La International Agency for Research on Cancer estima que en 2020 se diagnosticaron unos 18,1 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo, mientras que en España se estima que el número de diagnosticados en 2022 alcanzará los 280.100 casos según los cálculos de Redecan. Además, según el tipo, la mortalidad y la prevalencia cambian, unas cifras influidas también directamente por la cantidad de terapias disponibles.
Abordar los cánceres de mal pronóstico o metastásicos requiere un punto de vista multidisciplinar, que aúne campos tan dispares como la salud y la física nuclear, algo que puede entrañar un reto fundamental: atacar al tejido tumoral dañando lo mínimo posible el tejido sano.
Un proyecto granadino puede tener la clave para el futuro del tratamiento con radioterapia de los cánceres más complicados. La investigación, liderada por el catedrático del Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Granada, Ignacio Porras, reúne a físicos, biólogos, ingenieros y oncólogos que, gracias a la financiación de la Fundación La Caixa, pretenden llevar su proyecto al siguiente nivel, del laboratorio al mercado.
La terapia de captura de neutrones es poco conocida en España. Aunque es la evolución natural de una forma de abordaje que comenzó con Emil H. Grubbe, tratando con su máquina de rayos X a una paciente con cáncer de mama recurrente, en las últimas décadas ha tenido su mayor auge con tratamientos de irradiación mediante protones o iones de carbono.
Captura de neutrones
En la actualidad, el grupo de Porras es el único en España que se dedica a este tipo de investigación. “Nuestra idea era acercar la física de neutrones a la práctica hospitalaria”, explica el físico. La terapia mediante captura de neutrones de boro es una forma experimental de radioterapia que, según el catedrático, en ensayos clínicos ha demostrado ser muy prometedora. El problema es que requería el desplazamiento de los pacientes hasta las instalaciones nucleares, y por eso no se ha extendido más.
La terapia con captura de neutrones de boro es una radioterapia experimental prometedora
Empezando de manera experimental en Estados Unidos en los años 50, entonces los compuestos no eran muy selectivos por lo que el nivel de toxicidad del tratamiento era muy alto. “Cuando se descubrió este aminoácido borado, BPA, que tiene una selectividad mucho mayor, en los 90 en países como Finlandia, Japón e Italia comenzaron los primeros ensayos clínicos de las terapias con neutrones”, subraya Porras.
En la actualidad, estas instalaciones se han quedado viejas y requieren mucho mantenimiento y un gran nivel de seguridad. Por tanto, según el físico, hay un esfuerzo internacional de buscar fuentes de neutrones basadas en aceleradores de partículas, una instalación que cabría en un centro hospitalario, que además no genera residuos nucleares y es más segura para el paciente y los trabajadores. De hecho, son más comparables con los aparatos de radioterapia actuales que con los reactores de fisión de uranio.
“Nosotros hemos diseñado un perfilador de neutrones que se puede acoplar a un acelerador de partículas y producir los neutrones, sin necesidad de hacerlo mediante un reactor. El resultado obtenido mediante simulaciones de tratamiento refleja que mejora bastante la capacidad terapéutica y estamos deseosos de desarrollar un prototipo para instalarlo en hospitales y comenzar los ensayos clínicos”, destaca Porras.
La maquinaria, bastante compacta, consta de un acelerador de unos siete metros y un perfilador de dos metros, y en la actualidad ya hay un lugar escogido para instalar el primer prototipo en un búnker de una instalación hospitalaria. El proyecto ya ha sido presentado a la consejería de salud de la Junta de Andalucía para que sea una instalación pública dependiente del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, de Granada. Según calculan, en dos o tres años puede estar funcionando.
El equipo ha diseñado un perfilador de neutrones que se puede acoplar a un acelerador de partículas
Se trata, pues, de la única radioterapia externa selectiva a nivel celular, que emite una dosis mucho mayor sobre células malignas que sobre el tejido sano. Se basa en la unión de dos agentes que por separado son inocuos. Por una parte, se le administra al paciente un compuesto que contiene átomos de boro que no es tóxico ni tiene ningún efecto terapéutico, sino que funciona como diana. Por la sobreexpresión de transportadores de aminoácidos que tienen las células tumorales, estas incorporan el compuesto selectivamente en mayor medida que lo capta el tejido sano.
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