El tiempo pondrá en negro sobre blanco la tragedia que estamos viviendo, pero hay algo que ya se puede concluir: las administraciones competentes ignoraron, siguiendo su absurda inercia de las últimas décadas, el potencial de la atención primaria para hacer frente a la pandemia de Covid-19.
Todo el foco se puso de buenas a primeras en los hospitales, sin caer en el papel fundamental que podía ejercer el primer nivel como dique de contención: muchas personas podrían haber sido diagnosticadas, tratadas y controladas a tiempo en sus centros de primaria, donde mejor conocían su historia clínica, sus riesgos y sus problemas sociales y económicos, así como a sus familiares, compañeros de trabajo y resto de su entorno, previendo así el colapso en urgencias y UCI. ¿Y cuántas personas murieron en sus casas sin ningún tipo de atención porque nadie les animó, en caso de sospecha de infección, a acudir directamente a su centro de salud habitual?
Mayor papel en las residencias
Además, sabiendo por los antecedentes de China e Italia que la Covid-19 iba a golpear especialmente a los mayores, resulta inverosímil que, de entrada, no se activara y potenciara el primer nivel para que asumiera el control sanitario de las residencias de ancianos, donde también habrá que cuantificar la magnitud del drama acontecido y la responsabilidad de todos los agentes implicados.
Lejos de visualizar la gran baza que suponía la red nacional de atención primaria, perfectamente distribuida por todo el territorio, aunque infradotada, asistimos al incomprensible cierre de centros y al envío de sus profesionales a cubrir la atención en hospitales de campaña y en hoteles-hospitales, poniendo de nuevo el foco en los enfermos graves en lugar de en evitar que llegasen a ese extremo y de tratarlos, siempre que fuese posible, en sus domicilios.
No obstante, mientras todos mirábamos a los centros de agudos y aplaudíamos a los hospitales de campaña, ¿qué hacía la primaria? Trabajaba, resolvía, hacía seguimiento, prevenía, controlaba y contenía; una labor cuyo resultado no se recogerá en las estadísticas.
"Cerrar el grifo"
Nos impactó especialmente este comentario, formulado en una tribuna por Joan Gené, médico de Familia de un centro de primaria de Barcelona: “Esta fijación para buscar una cama para cada paciente les ha hecho olvidar que lo importante es evitar que los enfermos lleguen a los hospitales. Mientras los directivos se obcecan en recoger el agua que rebosa de la bañera con cubos y bayetas, se olvidan de que la atención primaria les puede ayudar a cerrar el grifo”.
Hay que destacar que, pese a la imprevisión administrativa, los sanitarios del primer nivel se autoorganizaron en su mayor parte, cambiando y asumiendo roles diferentes, creando circuitos específicos para Covid-19 y reorganizando sus espacios físicos y horarios para desarrollar el papel que debieron tener desde el primer momento, a pesar de la falta crónica de recursos humanos y técnicos.
Rol trascendental
Cuando dentro de unos meses -esperemos que sin sufrir un rebrote importante de la pandemia- recordemos la heroicidad de los sanitarios de los servicios de urgencias y de emergencias y de las UCI, y del conjunto de los hospitales, no olvidemos el rol invisible, pero igualmente trascendental, que ejercieron los del primer nivel; incluyendo los de las oficinas de farmacia, porque en esta crisis se ha vuelto a poner en evidencia la importancia de que estén perfectamente integrados y coordinados con sus equipos de atención primaria de referencia.
Todos ellos sufrieron la falta de equipos de protección individual, de test de diagnostico rápido y PCR... y bajas, muchas bajas, algunas tristemente definitivas, pero todos ellos hicieron frente a sus obligaciones sin desfallecer. Esperemos que las administraciones reaccionen y lo reconozcan como mejor corresponda en cada caso y, ahora sí, refuercen el primer nivel, incluida la farmacia comunitaria, para evitar caer en el mismo error ante un rebrote de la Covid-19 u otra epidemia. Todo ello, sin seguir ignorando la capacidad de la primaria también en la investigación de esta pandemia y la I+D biomédica en general. Según la Semfyc, el primer nivel realizó 980 investigaciones entre 2013 y 2017, el 40,6% publicadas en revistas extranjeras y el 72,4%, en revistas con factor de impacto.
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