"Las personas con algún tipo de discapacidad requieren una atención individualizada que permita poner a su disposición los medios necesarios que les garanticen el máximo nivel de bienestar y autonomía". Ésta es la premisa sobre la que la farmacéutica Miriam Albéniz ha asentado las bases de su trabajo de fin de grado (TFG), titulado Desarrollo de un protocolo de actuación para la asistencia a pacientes con discapacidad visual en la farmacia comunitaria, que busca optimizar la atención que estos pacientes reciben en la botica e individualizar su abordaje por parte del profesional. Este TFG está integrado en el Aula de Farmacia de la Universidad del País Vasco (UPV) y Novaltia, y su contenido fue presentado en el último Congreso Nacional de Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac).
"Este trabajo pretende analizar la situación de las personas con distintos grados de discapacidad visual o con ceguera en relación con la asistencia farmacéutica y la farmacoterapia, para identificar las posibles deficiencias y desarrollar un protocolo de actuación dirigido a mejorar la atención prestada a este grupo de pacientes desde la farmacia comunitaria", explica la autora.
Entre las principales reflexiones que se desprenden de este estudio, Albéniz señala que es necesario "ofrecer información realmente accesible para pacientes con discapacidad visual" y que todas las personas puedan desenvolverse igualmente y de la forma más independiente posible en la farmacia, "por lo que en el diseño de bienes, equipamientos y servicios se deben tener en cuenta las distintas necesidades que pueden presentarse".
Paso a paso
Por ello, y de cara a pautar cómo podría optimizarse la atención farmacéutica a estos pacientes, este trabajo ofrece recomendaciones desde que el paciente entra por la puerta de la farmacia hasta que sale de ella. De hecho, la entrada a la farmacia es ya un primer paso que debe tenerse muy en cuenta, ya que la botica debe ser "accesible": puertas automáticas y correderas, pavimento firme, mobiliario ordenado, sin obstáculos...
Una vez el paciente accede, el profesional debe saber identificarle a través de distintos signos que muestran esa discapacidad visual: usa bastón blanco, viene con un acompañante, necesita la ayuda de un perro guía, no tiene la mirada fijada, lleva algún distintivo que indica que tiene visión reducida, etc.
Tras reconocer a este tipo de paciente, el profesional de la farmacia debe saludarle e identificarse, intentando no caer en posibles errores como dirigirse al acompañante en lugar de al paciente, jugar con el perro guía o elevar la voz por encima de lo normal. De hecho, Albéniz señala que hay que "ser natural" y no evitar palabras como ver o mirar.
En función de si se realiza un servicio de dispensación o un servicio de indicación, el proceso que se seguirá será distinto, pero siempre teniendo muy presente estas pautas de comunicación y ofreciendo un trato individualizado.
Identificación de posibles PRM
La discapacidad visual que presentan estos pacientes, en función de su grado, puede dificultar en mayor o menor medida el manejo y la adherencia a los tratamientos. Por este motivo, el farmacéutico debe poner especial atención en la identificación de posibles problemas relacionados con los medicamentos (PRM). Entre ellos, el estudio destaca las dificultades para identificar los fármacos, los problemas para identificar dosis y las dificultades para reconocer posibles efectos adversos.
Además, Albéniz destaca que hay que prestar mayor atención aún al manejo de medicamentos complejos, ya que esa complejidad puede facilitar la aparición de PRM. "Algunos de estos medicamentos que pueden ser más difíciles de utilizar por pacientes son las plumas de insulina, los inhaladores o los jarabes redispersables", apunta.
Para reducir al máximo esos posibles PRM, el acto de dispensación debe hacerse de un modo activo, conociendo si es la primera vez que el paciente hace uso de esa medicación y, en el caso de que así sea, explicarle detenidamente la finalidad, la pauta, la duración, el uso correcto y las precauciones que deben tomarse. Si no es la primera vez que lo usa, hay que conocer si ha sufrido algún cambio en la pauta y detectar si se ha producido alguna incidencia durante el tratamiento. "La cercanía que ofrece el farmacéutico facilita que sea a él a quien el paciente le comunique si ha tenido algún problema con la medicación; y en los pacientes con discapacidad visual, esta cercanía puede ayudar aún más a detectar incidencias", afirma Albéniz.
Dentro de la intervención del farmacéutico, si este detecta alguna dificultad en la comprensión o en manejo del tratamiento que puedan comprometer la adherencia o que puedan derivar en PRM, puede ofrecer herramientas o servicios que faciliten su uso. Entre ellas, destacan algunas como la explicación adicional a través de braille que figura en el envase de los medicamentos, el uso de programas que dan explicaciones en formato audio o digital (por ejemplo Envisión o Medicamento Accesible Plus), la impresión de documentación en un tamaño de letra mayor (para pacientes con visión reducida), el uso de servicios interactivos que conectan a personas videntes e invidentes (por ejemplo, Be my eyes) y el ofrecimiento de servicios profesionales asistenciales (sistemas personalizados de dosificación, seguimiento farmacoterapéutico...).
Un campo poco investigado
Entre las principales conclusiones que ofrece este estudio, Albéniz expone, en primer lugar, que, a pesar de la elevada prevalencia de la baja visión y la ceguera en sociedad, hay un limitado número de trabajos que evalúen las necesidades específicas de este colectivo en relación a la asistencia farmacéutica. "No existe mucha investigación en este ámbito y considero que es importante que se incremente, ya que son pacientes que se atienden de manera habitual en las oficinas de farmacia y que precisan de una atención aún más individual y detallada", subraya.
- Uso correcto de colirio y fomentar las revisiones periódicas, labor de la botica en salud ocular
- La mejora de la visión de los daltónicos con filtros de color implica pérdida de contraste
- Mejoras en trasplantes retinianos dan esperanzas en pérdida de visión
- Dos casos sugieren que la covid puede asociarse a visión doble
Sin embargo, también reconoce que, en muchas ocasiones, el ajetreado día a día de la actividad en la oficina de farmacia hace difícil dedicar la atención y el tiempo óptimos que estos pacientes requieren. "En muchas ocasiones resulta muy complicado hacerlo por toda la carga trabajo que hay en la farmacia, pero es fundamental poner todo el esfuerzo posible para conseguirlo, para mejorar la atención que les ofrecemos y para individualizar la asistencia".
¿Se conocen los problemas de estos pacientes?
Otra conclusión que apunta la autora es que el análisis de los resultados sobre encuestas realizadas a personal de las oficinas de farmacia muestra que "no son plenamente conscientes de los problemas que las personas con baja visión o ceguera consideran más importantes", algo que pone de manifiesto la necesidad de protocolos específicos como este, que redunden en una adecuada atención farmacéutica.
"En ocasiones, los profesionales tenemos una percepción equivocada de cuáles son los problemas reales que afectan o preocupan a los pacientes con discapacidad. El objetivo de este trabajo es arrojar algo de luz en cuanto a cómo mejorar la atención y dar pautas sobre como nuestra actuación puede abordar esos problemas", concluye.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3iBPe2U
No hay comentarios:
Publicar un comentario