Anualmente, nacen en el mundo 15 millones de prematuros (antes de las 37 semanas de gestación). En las últimas dos décadas, se viene observando un constante aumento de la tasa de prematuridad en casi todos los países. En Europa, 500.000 bebés nacen prematuros cada año (10% de los recién nacidos), de los que más de 25.000 lo hacían en España antes de la pandemia (1 de cada 12 recién nacidos). En nuestro país, en los últimos 20 años, se han incrementado un 200,4% los nacimientos de grandes prematuros (nacidos antes de las 32 semanas de gestación).
Como cada año, y con motivo del Día Mundial de la Prematuridad, que se celebra hoy, 17 de noviembre, la Fundación NeNe para el Desarrollo de la Neurología Neonatal reivindica distintos aspectos que condicionan su futuro. Nuestro objetivo y punto de partida no es otro que conseguir un adecuado desarrollo biopsicosocial de estos bebés.
El nacimiento prematuro sigue siendo una de las principales causas de discapacidad, pese a los avances en el cuidado ofrecido en las unidades de Neonatología, que han conseguido un considerable aumento de la supervivencia de estos bebés. Un porcentaje no despreciable (5-15%) presenta secuelas motoras, cognitivas, sensoriales y/o conductuales, lo que condiciona una elevada necesidad de apoyo escolar e impacta en su calidad de vida. Estos problemas persisten en la vida adulta y tienen un considerable impacto en todos los ámbitos de la vida, desde el funcionamiento familiar al empleo.
Podemos afirmar con rotundidad que, actualmente, el principal reto en el cuidado de los prematuros es reducir su tasa de discapacidad futura. Esto implica actuar sobre todos los elementos que aumentan el riesgo de discapacidad en estos bebés: las enfermedades asociadas a la prematuridad y una serie de factores ambientales que van desde las características y funcionamiento de las unidades de Neonatología al funcionamiento o el nivel socioeconómico familiar.
La pandemia de la covid-19 ha repercutido en la atención a los recién nacidos prematuros, al igual que en otros ámbitos de la salud. La infección por SARS-COV-2 durante la gestación, además de implicar un mayor riesgo para la madre, se asocia a una mayor incidencia de parto prematuro; pero, además, la pandemia ha provocado la limitación del tiempo de permanencia de madres y padres con sus hijos durante el ingreso, ha disminuido la disponibilidad de leche materna en los bancos de leche, se ha obstaculizado su seguimiento y tratamiento en los centros de atención temprana o ha aumentado el número de problemas psicológicos en los padres, factores todos ellos que se han relacionado con un peor neurodesarrollo posterior de estos niños. Estos factores pueden influir en la aparición de secuelas neurológicas en los recién nacidos prematuros.
Ahora que la pandemia desde un punto de vista sanitario va remitiendo, desde la Fundación NeNe queremos reflexionar y subrayar uno de los factores ambientales que, aunque rara vez se señala, influye sobre el desarrollo neurológico de los niños prematuros, condicionando peores resultados, sobre todo en las capacidades intelectuales y/o sensoriales, y sobre el que la actual pandemia ha impactado de forma más intensa. Nos referimos al nivel socioeconómico familiar.
La pandemia ha tenido un impacto sin precedentes en la actividad económica de nuestro país que se ha caracterizado por su naturaleza asimétrica. Debido a esta crisis económica, en España, el 20,7% de la población está en situación de pobreza; un 9,2%, en pobreza alta; y el 2,9%, en pobreza extrema. Los efectos de la pandemia han sido más negativos en los colectivos de trabajadores más vulnerables, entre ellos, jóvenes, con contrato temporal, rentas más bajas y menor nivel educativo, estrato que se asocia a un mayor riesgo de parto prematuro por su mayor vulnerabilidad social.
El nivel socioeconómico se relaciona estrechamente con la salud de las personas al exponerlas a una amplia serie de condiciones ambientales y biológicas asociadas con una mejor o peor salud. Un nivel socioeconómico elevado se relaciona con una buena salud y una mayor esperanza de vida, mientras que un menor nivel socioeconómico se asocia con enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, cáncer y diabetes.
En el caso de los recién nacidos prematuros, el nivel socioeconómico de las familias determina el entorno en el que madura el cerebro: un mayor nivel socioeconómico ofrece entornos seguros, estables y ricos en recursos; mientras uno bajo se asocia a riesgos biológicos y desventajas psicosociales relevantes para la salud del feto y la maduración del cerebro en los primeros meses de vida. La pobreza de la familia puede conllevar, entre otras situaciones, la desnutrición/malnutrición materna, la obesidad materna, el abuso de sustancias tóxicas, problemas de salud mental y estrés de los progenitores, una menor atención o respuesta a las necesidades de su hijos/as y un acceso más limitado a los servicios de salud perinatal.
Nivel socioeconómico 'versus' desarrollo cognitivo
Diversos estudios de investigación han puesto de manifiesto cómo el nivel socioeconómico familiar se relaciona con el desarrollo cognitivo de los prematuros, con un impacto negativo en aquellas familias más desfavorecidas que se mantiene a lo largo de toda la infancia.
Para entender cómo el nivel socioeconómico va a condicionar el desarrollo cognitivo de estos bebés, hemos de tener en cuenta que el cerebro continúa su desarrollo y maduración durante los primeros años de vida y que el correcto crecimiento del cerebro es un factor determinante para el adecuado desarrollo cognitivo, del lenguaje y del comportamiento.
En niños nacidos a término, las estructuras cerebrales asociadas con mayor fuerza con el nivel socioeconómico son las mismas que se afectan por el nacimiento prematuro (corteza cerebral, tálamo e hipocampo). Recientes estudios han puesto de manifiesto una estrecha relación entre el nivel socioeconómico familiar y el desarrollo de estructuras cerebrales relacionadas con la cognición y el lenguaje. Así, el nivel socioeconómico se ha relacionado con el volumen del giro frontal inferior, región cerebral que contiene el área de Broca, crítica para el lenguaje expresivo; el volumen del hipocampo, involucrado en el aprendizaje y la memoria; o el volumen de la amígdala.
La Fundación NeNe insta a reforzar el apoyo a las familias de prematuros desfavorecidas
Por otro lado, gran parte de las secuelas atribuidas al parto prematuro son secundarias a lesión neurológica postnatal (hemorragia de matriz germinal y/o lesión de sustancia blanca), y es muy sorprendente observar cómo el nivel socioeconómico afecta a esta relación entre la lesión neurológica y el neurodesarrollo. Así, en un estudio realizado en una cohorte canadiense pudimos comprobar que el nivel socioeconómico es capaz de mitigar el impacto de la lesión neurológica en el cociente intelectual, de tal manera que, en las familias con mayor nivel socioeconómico, la puntuación cognitiva era similar en presencia de lesión neurológica y en ausencia de ésta. Por el contrario, en entornos más desfavorecidos, además de presentar unas puntuaciones más bajas, en el caso de presentar lesión neurológica la puntuación cae aún más, hasta en 5 puntos de media.
Es importante señalar que un entorno pobre no sólo condiciona desventajas en el desarrollo cerebral de estos niños, sino que posiblemente limita la plasticidad cerebral, facultad que otorga una notable capacidad de recuperación y reparación al cerebro en desarrollo.
Se sabe que los entornos enriquecidos, más relacionados con un nivel socioeconómico elevado, mejoran el desarrollo cerebral y cognitivo, y suavizan el impacto de las lesiones cerebrales que con frecuencia presentan los prematuros tras su nacimiento. Además, esta plasticidad cerebral permite contrarrestar y mitigar la susceptibilidad a las exposiciones relacionadas con el nivel socioeconómico bajo, lo que ofrece una oportunidad para intervenir en estos bebés.
Por tanto, mejorando el nivel socioeconómico de las familias con hijos prematuros con menores ingresos, podremos mejorar su pronóstico cognitivo y, consecuentemente, estas niñas y niños conseguirán mejores niveles educativos y, por ello, tendrán un menor riesgo de formar familias por debajo del umbral de la pobreza.
En resumen, el nivel socioeconómico de la familia en el que un prematuro nace y crece condiciona sus capacidades cognitivas y, por tanto, sus logros académicos y sociales futuros. Por ello, desde la Fundación NeNe instamos, en este Día Mundial de la Prematuridad, a que se mantengan y refuercen, en el caso de familias con niños prematuros, las medidas de política económica adoptadas para mitigar la caída de los ingresos familiares (los ERTE, el ingreso mínimo vital, el aumento del salario mínimo, etc.) y que se financien programas de intervención precoz que permitan mitigar el impacto de nacer antes de tiempo en una familia con bajo nivel socioeconómico.
La intervención en el presente nos ahorrará sufrimiento en el futuro y, con toda seguridad, costes a las arcas públicas por todos los beneficios que traería el apoyo a las familias con bebés prematuros y a los propios bebés.
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