Las evidencias científicas sobre los potenciales beneficios del ayuno intermitente proceden sobre todo de experimentos, sin embargo, poco a poco empiezan a llegar nuevos datos de estudios clínicos que indican que el ayuno sería más que una dieta de moda y mejoraría marcadores de salud además de la disminución del peso.
Así lo confirma una investigación que se acaba de presentar en la reunión anual de la Asociación Americana del Corazón (AHA), que tiene lugar de forma telemática hasta el lunes.
Entre los beneficios para la salud asociados al ayuno intermitente se encuentra un efecto positivo sobre la inflamación, según desvela el trabajo que han realizado investigadores del Instituto Intermountain Healthcare Heart, en Salt Lake City.
El patrón de este tipo de alimentación consiste en alternar períodos de ayuno e ingesta, mediante diferentes fórmulas; las más habituales son las de periodicidad diaria (al menos 12 horas sin probar bocado) y la semanal (generalmente un día o dos a la semana, normalmente no seguidos). Dentro de esta segunda opción, la más popular es el patrón conocido como “5:2”, donde se come cinco días a la semana y se ayuna los dos siguientes.
Dos días de ayuno a la semana
Este fue el patrón que se analizó en el estudio: ayuno, con líquidos, durante 24 horas dos veces semanales, en días no consecutivos. Así se mantuvieron durante un mes, para después pasar a ayunar una vez a la semana (de nuevo, un día solo con hidratación) durante 22 semanas. Para asegurarse de que el patrón fuera asequible, algunos miembros del equipo del ensayo completaron el mismo régimen antes de que comenzara el estudio.
Los resultados de esa práctica de ayuno fueron un aumento de los niveles de galectina-3, una proteína ligada a la respuesta inflamatoria.
“La inflamación se asocia con un mayor riesgo de desarrollar múltiples enfermedades crónicas, incluidas la diabetes y las enfermedades cardíacas. Nos alienta ver evidencia de que el ayuno intermitente impulsa al organismo a combatir la inflamación y reducir esos riesgos ”, afirma el investigador principal del estudio Benjamin Horne, director de epidemiología cardiovascular y genética en el Instituto Intermountain.
Estos resultados son parte del ensayo Wonderful, que estudia el ayuno intermitente. Este estudio también ha observado una disminución en los factores que configuran el síndrome metabólico, así como en la resistencia a la insulina asociados al patrón alimentario.
En concreto, el trabajo ha analizado a 67 personas de entre 21 y 70 años que tenían al menos alguna característica del síndrome metabólico o bien diabetes tipo 2. Los participantes tenían niveles elevados de colesterol LDL. Ninguno tomaba medicamentos antidiabéticos ni estatinas.
De los 67 sujetos estudiados, a 36 se les prescribió el programa de ayuno intermitente que se prolongó en total durante 26 semanas. Los 31 participantes restantes no realizaron cambios en su dieta o estilo de vida.
Tras completar el tiempo analizado, los investigadores midieron la galectina-3 y constataron que era más alta en el grupo de ayuno intermitente.
Un efecto 'farmacológico'
También encontraron tasas más bajas de HOMA-IR (modelo homeostático para evaluar la resistencia a la insulina) y del riesgo de síndrome metabólico, un efecto que los investigadores consideran que pueden ser similares a los obtenidos por los inhibidores de SGLT2.
Esto se suma a los niveles más altos de galectina-3 encontrados en los pacientes que ayunaron, un indicador para Horne “potencialmente involucrado en ayudar a reducir el riesgo de insuficiencia cardíaca y diabetes".
“A diferencia de algunos planes de ayuno que son muy restrictivos y prometen una pérdida de peso mágica, esta no es una forma drástica de ayuno. La mejor rutina es aquella que los pacientes pueden seguir a largo plazo, y este estudio muestra que incluso el ayuno ocasional puede tener efectos positivos en la salud”.
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