Alemania, Italia, Portugal, Reino Unido, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, República Checa, Finlandia, Canadá, Polonia, Estados Unidos, Australia, Chile, Argentina, Chile y así hasta 46 países en el mundo tienen algún modelo de acceso al cannabis medicina para pacientes, según el Observatorio Español de Cannabis Medicinal.
¿Y en España? "Está permitida la investigación y la producción con fines médicos a través de la ley de estupefacientes de 1967 y mediante el sistema de licencias que otorga la Agencia Española del Medicamento (AEMPS). De este modo, es posible producir cannabis medicinal, pero para ello hay que contar con una demanda previa autorizada", explica Bernardo Soriano, de S&F abogados, portavoz de Regulación Responsable, despacho especializado en la regulación del cannabis.
"Hay aproximadamente 28 hectáreas de cultivo de plantas de cannabis con fines médicos y científicos autorizadas por la AEMPS"
Esa "demanda previa autorizada" debe venir de una empresa exterior porque en España no está legalizado el acceso al cannabis, tampoco para uso médico. Soriano lo explica: "Por ejemplo, una empresa en Alemania que cuente con una autorización administrativa para distribuir cannabis por parte del Gobierno Federal Alemán puede contratar a una empresa española para que le suministre 2.000 kilos de flor seca. Con ese contrato, la AEMPS autoriza el cultivo en España de un producto que va a la exportación".
Un marco legal mejorable
Este marco jurídico no satisface. "Es un modelo de regulación que se gestiona de una forma bastante oscura por parte de la AEMPS. Los requisitos que se solicitan son muy genéricos, lo que da pie a la arbitrariedad en la concepción de licencias. Es un proceso un tanto confuso y sería mejor una guía detallada punto por punto, como se ha hecho en otros países con los requisitos a cumplir para obtener la licencia".
En resumen, Soriano afirma que "es una normativa obsoleta con un proceso de la tramitación oscuro y hermético. No es que se esté limitando, por así decirlo, es que para poder producir tienes que tener quien pueda distribuir y eso es complicado, porque el acceso al cannabis no está autorizado, no está generalizado".
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Pero este marco legal tampoco convence a los facultativos que claman porque aprueben su uso medicinal. Jesús de Santiago Moraga, anestesista de la Unidad de Dolor del Hospital Quironsalud de Tenerife, es la voz autorizada para hablar del cannabis en los últimos congresos de la Sociedad Española del Dolor (SED). “La situación de España es difícil de explicar, máxime si se tiene en cuenta que existen autorizaciones de la AEMPS para cultivar, fabricar, distribuir y exportar cannabis sativa y sus productos. Estos productos que se obtienen en España acaban en otros países y aquí no son accesibles”, destaca De Santiago.
Respuesta de la AEMPS
Este diario preguntó a la AEMPS sobre este proceso de autorización de cultivos. Por un lado, el organismo público aclara que "hay aproximadamente 28 hectáreas de cultivo de plantas de cannabis con fines médicos y científicos autorizadas por la AEMPS en España".
En cuanto al proceso de concesión de autorizaciones de cultivo de cannabis, ya sea con fines de investigación o con fines médicos, recalcan desde la AEMPS que "está regulado y es público".
"El solicitante debe presentar toda la información relevante sobre el cultivo (variantes a cultivar, superficie, finalidad, medidas de seguridad previstas en las parcelas, etc.), toda la información acerca de la documentación que es necesaria presentar para solicitar una autorización está publicada en la web de la AEMPS. Además, se debe presentar un documento del pago de las tasas correspondientes según aparece en el Real Decreto Legislativo 1/2015, de 24 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. Con toda esta información, los técnicos de la AEMPS llevan a cabo una evaluación y emiten o no una autorización para el cultivo y se lo comunican al solicitante. Todas las autorizaciones de cultivo vigentes están también disponibles en la web.
Araceli Manjón, catedrática acreditada de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid y directora de una cátedra extraordinaria sobre Drogas, asesoró al grupo parlamentario de Ciudadanos en la presentación, a principios de 2017, de una Proposición no de Ley sobre la regulación del uso medicinal de los productos derivados del cannabis.
Por ejemplo, Italia
La experta considera que España debería fijarse en la regulación que se ha llevado a cabo en Italia. "El italiano es un modelo muy integral. No solo reglamenta la producción y dispensación, sino que también regula el precio por gramo. De modo que el Estado tiene un control del precio al que se venden los productos, implementa sistema de investigación, los financia y los propicia. También ha mantenido en los currículums de las carreras sanitarias el estudio del cannabis, su funcionamiento, su dispensación...".
Explica que Italia intentó una regulación que incluyera el cannabis recreativo y el medicinal, pero les faltó apoyos parlamentarios para sacarla adelante. De este modo, cuenta Majón, "aprobaron por decreto del cannabis medicinal, sin ninguna oposición".
Entre 2017, cuando Ciudadanos presentó su propuesta de regulación del cannabis, y hoy ha habido un cambio sustancial que ha allanado el camino para sacar adelante una regulación del cannabis medicinal en España. Y ese cambio sustancial no ha sido la pandemia.
El golpe de timón que impulsa la regulación
En diciembre de 2020, y después de varios retrasos, la ONU reconoció las propiedades medicinales del cannabis. Es decir, le sacó de la Lista IV de la Convención sobre drogas de 1961 donde sitúa a los activos más peligrosos, que requieren un control más estricto y sin propiedades medicinales, como la heroína.
Una mayoría simple en la votación de los 53 Estados que componen la Comisión de Estupefacientes, el órgano Ejecutivo de la ONU en políticas de drogas, hizo posible ese cambio de consideración del cannabis.
La votación se produjo casi dos años después de un dictamen de la OMS que reconocía la utilidad médica del cannabis y recomendaba su retirada de la Lista IV y mantenerlo en la I. La recomendación adoptada se basó en el primer estudio crítico de la OMS sobre cannabis, la droga más popular del mundo, con unos 200 millones de consumidores, según estimaciones de la ONU.
Un horizonte lleno de retos
En España ese viento a favor de la despenalización del acceso se ha traducido en tres propuestas de regulación del cannabis presentadas por los partidos Más País, que mezclaba en un mismo proyecto el cannabis de uso terapéutico y el recreativo, y las propuestas de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y Unidas Podemos, centradas en el uso recreativo de la ley. Antes se había creado una subcomisión dentro de la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados, para el abordaje exclusivo de la regulación del uso medicina del cannabis, y que echó a andar el pasado 14 de octubre con seis meses por delante de trabajo, aunque el trabajo operativo, con el arranque de las ponencias, no será hasta diciembre de este año o febrero de 2022.
En este incipiente camino hacia la regulación del cannabis en España, en su vertiente medicinal y también en su uso recreativo, ya se pueden apuntar un par de cosas. Por un lado, que el abordaje conjunto, en una misma ley, del cannabis medicinal y el recreativo no cuenta con los apoyos necesarios en el Congreso. Así se puso en evidencia el pasado 19 de octubre cuando la propuesta de Más País, que recogía ese doble uso, fue tumbada con los votos en contra de PSOE, PP y Vox. De modo que, a priori, la regulación del cannabis medicina asoma como posible, mientras que su uso recreativo se aleja.
En este sentido, Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español del Cannabis Medicinal, aclara: "Para nosotros es muy importante que se no se confundan los dos debates. Partimos de la misma planta, el cannabis, pero por un uso y una necesidad muy diferente y también con vías de administración diferentes. El mejor ejemplo que podemos poner es el de la planta de la amapola, de donde se extrae la morfina y la heroína, la problemática de cada una de esas sustancias se trata en comisiones parlamentarias distintas y así tiene que ser en el caso de la regulación del cannabis para su uso medicinal, que se debe de diferencias de su uso recreativo".
Pero asumido eso, el debate sobre la norma enfrenta muchas otras cuestiones. Bernardo Soriano amplía el horizonte con experiencias de otros países: "En Israel, donde el cannabis medicinal lleva autorizado más tiempo, recientemente han aprobado el autocultivo. Esto quiere decir que, por ejemplo, con una receta del médico el paciente puede cultivar su propia planta para autoconsumo. Creo que no hay que cerrarse a un modelo concreto, sino dar opciones a los pacientes, siempre con control sanitario y supervisión médica".
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