Los ancianos han sido, desde el comienzo de la pandemia de covid-19, uno de los grupos, por no decir el grupo, de mayor vulnerabilidad frente a los demoledores efectos del virus SARS-CoV-2. Buena prueba de ello es el elevado número de vidas que se cobró entre esta población en la primera ola pandémica en todos los países del mundo.
Evidentemente, y desde el punto de vista puramente biológico, la respuesta inmunitaria del organismo no es igual de potente en edades avanzadas que a los 20 años, pero precisamente porque la edad ya se ha establecido como uno de los principales factores de riesgo para la covid-19, no es extraño que las personas de más edad, junto con el personal sanitario, se hayan considerado prioritarias para la vacunación para garantizar su salud y seguridad. Así se ha puesto de manifiesto en la sesión ‘on line’ covid-19: vacunación y personas mayores, organizada por la Fundación Edad&Vida, entidad dedicada a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores.
“Los mayores estamos aquí y respondemos a las vacunas, incluida la de la covid-19”, señala contundente Emilio Bouza, ‘padre’ de la Infectología moderna española, anterior responsable del Servicio de Microbiología e Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que a sus 73 años estuvo ingresado por covid-19 el mes pasado y que, aunque no ha recibido la vacuna, considera esencial la inmunización para este grupo de población, al igual que lo han sido el resto de vacunas para otro tipo de patologías.
Esperanza mantenida y entrenada
El también profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Emérito Asistencial por el Gobierno de la Comunidad de Madrid, ha ofrecido datos esperanzadores en cuanto a la evolución de la afectación del SARS-CoV-2 entre los ancianos. A pesar de la grave situación, “la supervivencia entre personas de entre 70-80 años que contrajeron la infección se sitúa en cerca del 96%. De 80 años en adelante, la mortalidad está por debajo del 10% y en su mayoría han sido casos extremos. Es evidente que hay muchas razones para estar preocupados y tristes”, sostiene Bouza, pero también es necesario mencionar que existen 'rayos de luz'. Y la vacunación es uno de ellos, “algo de lo que carecieron nuestros antepasados en otras pandemias históricas”.
Los cerca de 50 años que Mariano Esteban, jefe del grupo de Poxvirus y Vacunas -que lleva a cabo ensayos con una de las vacunas para la covid-19 más adelantadas de España, basada en el virus de la viruela-, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), del CSIC, lleva trabajando en el campo de la virología le han otorgado una visión muy completa sobre el comportamiento de los virus y sobre cuáles con los mecanismos que preparan al sistema inmunológico para plantarles cara. Básicamente, la actividad de las vacunas se basa en “entrenar bien al sistema inmune . En este sentido, las personas mayores sí responden al control de los patógenos; en este caso al coronavirus. ¿Durante cuánto tiempo? Serán los estudios de seguimiento los que ofrezcan respuestas contundentes, pero el mensaje actual es: la vacunación global es la herramienta básica si se quiere erradicar esta pandemia”.
El coordinador de la sesión, Josep María Via, asesor de la presidencia de la Fundación Edad&Vida que preside Joaquim Borrás, ha reconocido el ingente esfuerzo realizado para que “en un año escaso se haya identificado el agente causal y desarrollado vacunas”. Pero, a su juicio, a partir de aquí, se abren nuevos y numerosos interrogantes: ¿Cómo y cuándo se alcanzará la inmunidad? ¿Qué va a pasar con los mayores, aunque al tratarse de una pandemia es esencial vacunas a todos los grupos? ¿Vamos a ir siempre detrás del virus y de sus continuas mutaciones o, en algún momento, les daremos alcance? ¿Qué peso tienen éstas en la evolución de la pandemia? ¿El grado de inmunidad que finalmente se pueda alcanzar va a afectar a la efectividad de la vacunas? ¿Se producirán similares avances en tratamientos que complementen a la vacunación?
Continuar a buen ritmo y sin pausa
Para Bouza, la colaboración entre industria, administraciones y ciencia, ha tenido un éxito extraordinario cristalizado en vacunas con eficaces superiores al 80-90%, según los casos, en tiempo record. “Las dudas a largo plazo sobre la inmunización son equiparables a las de cualquier otra vacuna. Predecir cuál será la durabilidad de su actividad es aún complejo, pero no debería ser inferior a la del resto de las vacunas".
En relación con los efectos secundarios, y a pesar de que se pueden presentar reacciones adversas, señala que "no se han notificado, a lo largo de la historia, graves secuelas en ninguna de las vacunas empleadas para otras patologías. Sobre cuándo podríamos alcanzar la inmunidad, un programa masivo de vacunación permitiría cubrir a un 70% de la población, pero existe el problema de la producción. Y, desde luego, es esencial que la investigación en tratamientos antivirales siga su curso y no se detenga”.
Para Esteban, la aparición de variantes que infectan con mayor rapidez suponen un obstáculo pero cree que las vacunas “van a resistir”, gracias a la actividad que ejercen sobre los dos brazos del sistema inmune: anticuerpos neutralizantes y respuesta celular en linfocitos T, básicamente.
“Estos datos están pendientes de confirmación con la cepa original de Wuhan y las relativas a las variantes se conocerán en unos meses”, señala subrayando la importancia de administrar dos dosis para “conseguir una respuesta inmune robusta. Con las dos dosis, la eficacia es muy elevada, tal y como se está observando en Israel, con un alto porcentaje de población ya vacunada. En cuanto a si respuesta será duradera, también será la vacunación las que nos irá iluminando”.
En cualquier caso, confía en que en escasos meses sea posible confirmar marcadores positivos de respuesta, que “actualmente, parece ser homogénea en todos los grupos etarios”.
¿Qué ha pasado después de un año?
Analizar datos, partiendo de una base de información que ya existe, podría ofrecer respuestas más contundentes y con perspectiva clínica sobre la evolución de grupos de población que pasaron la covid-19 el pasado año. Un ejemplo, según Emilio Bouza, sería el de la población anciana que sufrió la enfermedad entre los meses de marzo y abril de 2020 y que han sobrevivido a ella. “Muchos mayores han sobrevivido y no han mostrado segundos episodios. Lo que se espera de las vacunas debe ser similar a la infección natural”.
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