Los resultados de este trabajo que acaba de publicarse en Scientific Reports se conocen coincidiendo con el anuncio este jueves por parte del gobierno de Joe Biden de que obligará a las empresas privadas con más de cien trabajadores a vacunarse de la covid-19. La medida se podrá en marcha a partir del 4 de enero, junto a la obligatoriedad de la vacunación para todos los trabajadores de los centros médicos que participan en los programas públicos Medicare o Medicaid.
Estas normas -con las que la administración estadounidense espera reimpulsar la vacunación, estancada en un 70% de la población diana- tendrán que vérselas con las reticencias de un sector de la ciudadanía, el que ha quedado retratado en esta reciente encuesta nacional.
Los investigadores, encabezados por Jeffrey V. Lazarus, jefe del grupo de sistemas de salud en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación "la Caixa", preguntaron a 6.037 adultos estadounidenses en abril de 2021 para conocer sus actitudes hacia la vacunación contra el SARS-CoV-2. Un tercio de los participantes procedía de todo Estados Unidos y dos tercios eran de Nueva York, Los Ángeles, Dallas o Chicago.
Del 20% en Dallas al 10% en Nueva York
El 21,4% de los participantes de todo Estados Unidos no estaban dispuestos a vacunarse contra el SARS-CoV-2, en comparación con el 19,7% en Dallas, el 11,5% en Los Ángeles, el 11,2% en Chicago y el 10,1% en Nueva York.
Del grupo que rechazaba la vacuna, la mitad afirmó que nada los convencería para recibirla y la mayoría informó que su falta de voluntad se debía a preocupaciones sobre la seguridad del fármaco.
La encuesta también revela que más del 82% de los participantes estuvieron de acuerdo en que la covid-19 es una amenaza peligrosa para la salud, aunque más del 18% no creía que los peligros de la covid superaran a los de la vacuna y más del 15% no creía que la covid se pudiera prevenir mediante vacunación. No obstante, más del 50% de los participantes estaban a favor de que el gobierno exigiera la vacunación contra el SARS-CoV-2 y más del 68% apoyó los requisitos de vacunación para viajes internacionales.
Sin infección previa, opinión conservadora e ingresos bajos
La negativa a vacunarse tendía a ser mayor entre aquellos que trabajaban fuera del hogar, tenían opiniones políticas conservadoras, tenían un ingreso familiar más bajo y no habían dado positivo previamente para la covid-19. Sin embargo, los niveles de educación, raza, edad y sexo no se asociaron de manera uniforme con la falta de voluntad para vacunarse.
La encuesta se llevó a cabo en abril, momento en el que se sucedían las noticias relacionadas con los posibles efectos secundarios -sobre con la vacuna de AstraZeneca-, pero el investigador no considera que esto haya influido demasiado en las negativas, pues en Estados Unidos se usaron principalmente otras vacunas (de Pfizer-BioNTech y Moderna, y de Johnson & Johnson, en menor medida). Tampoco ve que el acceso a las vacunas –que en Estados Unidos ha sido prácticamente sin necesidad de cita ni esperas en los últimos meses- haya tenido un papel en esa reticencia.
Para Lazarus los datos de la encuesta avalan la necesidad de incentivar al máximo a los reticentes, con medidas que impidan, por ejemplo, viajar o ir a restaurantes a las personas no inmunizadas. Y recuerda que en Europa, “la pandemia aún es crítica en países como Rumanía, Bulgaria, Eslovenia y Rusia”.
El endurecimiento de las restricciones para los no vacunados sería una posible salida en los países con peores datos. Alemania lo está estudiando, a tenor de sus últimas cifras epidemiológicas como la conocida hoy jueves de 33.949 infecciones por coronavirus en 24 horas. “Partiendo de que la idea de confinar, de restringir accesos, personalmente, no me gusta para nadie, lo cierto es que si el sistema de salud pública está en riesgo y la alternativa es actuar sobre toda la población o solo sobre los no vacunados, lo lógico es hacerlo sobre estos últimos”, considera Lazarus.
Escala de percepción sobre las vacunas
El trabajo que ahora publican en Scientifc Reports también ha servido para validar una escala sobre percepción de la vacuna que podría utilizarse en otras poblaciones.
Si bien en España el grupo de reticentes es muy bajo, una encuesta similar del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) reveló que un tercio de los no vacunados se niegan por completo.
Lazarus afirma que una escala enfocada en identificar las razones de los rezagados podría ayudar a dirigir estrategias específicas para reforzar la confianza en la inmunización. “Si conocemos las percepciones de estas personas, podemos explicar de forma dirigida lo que necesitan saber”.
No obstante, recalca que la aceptación de la vacuna en nuestro país se encuentra entre las más elevadas -The Lancet sugería ayer que se podía haber alcanzado la inmunidad de grupo gracias, entre otras medidas, a la alta cobertura vacunal- y entre los posibles motivos especula con el haber pasado por uno de los confinamientos más duros de Europa, con el impacto que ello tuvo para la marcha económica del país y un estilo de vida marcado por la sociabilidad y la convivencia en el exterior.
Covid y hepatitis C
El experto considera que en “España tenemos que entender a quién no estamos llegando y hacer el esfuerzo para alcanzarlos”. Menciona, entre otros grupos de difícil acceso, a la población marginal. Para llegar mejor a ella, podrían ser útiles medidas como la que se está probando en Madrid -en la que participa Lazarus, junto a los doctores Jorge Valencia y Pablo Ryan- y que con una unidad móvil ofrece a personas sin techo y usuarios de drogas la vacuna de covid y la prueba de la hepatitis C (VHC). “Aprovechamos la espera tras la vacunación para ofrecer el test”, apunta; de forma preliminar han detectado el VHC en un 9% de esa población analizada.
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