Soy médico y realicé la extirpación de un quiste. El paciente tenía una insuficiencia cardiaca crónica, pero estaba estable sin tratamiento. La cirugía fue poco agresiva, siendo correcta la técnica de anestesia y quirúrgica, los fármacos administrados y la monitorización. Sin embargo, tras la intervención, sufrió un fallo cardiaco y falleció. Durante la intervención no presentó alteración cardiaca ni respiratoria ¿Sería un caso de daño desproporcionado? L.S.A. (Madrid).
Hay que recordar que los médicos actúan sobre las personas, ya sean pacientes con o sin alteraciones de la salud, y que toda intervención acarrea un componente aleatorio. Los riesgos que pueden acabar produciéndose pueden no estar relacionados con una mala praxis, sino con simples alteraciones biológicas.
Ahora bien, en este caso se produce el fallecimiento del paciente de una forma, en principio no esperada, lo que nos sitúa en la posibilidad de la aplicación de la doctrina del daño desproporcionado. Esta figura jurídica debemos entenderla como aquel suceso no previsto ni explicable en la actuación del profesional médico, obligándole a acreditar las circunstancias en que se produjo el fallecimiento por el principio de facilidad probatoria (STS 23 de octubre de 2008).
Si queda acreditado con los datos médicos que se dispuso de toda la diligencia exigible en la ejecución del acto médico, cirugía y anestesia, y que además se tuvo en cuenta la cardiopatía del paciente desde el primer momento y que fue tratada desde el momento en el que se desarrolló, automáticamente deberíamos descartar el daño desproporcionado. La simplicidad de un tratamiento quirúrgico no debe confundirse con una situación carente de riesgo para la vida e integridad física del paciente.
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