La Aspirina debería ser usada de manera infrecuentemente en la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares, “por la falta de beneficio neto relevante (reducción de la mortalidad) y el incremento de riesgo innecesario de hemorragias graves en los pacientes”, según concluye la última recomendación del programa Essencial (prácticas de poco valor) de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias (AQuas) de Cataluña.
El informe se ha realizado con la colaboración del Grupo de trabajo de coordinación entre la Atención Primaria y Cardiología de las sociedades catalanas de Cardiología (SCC) i de Medicina Familiar y Comunitaria (Camfic), y cuenta con el apoyo del Plan director de enfermedades vasculares cerebrales de Cataluña, la Sociedad Catalana de Farmacia Clínica, la Fundación Instituto Catalán de Farmacología, la Asociación Catalana de Diabetes y las sociedades autonómicas de Reumatología y Neurología.
El trabajo recuerda que el ácido acetilsalicílico o Aspirina (AAS) es un tratamiento establecido en prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares, pero su indicación en prevención primaria es controvertida y no está registrada en ficha técnica. La población diana sería la población general, que no ha sufrido un evento cardiovascular aterosclerótico (enfermedad coronaria, cerebrovascular o vasculopatía periférica).
“La Práctica Clínica de Poco Valor (PCPV) podría ponerse en práctica en población general que presenta factores de riesgo para presentar enfermedades cardiovasculares, pero todavía no las han presentado (prevención primaria). Por lo tanto, la prescripción de AAS podría indicarse en personas con riesgo cardiovascular moderado o alto (según las escalas de riesgo utilizadas en Cataluña, principalmente Regicor) o con factores de riesgo aislados (por ejemplo diabetes mellitus o edad avanzada). El objetivo del tratamiento (teóricamente) sería evitar los eventos mayores cardiovasculares agudos, como el síndrome coronario agudo angina de pecho (con o sin elevación del ST) o los accidentes vasculares cerebrales. Es decir, la PCPV consiste en administrar AAS a dosis bajas (100 mg cada 24 horas por vía oral) como tratamiento antiagregante plaquetario para evitar eventos mayores cardiovasculares en prevención primaria", explica la agencia sobre la práctica analizada.
Asegura que, según las guías de práctica clínica (GPC) y meta-análisis, no hay evidencia de que el AAS con prevención primaria consiga reducir la mortalidad (total y cardiovascular) y reducir los eventos mayores cardiovasculares (infarto de miocardio, ictus) sin aumentar las complicaciones o efectos adversos mayores del fármaco, especialmente las hemorragias graves (digestivas o intracraneales). Y que por ello, actualmente las GPC basadas en evidencia se posicionan en no recomendar AAS rutinariamente como prevención primaria de enfermedades cardiovasculares en personas con riesgo ya sea alto o moderado o bajo; es decir, incluso en aquellos con riesgo alto como son los pacientes diabéticos tipo 1 y 2, ni hipertensos, ni ≥70 años de edad ya que el balance riesgo beneficio sería desfavorable.
En este sentido recalca que "todas las GPC basadas en evidencia aconsejan predominantemente enfocar la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares en la modificación del estilo de vida, actividad física adecuada, dejar de fumar, control del peso y tratamiento de la hipertensión arterial, tratamiento de la diabetes y tratamiento de la elevación de los niveles de colesterol, si procede en función del paciente".
Exposición a eventos adversos
En cuanto a la exposición a eventos adversos, añade el informe, en el último año se han publicado importantes meta-análisis (analizando ensayos clínicos aleatorizados de buena calidad), para dar respuesta a los efectos del AAS en prevención primaria. "La administración de AAS ha mostrado un incremento marcado de las hemorragias mayores (gastrointestinales e intracraneales), sin beneficio relevante, sin reducción de la mortalidad total ni cardiovascular, o bien, en uno de los estudios, una modesta reducción los eventos vasculares sin reducción de la mortalidad. Es así que se considera una PCPV (práctica de poco valor) porque la falta de beneficio, o el beneficio modesto, se ve claramente contrabalanceado por el incremento del riesgo hemorrágico grave, por lo que se desaconseja el uso de AAS en la mayoría de situaciones como prevención primaria".
No obstante, admite el informe que podría haber algunas excepciones donde la administración de AAS podría considerarse como prevención primaria en casos individualizados seleccionados, entre 40-70 años, con riesgo cardiovascular muy elevado (Regicor ≥15%) y riesgo de sangrado bajo; "hay que añadir que se e trata de una situación muy excepcional, ya que los pacientes con mucho riesgo cardiovacular tienen habitualmente también riesgo hemorrágico incrementado por los propios factores de riesgo o comorbilidades".
Por todo ello, el trabajo concluye que “el AAS a dosis bajas no debería administrarse rutinariamente como prevención primaria cardiovascular, muy especialmente en personas de> 70 años, o con riesgo cardiovascular moderado o bajo, en las que no aporta beneficio y aumenta significativamente las hemorragias graves”.
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