A principios de año, la traductora guatemalteca Alejandra Durán me convocó a una mesa redonda para charlar de manera distendida sobre la importancia de la etimología para los traductores científicos y también para los traductores de otros campos. En un momento de la entrevista, me contó que había pasado el último mes entre dípteros, tefrítidos, imagos, pupas y larvas, trabajando en un proyecto sobre moscas de la fruta.
Y eso me dio pie para tratar de explicar por qué no concibo la tarea de cualquier profesional de la lengua sin un interés sincero y profundo por la etimología. No me refiero a que la etimología nos permita ganar más dinero o triunfar profesionalmente, no. Si una se para a pensarlo, verá que las cosas verdaderamente importantes que hay en la vida no sirven en realidad para nada práctico. ¿Qué utilidad práctica tiene el beso de una pareja de enamorados más allá del intercambio de fluidos bucales, bacterias patógenas y, sí, coronavirus también? ¿Un libro de poesía sirve acaso para fabricar algo tangible o producir una vacuna? ¿Qué gana uno profesionalmente dedicando los mejores años de la juventud a criar un bebé (o varios)?
¿No les parece que laburar con moscas de la fruta puede ser un asquito? Pero si, en vez de llamarlas «moscas de la fruta», nos fijamos en su nombre científico latino (griego más bien), Drosophila melanogaster, la cosa cambia por completo. Drosophila melanogaster es, dicho en cristiano, «la amante del rocío de vientre oscuro», y dedicar un mes ―¡una vida entera!― a traducir para ella, a mí por lo menos, pensado así, pasa a resultarme de lo más atractivo. Cuatro palabras griegas tan solo (drósos: rocío; phílos, amante; mélan, negro u oscuro; y gastér, vientre) bastan para transformar a una asquerosa mosca de la fruta en una seductora y cautivadora princesa como salida de un cuento de las mil y una noches: «la amante del rocío de vientre oscuro».
Se puede vivir, comer, copular, trabajar y ganar dinero ―¡por supuesto!― sin besos, sin poemas, sin la risa de un bebé y sin etimologías, pero ¡¿qué clase de vida es esa?!
Fernando A. Navarro
¿Se han preguntado alguna vez qué significa el nombre zoológico 'Drosophila melanogaster'? Está formado a partir de cuatro raíces griegas ('drósos', 'phílos', 'mélan' y 'gastér'), sí, pero ¿qué significa? Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3cbkzVV
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