El debate sobre la propiedad o impropiedad de la voz ‘presidenta’ viene arrastrando siglos en español.
Quienes la rechazan, suelen argumentar que los adjetivos deverbales o participios activos son invariables en cuanto a género, y adoptan la terminación -nte con independencia de que hagan referencia a una persona de sexo masculino o femenino: adolescente, amante, asaltante, caminante, cantante, conferenciante, contrincante, convaleciente, deficiente, delineante, demandante, dibujante, dirigente, docente, drogodependiente, estudiante, fabricante, feriante, gobernante, habitante, hablante, inmigrante, invidente, lactante, marchante, militante, narcotraficante, navegante, paciente, pedante, practicante, principiante, representante, simpatizante, superviviente, terrateniente, viajante, viandante, visitante, votante... Una mujer, igual que un hombre, es residente en tal o cual localidad, y cuando las graduadas en medicina aprueban el examen MIR, yo no conozco a nadie que las llame *residentas*.
Por otro lado, es innegable que estos adjetivos deverbales pasan a funcionar a menudo como sustantivos; y, cuando esto sucede, no es raro que los hablantes empiecen a usarlos con la terminación femenina en -nta si se aplican a una niña o a una mujer. Es un rasgo, en su origen, propio del registro inculto, popular o familiar, como vemos en ‘farsanta’, ‘parienta’, ‘tunanta’ o ‘lianta’. Aplicado a ocupaciones, cargos u oficios históricamente muy feminizados, no obstante, el uso pasó sin problemas también al registro culto: asistenta, clienta, dependienta, gobernanta, sirvienta y, en medicina, parturienta. En el caso de las ocupaciones, cargos y oficios históricamente masculinos, podemos ver asimismo, en paralelo al uso tradicional de ‘médica’, ‘boticaria’ y ‘capataza’ para referirse a la mujer del médico, del boticario y del capataz, respectivamente, también formas como ‘presidenta’ y ‘tenienta’ para la esposa del presidente y del teniente.
Este uso, como digo, no es nada nuevo en español. En 1787, el fabulista, traductor, dramaturgo y poeta ilustrado Tomás de Iriarte argumentaba su defensa de la voz ‘presidenta’ en los siguientes términos: «[...] tampoco hay duda en que, cuando pasan a ser substantivos, suelen mudar la e en a, conforme a la índole de nuestra lengua [...]. Así, pues, se dice generalmente, y sin que haya que replicar en contra, ‘regenta’, ‘asistenta’, ‘intendenta’, para denotar las mujeres de los regentes, asistentes e intendentes. En Palacio hay el empleo de tenienta de aya [...]. En Cádiz no hay quien no llame ‘presidenta’ a la mujer del presidente del Tribunal de la Contratación».
Esta connotación histórica es justamente la que sigue haciendo a buen número de hablantes ―mujeres también― seguir prefiriendo la presidente para la mujer que efectivamente preside algo, en lugar de ser mera esposa de un presidente. Es la misma lógica por la que antaño era habitual, en el lenguaje culto, distinguir entre ‘regenta’ (mujer del regente) y ‘regente’ (mujer que efectivamente asume la regencia, como en el caso de doña María Cristina, reina regente de España durante la minoría de edad de Alfonso XIII); y parecida a la lógica que lleva, hoy, a la mujer que gobierna una comunidad autónoma, a preferir para sí ‘gobernante’ en lugar de ‘gobernanta’. Los partidarios de esta postura suelen acusar de ignorantes a quienes siguen el uso opuesto, y eso está feo.
El grueso de los hablantes, no obstante, con la Real Academia Española (RAE) a la cabeza, ha pasado a usar de preferencia la presidenta como femenino de ‘presidente’ en todos sus usos. Los partidarios de esta segunda postura suelen acusar de machistas o retrógrados a quienes seguimos el uso opuesto, y eso está igual de feo.
Fernando A. Navarro
¿Debemos decir la presidente o la presidenta de un congreso internacional de medicina? El debate sobre la propiedad o impropiedad de la voz "presidenta" viene arrastrando siglos en español. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3mTDeM6
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