Innovación segura y sostenible. Este el lema e hilo conductor del programa científico de la XXIII Reunión Nacional de Cirugía, que celebra esta semana en La Coruña la Asociación Española de Cirujanos (AEC) con la afluencia de más de mil profesionales. La razón es que el continuo y veloz avance de tecnología y procedimientos obligan a profesionales y responsables sanitarios a garantizar que la innovación aporta valor, es segura para el paciente y sostenible para el sistema.
“Ahora nos preocupa que la seguridad esté en el centro de la innovación. Las técnicas son más complejas y entrañan menor daño al paciente, pero hay que trasladarlas con la máxima seguridad al paciente”, enfatiza el presidente del comité organizador, José Francisco Noguera Aguilar, que es jefe del Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac).
Por otro lado, cada día son necesarios más recursos y el gasto en sanidad es escaso, así que la innovación ha de ser sostenible: “Debe aportar valor, más calidad de vida al paciente, menos tiempo de estancia hospitalaria y una rápida recuperación”. El problema es que la aparición de novedades es casi constante y la industria ejerce su presión: “Nuestro papel es que la implementación de esas novedades tenga sentido, sirvan para cubrir una necesidad sea segura y sostenible”.
La lógica pregunta que surge tras esta exposición es cómo conseguirlo. Con la participación de los propios cirujanos es la respuesta de Noguera Aguilar: “Hay que dejar un espacio en el desarrollo innovador a los clínicos, tanto en la concepción de la idea como en la elección de los materiales y el diseño”. A su juicio, es la manera de que la innovación se ajuste a la realidad: “La industria saca cosas muy buenas pero pueden estar alejadas de lo que es la práctica clínica del día a día”.
Líneas de desarrollo de la cirugía miniinvasiva
Las técnicas mínimamente invasivas cambiaron la cirugía para siempre, su avance sigue imparable y están presente en todas las áreas: “Donde entran se quedan y su curva es progresiva. Siempre tienen algo que aportar, en todos los pacientes, aunque no sea en todo el procedimiento”, asegura Noguera. Así se operan la mayoría de los cánceres digestivos, igual que el 80% de las patologías colorrectales y esofágicas que se intervienen o el 95% de las intervenciones por obesidad mórbida.
Pero no está estancada, la innovación sigue aportando mejoras. Tres son actualmente las líneas de desarrollo principales. La robótica se ha incorporado a algunas partes de la cirugía, aquellas que son más sensibles a posibles errores, como los microchips robóticos para intervenir en el intestino.
La segunda son los miniinstrumentos. Se trata de ingenios que dejan en 3 milímetros el tamaño habitual de 5-8 milímetros de los instrumentos laparoscópicos, y que tienen la misma fuerza tractora y dejan igual capacidad para maniobrar: “Esto nos permite acceder al abdomen produciendo menor traumatismo en la pared abdominal”.
El último campo que está experimentando una enorme progresión es la cirugía dentro de las cavidades naturales, fundamentalmente esófago, recto y estómago: “Nos permite abordar cánceres en estados iniciales”.
En cuanto a la capacitación del cirujano, el presidente del congreso hace una diferenciación entre el necesario aprendizaje de inicio para manejar los instrumentos de la cirugía miniinvasiva y la curva de experiencia al lado de un experto: “Pueden ser 20 casos en algunos procedimientos y en otros llegar a 50, lo que se suele conseguir en un período de dos a seis meses”.
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