A la carrera por desarrollar la vacuna contra el SARS-CoV-2 le ha seguido la de vacunar a la población de forma masiva. Del éxito de la vacunación global dependerá el poder dejar atrás a la pandemia, como recuerdan una y otra vez los epidemiólogos, pues el impacto positivo de las inmunizaciones que ya se está viendo en países como Israel, Estados Unidos o Reino Unido –con casi la mitad de toda su población vacunada– puede verse comprometido si la covid no se desacelera al mismo ritmo en otras partes del mundo.
Las vacunas utilizadas en otros países parecen estar resistiendo también la prueba fuego de las variantes. La vacuna del laboratorio indio Bharat Biotech denominada Covaxin (una vacuna inactivada de virión completo) sortea a la variante B.1.617 en los experimentos de laboratorio realizados por un equipo indio del Instituto Nacional de Virología del Consejo de Investigación Médica nacional.
Una decena de vacunas 'made in China'
Covaxin se está administrando ampliamente en la India tras su aprobación para uso de emergencia el pasado enero. Es similar a la también inactivada Coronavac, promovida por la compañía china Sinovac. Esta es una de las diez vacunas desarrolladas en China que, según informa la OMS, han llegado a la fase más avanzada de ensayo clínico. De estas, cinco han recibido la autorización de emergencia, entre ellas la vacuna de CanSino Biologics, que utiliza un vector de adenovirus humano con una sola dosis, así como la vacuna de subunidad proteica producida por la compañía Anhui Zhifei Longcom. La vacuna Coronavac es de la que se tienen más datos publicados. Los estudios se llevaron a cabo en China, Filipinas, Indonesia, Brasil, Chile y Turquía.
En abril, se publicaron los resultados del ensayo en fase 3 de Brasil sobre más de 12.000 profesionales sanitarios. El trabajo reveló una eficacia frente a la covid sintomática de cualquier gravedad del 50% y en el caso de la covid grave, del 100% al compararse frente al grupo placebo, con un buen perfil de reactogenicidad y seguridad.
Al igual que la india Covaxin, esta vacuna de tecnología clásica también parece mantener su eficacia inmunizadora frente a la variante brasileña. Brasil ha administrado Coronavac como parte de su campaña de vacunación. Los investigadores sabían que alcanzaba “una eficacia de 50% y 84% contra covid-19 leve y moderada, respectivamente”, según se había comprobado en un ensayo antes de la aparición de P.1.
Junto a la de Sinovac, la vacuna desarrollada por la compañía estatal Sinopharm aporta la mayoría de las dosis administradas en China, donde se ha inmunizado ya a 243 millones de personas. La de Sinopharm fue una de las primeras vacunas en conseguir la autorización completa, de la mano de las aprobaciones por las agencias reguladoras en Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
La iniciativa COVAX, en aprietos
Las vacunas chinas han permitido iniciar las campañas de inmunización contra la covid en muchos lugares del mundo, como Brasil, Turquía y Chile, donde aportan un 80-90% de las dosis administradas, según informa Nature.
De hecho, ambas están aprobadas en 45 países, lo que da una idea del peso de estos fármacos en la inmunización global, en un momento en que la iniciativa orquestada por la OMS para el Acceso global a las vacunas covid-19 (COVAX) no atraviesa por sus mejores momentos.
Esta plataforma, en la que participan varias agencias y organismos internacionales para garantizar un acceso equitativo a las vacunas en todo el mundo, se ha visto afectada por la crisis sanitaria de la India, país que iba a contribuir con mil millones de dosis de su vacuna Covishield, el nombre que recibe la molécula de Oxford-AstraZeneca que produce el Instituto Serum indio a través de un acuerdo de transferencia de tecnología. Mientras, llegan con cuentagotas las entregas de otras vacunas incluidas en la lista de la OMS, como la de Pfizer.
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