La Asociación Española de Bioempresas (Asebio) ha organizado este miércoles un encuentro virtual con medios de comunicación para analizar cómo está la situación de la financiación de la biotecnología española de cara a la feria biotecnológica, Biospain 2021, que este año se celebra en Pamplona en formato híbrido, presencial y on-line, entre el 27 de septiembre y el 1 de octubre, gracias a la colaboración del Gobierno de Navarra y Sodena (Sociedad de Desarrollo de Navarra).
Según los datos publicados por la patronal hace unas semanas, el volumen de capital privado ha aumentado desde 2016 y especialmente en 2020, en concreto un 46% hasta alcanzar los 151.634.021 euros. En total, en la última década, el capital riesgo ha invertido más de 740 millones de euros en empresas biotecnológicas españolas.
Mientras tanto, la inversión pública no ha alcanzado los valores de 2015, ni tampoco los de 2010, cuando la cantidad de las ayudas eran el doble que en 2020, según ha apuntado el director general de Asebio, Ion Arocena. “Tenemos un déficit estructural de financiación que tenemos que abordar”, ha señalado. “Si quitamos las ayudas extraordinarias por la covid-19, el crecimiento sería marginal”.
Raúl Martín-Ruiz, socio de la firma de capital riesgo especializada en ciencias de la salud Ysios Capital, ha destacado que este tipo de agentes son esenciales a la hora de canalizar los fondos de inversión privado hacia las empresas biotecnológicas, “ya que son su principal vía de financiación”.
En este sentido, ha resaltado que “las empresas biotecnológicas de ciencias de la vida están atrayendo inversión en capital riesgo tanto de fondos nacionales e internacionales y de los brazos inversores de las compañías farmacéuticas”, ha resaltado.
“Desde el punto de vista del inversor español, nuestro sector tradicionalmente ha sido percibido como un sector de alto riesgo y lo es”, ha reconocido el director general de Asebio, que ha recordado que requiere grandes cantidades de inversión, los ciclos de desarrollo son largos y los productos tienen que sortear retos científicos, financieros y regulatorios. Pero Arocena también ve la ventaja de que es un sector más “acíclico” y está más “desacoplado” de factores externos que otras áreas de actividad económica.
En Navarra, Sodena actúa como un instrumento financiero del gobierno foral para el desarrollo del tejido empresarial en la comunidad. María Eugenia Lecumberri, directora de inversiones de la sociedad, ha afirmado que apuestan por un modelo de “coinversión público-privada”. Ha señalado que Sodena tiene una historia de más de quince años de operaciones en el sector y tiene “la visión de invertir como capital riesgo”. En este tiempo, ha afirmado que ha apoyado a más de veinte empresas en las que se ha conseguido aumentar tres veces sus ventas, generar más de ocho millones de euros de Ebitda y generar casi mil empleos.
Pandemia de covid-19
En uno de los estudios internos de Asebio la asociación contabilizó que sus socios estaban desarrollando 127 soluciones contra la covid-19. Durante la pandemia, creció el número de empresas biotecnológicas en España, que pasaron de rondar las 750 en 2019 a las 800 en 2020, según los datos de Arocena.“La pandemia ha puesto en primera línea al sector biotecnológico; ha recordado que existe mucha necesidad de innovar e invertir en el país, porque hay amenazas desconocidas y porque hay muchas necesidades médicas no cubiertas en enfermedades que conocemos”, ha coincidido Martín-Ruiz.
Pero pese al empuje en la inversión en biotecnología, la pandemia no ha cambiado las prioridades del inversor privado, ha apuntado el socio de Ysios. “Los inversores como nosotros apostamos por compañías y medicamentos innovadores que cubran lagunas terapéuticas. Puede ser en covid-19 u otra enfermedad”. En concreto, Martín Ruiz que “las principales áreas de inversión son la oncología, las enfermedades cardiovasculares y metabólicas, y el sistema nervioso central”.
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