La frase no es suya*, pero Carlos Velayos, médico intensivista en el Hospital Universitario de Fuenlabrada y especialista en cuidados paliativos, la pronunció durante la presentación del proyecto de Humanización de las UCI (HU-CI) en el XIV Seminario de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos, que se ha celebrado este jueves en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Pregunta: Sobre la necesidad de humanizar la atención sanitaria se lleva hablando mucho tiempo. ¿No hemos avanzado nada?
Respuesta de Carlos Velayos: "Hemos avanzado mucho en la toma de conciencia de la necesidad de modificar nuestra atención a la luz de lo que la humanización aporta. Pero nos falta mucho y especialmente después de la pandemia, que ha supuesto un paso atrás en muchas cosas que ya se habían conseguido y estaban implantadas ya en las UCIs y que ahora tenemos que volver a retomar, para no perderlas y para poder impulsarlas hacia donde tienen que ser".
El proyecto es ambicioso y se concreta en ocho aspectos en los que se está trabajando esa humanización de la atención sanitaria.
"Queremos unas UCIs de puertas abierta, sin horarios restringidos de visitas; con la participación de la familia en los cuidados; con la comunicación con la familia y entre profesionales. Además, la tarea de los cuidados intensivos no puede terminar con el alta de la unidad y la supervivencia del paciente, sino con recuperar la vida que hacía el paciente ante de pasar por la unidad de cuidados intensivos. Tiene que ver con el acompañamiento al final de la vida, con el cuidado de los profesionales, con la humanización de las estructuras...", señala Velayos.
Hubo quien se saltó los protocolos
En su intervención, el facultativo regresó a las peores semanas de la pandemia para poner el ejemplo de lo que no se tenía que haber hecho y se hizo: dejar solas a las personas enfermas. Para ilustrar el dolor de esa soledad el facultativo habló del caso de una joven de 22 años que murió en un seis meses, desde que le diagnosticaron un tumor cerebral, con operación e ingreso en soledad, pues su familia estaba fuera del hospital por estricta exigencia de un protocolo pandémico.
Pero hubo sanitarios que se saltaron esos protocolos, Velayos fue uno de ellos. "Nosotros, en nuestro hospital, teníamos prohibida las visitas de los familiares en el momento álgido de la pandemia. Estamos hablando de marzo y abril. Sin embargo, cuando en la UCI iba a fallecer un paciente consideramos que era inhumano que lo hiciera solo y sin que la familia pudiera ver lo que había ocurrido y pudiera hablar con la familia. Entonces, les llamamos para que vinieran al hospital".
El facultativo sabe que esa actuación "estaba fuera de las normas y fue una desobediencia al protocolo y a las reglas que teníamos en ese momento, pero creo que fue una desobediencia necesaria para que las familias pudieran recibir una información del médico, cara a cara, pudiera comprender cómo había sido el ingreso y el final de su familiar y pudiera acompañarle en ese último momento".
El grito de cambio de sistema sanitario
Antes que Velayos en la misma mesa del Seminario, la dedicada al futuro de las profesiones sanitarias, intervinieron Tayra Velasco Sanz, enfermera presidenta de la Comisión Deontológica del Colegio de Enfermería de Madrid, y Diego Real de Asúa, médico especialista de medicina Interna.
Tanto Velasco como Real de Asúa centraron parte de su intervención en reconocer a los profesionales sanitarios como personas, en primer lugar, y a partir de ahí, pidieron un reconocimiento a su esfuerzo para tener un mejor sistema sanitario.
Real de Asúa habló de una "refundación del sistema nacional de salud" como un proyecto "enterrado en una subcomisión del Congreso", pero que la pandemia ha hecho urgente: "El grito del cambio se ha hecho muy patente a partir de la pandemia".
Habló del "hospital del futuro", una propuesta de organización de la atención sanitaria, donde "el hospital está organizado en equipos asistenciales multidisciplinares que deben atender por lo menos a dos grandes grupos a pacientes con múltiples patologías y a crónicos".
Además, apuntó la necesidad de que el sistema cuente con "profesionales bien preparados, incentivados y con una gran generosidad. Hay que desarrollar un nuevo modelo centrado en el bienestar institucional y del profesional, porque eso repercutirá en el mejor funcionamiento del sistema y mejor atención a los pacientes".
En un contexto de transformación de la práctica clínica
Este repensar el modelo sanitario y los profesionales del futuro lleva en un momento donde cada vez es mayor la relevancia de la ingeniería biomédica en la práctica clínica hospitalaria y extrahospitalaria, aportando cambios sustanciales en la transformación digital de la sanidad, como se puso de manifiesto en el Seminario.
Esto no solo plantea nuevos objetivos, como potenciar la colaboración entre profesionales sanitarios e ingenieros biomédicos en espacios interdisciplinariedad que deben involucrar a los pacientes, sino que también precisa de una óptima formación y aplicación de principios bioéticos.
Así se ha destacado en el XIV Seminario de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos, organizado por la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el Instituto de Ética Clínica Francisco Vallés y la Fundación ASISA, con la colaboración del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, la Fundación Tecnología y Salud, la Sociedad Española de Ingeniería Biomédica, la Fundación 360 para la Autonomía Personal, el Instituto de Salud Pública Andrés Bello y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Nueva tecnociencia
Fernando Bandrés, catedrático de Medicina Legal de la UCM y presidente de la Fundación Tecnología y Salud, ha señalado en este encuentro que “la evolución y avances de la Medicina y las Ciencias de la Salud están directamente vinculadas no solo con las nuevas tecnologías sino con la nueva tecnociencia, es decir, una nueva forma de conocer y saber mediante el uso de la instrumentación y las nuevas herramientas tecnológicas de este siglo”.
Las tecnologías médicas tienen un papel cada vez más importante en la práctica médica, “aportando nuevos métodos de diagnóstico, de terapia, de intervención quirúrgica o de prevención de enfermedades”, asegura Enrique J. Gómez Aguilera, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y presidente de la Sociedad Española de Ingeniería Biomédica, quien recuerda que “la disciplina científica y profesional que se dedica a estos objetivos es la Ingeniería Biomédica, que aplica los principios de la ciencia y de la ingeniería a la Medicina”.
La ingeniería biomédica, desde su papel interdisciplinar y en su aplicación a la práctica médica, puede resultar crucial. De ahí, como exige el catedrático Enrique J. Gómez, “la necesidad de definir y ponderar el rol de los nuevos ingenieros biomédicos en la transformación digital de la sanidad, así como de promover la colaboración entre estudiantes de ingeniería biomédica y de ciencias de la salud, dando también la trascendencia precisa a la bioética en la formación del ingeniero biomédico”.
De hecho, según reclama, “deberíamos crear espacios de reflexión interdisciplinares sobre aspectos bioéticos asociados al uso de la tecnología en la práctica médica, tales como la autonomía del paciente, el empoderamiento y responsabilidad del paciente en las decisiones sobre su cuidado, la propiedad de los datos, la privacidad y seguridad, el impacto sobre el paciente de algunas tecnologías mHealth o de la inteligencia artificial”.
* "La euforia tecnicista en Medicina nos ha hecho ciegos a la condición humana que es falible, finita y mortal" es una frase que aparece en un artículo de Begoña Román Maestre, de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, publicado en la revista Medicina Paliativa.
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