El trabajo se ha llevado a cabo en casi 1,7 millones de mujeres (de 10 a 30 años) en Suecia. Tras más de una década de seguimiento, aquellas vacunadas contra el VPH tuvieron un riesgo mucho menor de desarrollar un cáncer de cuello uterino, especialmente si recibieron la vacuna antes de los 17 años.
La vacuna contra el VPH ya había demostrado fehacientemente que previene las verrugas genitales y las lesiones precancerosas, pero, si bien había indicios científicos, faltaba el respaldo contundente de que también evita el cáncer de cérvix. Esto es lo que supone la publicación de este estudio en The New England Journal of Medicine.
Una de sus autoras, la epidemióloga Jiayao Lei, del Instituto Karolinska de Estocolmo, afirma que “es la primera vez que, a nivel de población, podemos demostrar que la vacunación contra el VPH protege no solo contra los cambios celulares que pueden ser precursores del cáncer de cuello uterino, sino también contra el cáncer de cuello uterino invasivo”.
En el estudio, los investigadores siguieron a casi 1,7 millones de mujeres de edades entre los 10 y los 30 años durante un periodo de once años. Más de 500.000 recibieron la vacuna contra el VPH, la mayoría antes de los 17 años. De las vacunadas, se diagnosticó el cáncer de cuello uterino a 19 mujeres, en comparación con 538 mujeres entre las que no fueron inmunizadas.
Las niñas vacunadas antes de los 17 años redujeron su riesgo de cáncer de cuello uterino en un 88%. Cuando la vacuna se administró entre los 17 y los 30 años, el riesgo se redujo en un 53%, siempre comparado con las mujeres que no se vacunaron. "Las niñas vacunadas a una edad temprana parecen estar más protegidas, probablemente porque es menos probable que hayan estado expuestas a la infección por VPH y porque la vacuna contra el VPH no tiene ningún efecto terapéutico contra una infección preexistente", explica el también autor del estudio Pär Sparén , profesor en el Departamento de Epidemiología y Bioestadística del instituto sueco.
Los datos aportados se han alcanzado, según destaca Francesc Xavier Bosch, consultor sénior del Programa de Investigación en Epidemiología del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO), en Barcelona, sobre la base de una sólida metodología. El estudio es para este oncólogo y epidemiólogo, uno de los científicos que han contribuido a la implantación de la vacuna en el mundo, “un gran éxito de la medicina preventiva”. En un momento convulso para la ciencia, que busca a contrarreloj respuestas para la covid-19, mientras el movimiento “antivacunas” despliega su argumentario, noticias como esta suman evidencia a favor de los beneficios globales de la vacunación, considera el especialista.
“Con la vacuna contra el VPH estamos donde nos gustaría con la vacuna contra el covid”, sentencia. “Tenemos una vacuna muy eficaz, y en los últimos 13 años, hemos vacunado a 120 millones de niñas. Ahora podemos demostrar que reduce el cáncer invasivo. Desde el punto de vista científico, es una cuestión esencialmente resuelta. Nos queda la cuestión logística y política de producir suficiente vacuna y repartirla a tiempo para inmunizar a las poblaciones”. Bosch recuerda que la mitad de los países del mundo la tienen ya incorporada en sus programas de vacunación rutinaria, aunque ahora sufren el impacto del SARS-CoV-2; en especial, en los países con menos recursos donde esos programas dependen de la apertura de los colegios y en los que ahora casi todo el esfuerzo sanitario se está dedicando a la covid-19.
También ha celebrado la publicación en NEJM de este estudio el jefe de Sección de Ginecología del Hospital Universitario Infanta Leonor, en Madrid. Jesús de la Fuente expone que “en relación a esta vacuna las voces críticas solían señalar que no había una demostración fehaciente de que previene el cáncer. Nosotros señalábamos que el cáncer es la última enfermedad que aparece en el estadio natural de la infección, así que era cuestión de tiempo. Existía evidencia clara de la reducción de condilomas y lesiones precancerosas y, ahora, con este artículo queda avalada la evidencia”.
El ginecólogo resalta que, según el estudio, lo idóneo es vacunarse antes de tener contacto con el virus, pero también que existe un beneficio si se recibe la vacunación a edades más tardías. “Despeja las dudas de cara a las mujeres adultas que ya han tenido relaciones sexuales. También aquí se puede observar una reducción del riesgo de incidencia; la vacuna supone en este grupo un refuerzo de otras medidas preventivas, como el cribado mediante la citología”.
En el trabajo sueco, si se toman en conjunto a las mujeres antes de los 20 años, la vacuna protege en un 64%, cifra similar a la protección alcanzada a partir de esa edad, que se establece en un 62%. “Incluso vacunando hasta los 30 años, se reduce en un 60% la incidencia del cáncer”, aclara Bosch.
En España, la cobertura media de vacunación entre la población adolescente un 70%, pero hay comunidades como Castilla y León y País Vasco que están por encima del 90%, aunque estas cifras han podido experimentar fluctuaciones, comenta De la Fuente, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia (AEPCC). La inclusión en los programas de vacunación oficiales ha contribuido a la alta cobertura, en cambio, “tenemos peores datos en la vacunación fuera de ese calendario”, dice De la Fuente si bien confía en que mejorarán a medida que se extienda el conocimiento sobre la inmunización.
Una elevada adherencia a la vacuna es, para Bosch, “seguramente, suficiente para crear inmunidad de grupo, con lo que se ofrecería protección parcial a la población no vacunada”. En un reciente estudio sobre una cohorte catalana aparecido en Preventive Medicine, con María Brotons como primera firmante, se constata una reducción de las verrugas genitales en las niñas vacunadas así como en los niños de la misma edad. Bosch recuerda que ya son 32 países, entre ellos Australia, Reino Unido y los países nórdicos europeos, los que incluyen en la vacunación frente al VPH a los niños. “Es una tendencia, pues en los últimos años ya hemos confirmado que estos mismos virus están en el origen de los tumores de orofaringe, que afectan a los hombres en mayor proporción que a las mujeres. En Estado Unidos, por citar un ejemplo, la mortalidad por ese tipo de tumor ya es superior a la causada por el cáncer de cuello”.
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