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martes, 15 de septiembre de 2020

Covid-19: ¿Por qué no es correcto hablar de 'la' vacuna sino de 'las' vacunas?

Empresas
cristinareal
Mar, 15/09/2020 - 08:00
Antonio Fernández, director de Acceso al Mercado de Janssen España
De las vacunas en desarrollo, habrá diferencias en el modo de administración de las que lleguen al mercado, la capacidad de distribuirlas e, incluso, según la población a la que se dirijan.
De las vacunas en desarrollo, habrá diferencias en el modo de administración de las que lleguen al mercado, la capacidad de distribuirlas e, incluso, según la población a la que se dirijan.

Hablar de la vacuna frente a la Covid-19 es, cuanto menos, poco riguroso. Para empezar porque, según los datos de la OMS, en la actualidad hay 176 vacunas en investigación, de las que 34 se encuentran en fase clínica, y siete de éstas en fase III. Todas son diferentes entre sí, bien porque se desarrollan en distintas plataformas o tecnologías, o bien porque utilizan distintos inmunógenos.

Además, también desde la OMS, las vacunas se clasifican en dos grandes grupos: las que se emplean para atajar cuanto antes un brote que causa emergencia pandémica, como la actual, y las que se usan para evitar o prevenir que eso suceda, vacunando universalmente a toda la población en un intento por ralentizar la enfermedad o evitar que se produzca. En el caso de la Covid-19, la emergencia sanitaria desencadenada explica que haya vacunas en desarrollo con ambos perfiles.

Pero también habrá diferencias en el modo de administración -una o dos dosis-, en la capacidad de distribuirlas en función de las temperaturas de conservación que requiera cada una e, incluso, según la población a la que se dirijan, dependiendo del pasaporte que consigan.

Janssen es una de las compañías inmersas en la I+D de una vacuna frente a la Covid-19 –la denominada hasta ahora Ad26SARS-Cov-2-, que ha empezado recientemente una fase de desarrollo en la que desde esta semana participarán tres centros españoles: los hospitales madrileños de La Paz y La Princesa, y el Marqués de Valdecilla, de Santander. Antonio Fernández, director de Acceso al Mercado y Relaciones Gubernamentales de la compañía en España, cree que “tendremos vacunas que serán muy diferentes entre sí, tanto en su espectro como en su modo de acción, indicación, grupo de población, modo de empleo… A veces, el principal reto en las vacunas es la capacidad de distribuirlas de forma adecuada, ya que algunas requieren temperaturas de conservación muy bajas, entre -20 y -30 grados, por lo que logísticamente son muy difíciles de manejar y no se pueden utilizar en todos los centros ni en todos los países”. Otras veces, el reto está en la capacidad de producirlas, llegado el caso en el que, por ejemplo, haya que fabricar y suministrar 400 millones de dosis.

“Por eso, las vacunas van a ser muy distintas y, por eso, cuando se habla de la vacuna para la Covid-19 se unifica un término excesivamente amplio que hay que precisar”, afirma. La I+D actual en este terreno no es, por tanto, una carrera en la cual va a haber un solo ganador. Precisamente por las distintas opciones que hay, varias vacunas pueden llegar a la población, y previsiblemente así lo harán.

Investigación en paralelo

La de Janssen –farmacéutica integrada en el grupo estadounidense Johnson & Johnson- está sometida a un programa de desarrollo que contempla la realización de las distintas fases de investigación clínica en paralelo para acortar plazos. “Hemos completado el reclutamiento del ensayo de fase I que estamos haciendo en Estados Unidos y Bélgica, y hacemos también el ensayo de fase II en España, Alemania y Países Bajos -donde está el centro global de I+D y producción de vacunas de Janssen-, y el de fase III en Estados Unidos y países de América Latina”.

En la filial española están orgullosos y satisfechos de que España haya sido “uno de los únicos tres países seleccionados para llevar a cabo esta fase tan importante en el desarrollo de la vacuna”, puesto que es un ensayo “bastante sofisticado, en el que queremos explorar distintas dosis y pautas de administración”. Fernández explica que un ensayo de estas características requiere un nivel científico y técnico superior al de los ensayos en los que el tamaño de la muestra es mucho mayor, como los de fase III. “En la fase II se hacen una serie de pruebas y evaluaciones tecnológicamente complejas, ya que estamos explorando cómo afectan las dosis a la inmunidad que la vacuna genera, y eso requiere centros que puedan hacer este tipo de estudios. Esa es la razón por la que en los ensayos de fase II se limita mucho el número de países participantes a aquéllos en los que haya un buen soporte científico y técnico; cuando el reclutamiento de fuerza bruta no es lo más relevante”.

El resto de las vacunas en desarrollo se basan en tecnologías que parten de cero y nunca han sido experimentadas con anterioridad

La vacuna Ad26SARS-Cov-2, basada en terapia génica, utiliza exactamente la misma plataforma y tecnología que su vacuna aprobada en plena pandemia de Covid-19 como vacuna universal para la prevención del Ébola a partir de los 12 meses de edad. El portavoz de la compañía explica que esta última “está muy bien experimentada, ya que ha sido administrada en unas 60.000 personas tras el último brote de 2019 en el Congo y Ruanda”. Es también la tecnología en la que Janssen basa su vacuna en fase III frente al VIH, así como la que está desarrollando para el virus respiratorio sincitial. En definitiva, a diferencia de otras vacunas para el coronavirus, la tecnología que utiliza Janssen no es nueva, “y ese es un crédito que nosotros podemos aportar”. Las demás “se basan en tecnologías que parten de cero y nunca han sido experimentadas con anterioridad”.

Por otra parte, para seleccionar el inmunógeno que tiene la vacuna -que es lo que en última instancia determina su eficacia-, la compañía previamente ha probado siete inmunógenos distintos para finalmente escoger solo el que mejor actividad muestra, puesto que “no solo protege de la infección a nivel pulmonar profundo, sino que impide también la replicación del virus; un criterio muy importante en la selección de la vacuna que hemos llevado a ensayos clínicos”. Afirma el director de Acceso al Mercado de Janssen España que la mayoría de las vacunas que ahora están en desarrollo “no serán vacunas que se puedan utilizar universalmente”, y añade que, “si lo que se pretende es atajar la afectación entre el personal sanitario, se puede usar una vacuna que no necesariamente inhiba la replicación del virus, ya que lo prioritario en este caso es protegerles contra la neumonía. Pero cuando estamos pensando en vacunar universalmente y a toda la población hacen falta vacunas que inhiban la replicación del virus y protejan frente a la neumonía, no sólo lo último”.

Una sola dosis, lo más universal posible

La previsión de Janssen es que su vacuna se pueda administrar en una sola dosis, ya que dispone de datos de preclínica que indican que se alcanza inmunidad protectora con una dosis, y que esa protección se da tanto en la prevención de la neumonía que provoca la enfermedad, como en la inhibición de la replicación del virus en fosas nasales y vías aéreas superiores. También prevé que su vacuna logre los dos tipos de indicación, es decir, que se pueda utilizar en emergencia pandémica y con la indicación de vacuna universal para vacunar a toda la población con el fin de erradicar si es posible la enfermedad. “Nos gustaría tener una vacuna que sea lo más universal posible, y para eso necesitamos hacer más de un ensayo de fase III. Ya tenemos uno en marcha con el objetivo de lograr la primera indicación, por la urgencia del momento, pero seguiremos trabajando en fase III con otro tipo de pautas de administración que nos permitan asegurar que hay una cobertura inmunitaria prolongada en el tiempo y que tengamos un buen efecto memoria en ese sentido”. Pero el desarrollo completo que explore todas las posibilidades de la candidata llevará un tiempo. La vacuna del Ébola necesitó siete años de desarrollo y en la del VIH Janssen lleva también cerca de 8 años, experiencias que, por otra parte, se suman a la información que la compañía está generando sobre la Ad26SARS-Cov-2.

Tampoco en lo que se refiere a los plazos hay que generalizar. El primer candidato que entra en fase III no necesariamente será el primero en llegar a la población, ya que eso dependerá de muchos factores. Por ejemplo, las vacunas que requieren dosis de refuerzo uno o dos meses después de la primera tienen plazos de desarrollo muy diferentes a los de la vacuna que se administraría en una sola dosis. Por otra parte, “lo normal en los ensayos clínicos es caerse, y el primero que empieza no es el que primero va a acabar la carrera”. Las compañías pueden, además, tener metas distintas, buscar regulaciones específicas más limitadas o para poblaciones o entornos concretos, trabajar en vacunas profilácticas para vacunar a todo el mundo estacionalmente… “Es decir, cada vacuna es distinta; ni las vacunas son iguales, ni sabemos cuándo ni cuál será la primera que va a llegar, si serán igualmente eficaces unas que otras, ni si todas las que lleguen se podrán producir a las dosis que se necesitan y distribuir de forma adecuada”.

En cualquier caso, los plazos de llegada al mercado de las diferentes vacunas o desarrollos de cada una dependen en gran medida de los procesos regulatorios. Antonio Fernández recuerda que hay tres vías regulatorias para ello: la autorización de emergencia de la agencia reguladora estadounidense, la FDA -que la europea EMA no tiene como tal, aunque en su lugar puede conceder autorizaciones restringidas-; la primera aprobación regulatoria, la condicional, que las autoridades la conceden cuando aún no se han acabado los estudios, condicionada a que éstos terminen, y la aprobación regulatoria completa, que llega en 4-5 años. “Cuando se habla de que puede haber una vacuna en octubre o noviembre no se trataría en ningún caso de una aprobación regulatoria como tal; como mucho se tratará de una autorización de emergencia para usarla en una población restringida o prioritaria, como los profesionales sanitarios. La primera aprobación regulatoria que puede llegar en Europa es una aprobación condicional, y ésta requiere un soporte importante de eficacia y evidencia que no va a poder tener nadie antes del segundo semestre de 2021”.

Comienzos de 2021

En las estimaciones de Janssen, la autorización inicial de su vacuna podría producirse a principios de 2021, dado que en septiembre ha empezado el ensayo de fase III, y tendrá que alcanzar primero una cantidad relevante de pacientes reclutados, administrarles la dosis única con la que inicialmente trabaja y evaluar a los pacientes al mes de la administración. Con todo esto, Janssen prevé hacer un análisis interino de eficacia en diciembre, que sería la base que utilizarían los reguladores para conceder, si lo consideran oportuno, una primera autorización a comienzos de 2021; una decisión que corresponde a los reguladores, y no que solicitan las compañías.

Por último, y ya de cara a la llegada de la vacuna Ad26SARS-Cov-2 a la población, Janssen ha llegado a un compromiso público con la Comisión Europea para suministrar 200 millones de dosis más otros 200 millones adicionales, con independencia del suministro comprometido en Estados Unidos. “Antes de llegar a cualquier acuerdo hemos presentado nuestros planes y datos a las autoridades, y estamos escalando todos los procesos y capacidades para poder suministrar las cantidades comprometidas”. Después, le corresponde a la CE y a los gobiernos la distribución entre los estados miembros y los países que se han acogido a la tutela de la CE en esta pandemia.

La compañía desarrolla una de las más avanzadas. A su favor cuenta con más de 60.000 pacientes en los que ya probó la misma tecnología para su vacuna del Ébola. On Cristina G. Real Empresas Empresas Empresas Off

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