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viernes, 12 de noviembre de 2021

Cuentos científicos para niños

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Vie, 12/11/2021 - 10:42
Firma invitada
ciencia-me
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Érase una vez un copépodo que vio un globo verde a través del mar azulado…, y un acogedor arrecife amenazado por un caprichoso Niño, y un códice perdido en el Archivo Histórico Nacional, y una superheroína voladora con una enfermedad gelatinosa, y una célula llamada Celia que se dividió hasta formar una gran familia, y un dinosaurio con artritis, y un quinteto de princesas atraídas por la geología, la botánica, la alquimia, la astronomía y la zoología, y una lagartija que conoció el secreto de las hormigas plateadas, y el aprendizaje alimenticio de los ositos polares Nanuq y Arctos, y la desaparición de los recuerdos en el reino Neurona 451, y un experimento floral para ahuyentar a las avispas sin matarlas, y los Caballeros de la Mesa Viruela contra los salvajes boroboro robots, y la guerra del general Vírico en la Tierra de Sam.

Son algunos de los veinte cuentos científicos que recoge el libro Ciencia-me un cuento (Science-me a Story), una recopilación ―en edición bilingüe (español-inglés) y con magníficas ilustraciones― de los relatos ganadores de las tres primeras ediciones del concurso internacional del mismo nombre organizado por la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (SRUK-CERU). El proyecto nació en 2018 como un medio para promover la divulgación de la ciencia entre los niños, y cuenta con el patrocinio de la Fundación Lilly y la colaboración de la Universidad de Liverpool, la revista Principia y el Instituto Cervantes en Manchester.

Editado por Penguin Random House, el libro se presentó el miércoles pasado en el Instituto Cervantes de Madrid. «Desde 2018 hemos recibido dos centenares de cuentos procedentes de cincuenta países», explicó Isabel Peset, coorganizadora del certamen, que cada año va creciendo en participación y calidad. «Al igual que con los cuentos infantiles, estos relatos intentan exponer a los niños a arquetipos ejemplares que orienten su futuro. Es un medio excelente para despertar vocaciones científicas», dijo José Antonio Sacristán, director de la Fundación Lilly, antes de iniciar un simpático diálogo con los tres invitados: Enrique Royuela, microbiólogo y director de la revista Principia; Bárbara de Aymerich, profesora de didáctica de las ciencias de la Universidad de Burgos y directora de la singular Escuela de Pequeñ@s Científic@s Espiciencia, en Espinosa de los Monteros (Burgos), y Laura Ibáñez-Tejero, del Instituto Español de Oceanografía y autora de uno de los relatos premiados.

«Un cuento infantil ―describió Bárbara de Aymerich― ha de ser breve, con pocos personajes, que aúne realidad y ficción, que despierte la curiosidad, que no eluda algunos términos especializados y que resuelva dudas, no todas, para que el niño se quede algo intrigado y le incite a la reflexión». Al estimular la curiosidad, apuntó Laura Ibáñez-Tejero, «aumenta la capacidad imaginativa y el afán observador».

En cuanto género literario, «un cuento es una narración, una historia, con sus dosis de misterio, emoción y conflictos que buscan la empatía con el receptor, con el niño, a fin de que se adentre en la aventura o fantasía relatada», recordó Enrique Royuela, cuya revista Principia, surgida en 2014 con la intención de «contar y pintar la ciencia» y con una sección «para niños y niñas intrépidos», es un magnífico vehículo para disfrutar de la ciencia y la literatura de forma ilustrada y con recursos interactivos y audiovisuales. «En nuestra búsqueda ―explican en su web― encontramos cómo vincular la obra de Fiódor Dostoyevski con la epilepsia, Frankenstein o el moderno Prometeo o los violines Stradivarius con el cambio climático, la reproducción sexual contada en primera persona por un espermatozoide o por qué los cuadros de Van Gogh están perdiendo sus colores».

¿Es posible interesar a niños de 3 a 10 años por los misterios de la inmunología, la fauna abisal o los fósiles de amonites sin que se aburran o se asusten? Con su atrayente didáctica, Bárbara de Aymerich relató un experimento que hizo con niños de 3 y 4 años sobre la descomposición de alimentos y la aparición de moho. «Hay que unirse a ellos en las exploraciones campestres y experimentales, transmitirles intriga, emoción, suspense y cotidianidad». La experiencia culminó en un «artículo científico» en el que los niños, ágrafos a esa edad, trasladaron lo aprendido o intuido a dibujos e iconos. Y Laura Ibáñez contó una actividad parecida en una escuela rural castellano-manchega en la que, tras un audiocuento, sus queridos y diminutos copépodos, principal ingrediente del plancton, fueron recreados por los niños en divertidas plastilinas e inocentes dibujos de filamentosos monstruitos.

Además de introducir la ciencia en la infancia, «hay que cambiar los estereotipos que cuelgan de los científicos, normalizar sus vidas», insistió Enrique Royuela. «No son bichos raros: no tienen por qué ser unos genios ya desde pequeños ni aprobar todas las asignaturas», pero sí ser curiosos e inquietos y preguntarse por los misterios y maravillas del mundo y el universo que les rodean.  

Conclusión: la mamá copépoda confundió los restos del globo verde con algas marinas y tragó microplásticos que la enfermaron. Pero gracias al oceanógrafo Dan que la trató en su acuario con algas nutritivas pudo curarse y reencontrarse con sus copepoditos. Y colorín colorado, no hay que arrojar plásticos al mar ondulado.

José Ramón Zárate Covo

El libro ilustrado 'Ciencia-me un cuento / Science-me a Story' recopila una veintena de relatos científicos infantiles en edición bilingüe español-inglés. Puede descargarse gratis en PDF. Off José Ramón Zárate Off

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