Bonney y de Oxford), realizamos una flujometria y medición del residuo postmiccional mediante ecografía y comprobamos si hay infección urinaria por tira reactiva. Además, entregamos y recogemos cuestionarios específicos”, explica.
Se ha logrado aglutinar el 75% de las consultas en una, con la consiguiente reducción de visitas al centro y mejora de la calidad asistencial
Una vez que se han realizado estas pruebas, el paciente pasa a la consulta del urólogo, que las interpreta y emite un diagnóstico (en ocasiones se precisa de pruebas más específicas como el estudio urodinámico que ya se realiza en el hospital y que requiere una preparación previa). “Junto con el diagnóstico se instaura el tratamiento. Puede ser farmacológico o precisar de tratamiento enfermero, que comenzamos en la primera visita y realizamos seguimiento. En caso necesario, tenemos contacto directo con el urólogo para la resolución de dudas o complicaciones”, concluye.
Entre los tratamientos que dan las enfermeras en esta consulta está la colocación y seguimiento de pesarios, instalaciones vesical de ácido hialurónico, enseñanza y seguimiento de la técnica de autocateterismo vesical intermitente, reeducación vesical, entrenamiento de suelo pélvico (masculino como femenino), electroestimulación vaginal y neuromodulación del nervio tibial posterior.
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