Un grupo de investigación ha conseguido disminuir significativamente la obesidad en ratones sometidos a un trasplante de tejido adiposo tratado con terapia génica para sobreexpresar una proteína que quema el exceso de grasa.
El ensayo, llevado a cabo en el Departamento de Bioquímica y Fisiología de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona, ha conseguido resultados muy prometedores en la fase preclínica y plantea una nueva vía de abordaje de la obesidad.
Laura Herrero, profesora de dicha Facultad y miembro del CiberOBN y del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), ha presentado los resultados del ensayo en el marco del XVII Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), celebrado en Málaga.
Su grupo de investigación tiene una amplia experiencia en el estudio de la proteína Carnitina palmitoil transferasa I (CTP1), presente en la mitocondria celular, y que controla la oxidación de ácidos grasos.
Mejorar patologías metabólicas asociadas
A partir de este conocimiento el equipo se planteó como línea de trabajo tratar de sobreexpresar esta proteína para ver si así se puede conseguir eliminar el exceso de grasa y, en consecuencia, reducir la obesidad y mejorar las enfermedades metabólicas asociadas como la diabetes de tipo 2.
En el contexto de la obesidad, en la literatura científica están publicados determinados estudios que siguen estrategias similares a través del trasplante de grasa, bien de tejido adiposo o solo de adipocitos, y que han demostrado efectividad en la reducción del peso y, en consecuencia, mejoría en la diabetes asociada.
“En los trabajos publicados hasta la actualidad han trasplantado en animales de investigación tejido adiposo marrón, que es el que utiliza grasa y azúcar para generar calor y así mantener la temperatura corporal. Sin embargo, este tejido adiposo marrón en humanos no es tan accesible como en ratones, que lo tienen principalmente localizado en la espalda. En humanos lo encontramos generalmente alrededor del cuello y del esternón y aquí resulta más difícil de diseccionar”, indica Herrero.
El otro tipo de tejido adiposo es el blanco que es el principal almacén de energía de nuestro cuerpo. “Pensando en una futura aplicación terapéutica en humanos, el tejido adiposo blanco está ampliamente distribuido en el cuerpo y es de fácil acceso, por ejemplo, tras una intervención de cirugía bariátrica o una liposucción”, señala esta especialista.
Tejido adiposo blanco y lentivirus
Para la realización del ensayo utilizaron entonces tejido adiposo blanco subcutáneo de ratón que una vez obtenido sometieron a terapia génica para tratar de conseguir que los adipocitos sobreexpresen la proteína CTP1 y así aumentar la eliminación de grasa, “de modo que cuando se trasplante, el receptor tenga una especie de máquina muy efectiva para quemar grasa sobrante”.
Para ello separaron del tejido graso las células madre, las diferenciaron a adipocitos y mediante un lentivirus aplicaron terapia génica para obtener la sobreexpresión de la proteína CTP1. Una vez depositados en una matriz celular que hizo de soporte fueron de nuevo implantados en la espalda de los ratones a través de una inyección subcutánea.
A continuación, tanto los animales control como los trasplantados con CPT1 fueron alimentados con dieta grasa. “Vimos que los animales trasplantados con CPT1 ganaban menos peso y disminuían sus niveles de glucosa, insulina e incluso de colesterol en sangre comparados con los ratones control”.
La constatación de que es posible sobreexpresar la proteína CTP1 para utilizarla como estrategia en la reducción del peso puede abrir una nueva vía en el abordaje de la obesidad, dado que no se cuenta actualmente con fármacos capaces de potenciar o activar esta enzima.
El siguiente paso, una vez probados los beneficios en ratones, sería tratar de replicar los datos en algún otro modelo intermedio, como podrían ser los primates, antes de plantear los ensayos en humanos.
Se evitaría el rechazo
“Una de las ventajas es que como trabajaríamos con tejido del propio paciente evitaríamos el rechazo que se ha producido en ensayos donde se ha trasplantado tejido adiposo blanco de un individuo sano a otro enfermo”, señala Herrero.
Algunas de las dificultades que pueden plantearse a la hora de trasladar estos resultados a humanos podrían derivarse del aislamiento de células madre “que quizá no nos resulte tan fácil como es en ratones”.
Se plantea además la hipótesis de que “quizá también las células madre de un paciente obeso estén dañadas y la eficiencia o el rendimiento no sean tan elevados. Son procesos que aún tenemos que optimizar antes de dar un paso más en la escala”, ha indicado esta experta.
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